Pasar al contenido principal

Toxoplasmosis. Toxoplasma gondii: el inquilino silencioso



Toxoplasmosis. Toxoplasma gondii:  el inquilino silencioso

Presentamos un texto de tres investigadores quienes analizan el tema de la toxoplasmosis, sus propagación y cuidados para prevenir su contagio.

María Dolores Correa Beltrán, profesora e investigadora del Centro de Investigación en Ciencias de la Salud (CICSA) de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Anáhuac México; Diego Alberto Soria Medina, asistente de investigación de dicho centro y tesista de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Rodrigo Daniel Sepúlveda Cuéllar, alumno del Programa de Doctorado en Ciencias Biomédicas de la UNAM, abordan el tema de la transmisión del parásito Toxoplasma gondii, así como una serie de medidas de higiene para prevenir la infección de la toxoplasmosis.

 

Toxoplasmosis. Toxoplasma gondii: el inquilino silencioso

¿Sabías que existe un parásito capaz de infectar a cualquier mamífero, incluyendo al ser humano, y que está tan bien adaptado que engaña al sistema inmune pasando “inadvertido” hasta infectar a una nueva víctima?

Toxoplasma gondii es un parásito microscópico en forma de arco (del griego toxon) descrito en 1909 en un pequeño roedor africano llamado Ctenodactylus gundi (de ahí su apellido gondii). Su descubrimiento habría sido irrelevante para los seres humanos de solo encontrarse en este roedor, sin embargo, este protozoario es capaz de infectar células nucleadas de cualquier animal de sangre caliente, sea este terrestre, acuático o aéreo, pero los felinos (domésticos o silvestres) son sus huéspedes definitivos, esto significa que solo es capaz de reproducirse de forma sexual en ellos y es liberado al ambiente con sus heces en forma de ooquistes que contienen esporozoitos y contaminan agua o alimentos.

Los humanos y otros animales fungimos como huéspedes intermediarios, esto significa que T. gondii solo se puede replicar de forma asexual en lugar de ser liberado al ambiente, instalándose de forma crónica en nuestros tejidos, pues se esconde dentro de un quiste tisular que protege al parásito del sistema inmune. Un quiste puede contener de uno a mil parásitos llamados bradizoitos.

La forma de infectarnos es consumiendo agua o alimentos contaminados (verduras o carne mal cocida). A esto se le conoce como infección adquirida, pero también puede transmitirse de forma congénita cuando una mujer embarazada se infecta y transmite taquizoitos (formas que se replican rápido, presentes solo en la fase aguda) a su embrión o feto a través de la placenta.

Creada por los autores con Biorender

Creada por los autores con Biorender.com. Licencia BD258W2WL78 14 de abril de 2023.

 

Un problema importante es que la mayoría de las personas infectadas no saben que lo tienen, pues no tienen síntomas. Pero cuando un individuo que tiene una infección crónica sufre una inmunodeficiencia como la del VIH o recibe medicinas inmunosupresoras, desarrolla complicaciones como retinocoroiditis (inflamación de la retina) o encefalitis (inflamación del cerebro) la que frecuentemente es mortal. Además, la infección congénita muchas veces resulta en abortos, o si la infección ocurre a la mitad del embarazo, el bebé puede nacer con complicaciones como hidrocefalia, microcefalia o problemas oculares. Si la infección ocurre a finales del embarazo, el hijo o hija nace aparentemente normal, aunque meses o incluso años después puede sufrir convulsiones, ceguera o sordera.

Como si no fuera suficiente, se ha reportado que los ratones y ratas que traen a este parásito presentan mayor agresividad, incremento de la conducta sexual o pérdida del miedo a la orina del gato (su depredador natural), así como problemas de memoria y conductas de tipo ansiosa. Por ello, se ha postulado que en los humanos podría jugar un papel importante en el desarrollo de trastornos como la ansiedad, la esquizofrenia, el Alzheimer o el Parkinson. ¿Cómo es posible que este parásito pudiera tener estos efectos? La evidencia sugiere que, al alojarse en el cerebro, altera su equilibrio, como el desbalance de neurotransmisores, provoca inflamación, mata neuronas o modifica los potenciales de acción de las neuronas.

¿Pero cómo podemos saber si estamos infectados? Por medio de varias pruebas de laboratorio, como las serológicas, como el ELISA o el Western Blot (WB), que identifican anticuerpos, proteínas producidas los individuos cuando se infectan, en un intento de atacar al parásito; los anticuerpos se liberan a la sangre y otros fluidos, aunque estas pruebas no siempre confirman la presencia del parásito en el huésped, por ejemplo, la presencia de anticuerpos en un recién nacido no es evidencia de que está infectado, ya que la madre se los transfiere a través de la placenta; además, la sola presencia de anticuerpos no indica que hay una infección activa o aguda, pues los anticuerpos pueden durar años en personas que alojan los quistes en tejidos. Con pruebas genéticas, como la reacción en cadena de la polimerasa (mejor conocida como PCR), se demuestra la presencia directa del parásito en los individuos, pero solo durante la fase aguda, mientras el taquizoito ande circulando, por lo que, si solo está enquistado en tejidos como el cerebro, no será detectado. En resumen, el diagnóstico no es fácil.

¿Y la toxoplasmosis tiene cura? Los pocos tratamientos que existen contra la toxoplasmosis son muy agresivos y solo son útiles durante la fase aguda de infección, ya que el quiste tisular (presente en la fase crónica) protege al parásito; además, no son 100 % eficaces. Por lo tanto, hay que concentrarse en prevenir la infección por medio de medidas de higiene como:

  • Evitar el contacto directo con las heces de tu gato, así como mucha higiene al limpiar su arenero.
  • Evitar que tu gato coma carne cruda, salga a cazar o tenga contacto directo con tus alimentos.
  • No consumir carne cruda o a media cocción.
  • No consumir agua sin hervir (OJO: las gotas desinfectantes no sirven para eliminar a T. gondii u otros parásitos).
  • Realizar pruebas serológicas o PCR a mujeres interesadas en embarazarse y darles tratamiento preventivo (profiláctico) si están cursando la fase aguda.

A pesar de todo lo que se sabe, Toxoplasma gondii todavía guarda muchos secretos por descubrir, por lo que es un parásito muy interesante para la ciencia.

 

 

Más información:
Centro de Investigación en Ciencias de la Salud
Facultad de Ciencias de la Salud
Dra. María Dolores Correa Beltrán