Posadas: origen y tradiciones
María Elizabeth de los Rios Uriarte, investigadora de la Facultad de Bioética, y Andrea Pérez Roldán, asistente de la Dirección de Investigación, nos hablan del origen e historia de las posadas.
La doctora María Elizabeth de los Rios Uriarte, profesora e investigadora de la Facultad de Bioética, y la maestra Andrea Pérez Roldán, asistente de la Dirección de Investigación, ambas de nuestra Universidad Anáhuac México, comparten con la Comunidad Universitaria un texto sobre el origen y significado de las posadas.
Posadas: origen y tradiciones
Una tradición arraigada en este tiempo previo a la Navidad son las posadas y, aunque hoy están rodeadas de un ambiente festivo y gastronómico, conviene recordar su origen y significado.
Antes de la llegada de los españoles, los aztecas celebraban a Huitzilopochtli, el dios de la guerra, mediante una ceremonia denominada “levantamiento de las banderas” en donde adornaban el templo con estandartes y colocaban banderas en los árboles, prácticas que duraban 14 días aproximadamente.
Con el arribo de los españoles, estas prácticas fueron suplantadas por el significado de la Navidad y en preparación esta. Así, desde el día 16 de diciembre, se celebraban misas llamadas “de aguinaldos” datando la tradición más conocida de 1587 celebrada en San Agustín de Acolman. Con el afán de atraer a más fieles incorporaron en la celebración, velas, villancicos y dulces, de igual manera, con el paso del tiempo, las piñatas se fueron consolidando como parte de la tradición de las posadas.
Ahora bien, es necesario mencionar que en dichas misas se interpretaban pasajes de la Navidad como el peregrinar de María y José en su búsqueda de un lugar apropiado para dar a luz al niño Jesús. Recordar esos momentos de angustia, soledad, miedo, pobreza y vulnerabilidad es central para la tradición, pues los colores, sonidos y sabores no deben distraer la atención de lo verdaderamente importante que es preparar el corazón para que en él encuentre Jesús un pesebre limpio y transparente para nacer en cada uno.
Es por esto que un momento fundamental de una posada es aquel en que se revive este momento de búsqueda tan especial y que nos lleva a formar dos grupos de personas: unos que esperan dentro de la casa y que irán respondiendo como, otrora, respondieron los posaderos a José y a María: “Aquí no hay lugar, vayan a otro lado”, y un grupo fuera de la casa donde se celebra la posada y que emulará ese sentimiento de desasosiego de los padres de Jesús hasta hallar un lugar en un establo en medio de la miseria más cruel, pero acogido por la sencillez de los pastores y la admiración de los reyes de Oriente.
De esta forma, se conmemora la naturaleza humana y divina de Dios que se encarnó en la frágil figura de un niño y sus padres agotados y preocupados, pero sostenidos y protegidos por el coro de ángeles que anunciaron el nacimiento del hijo de Dios.
Abrir las puertas y dejar pasar a los peregrinos es ya un triunfo y una victoria que Dios derrama sobre José y María, y por eso es motivo de festejo y alegría. Es por esto que, habiendo recibido a los peregrinos, se procede a romper la piñata que viene rellena tradicionalmente de frutas y actualmente de dulces. Esta tiene también su propio significado, pues representa el pecado que debe ser superado -roto- por cada cristiano ayudado de la gracia, que es el palo que se usa para pegarle y orientado por el pueblo o comunidad que jubilosos cantan “dale, dale, dale, no pierdas el tino”. El feliz momento del quiebre y salida de los dulces no es sino el instante victorioso de haberle ganado la batalla al mal, al pecado, al demonio y por eso los frutos -dulces- que se recogen no son sino los talentos recibidos que se comparten y ponen al servicio de la comunidad y representan el don de la generosidad al que todos estamos llamados como hermanos.
Por su parte, las velas y luces de bengala que se acostumbran prender son símbolo de la luz que debemos emitir cada uno para alumbrar el camino de la gracia y de la fe.
Las posadas son una tradición llena de importantes significados, además, convocan a familia y amigos y permiten celebrar una Navidad donde lo más valioso es Jesús y su venida al mundo, y que cada uno permita que este hecho vuelva a suceder en su interior con la confianza y la serenidad de saber que vamos caminando juntos como hermanos y que Dios va colmándonos de gracia y bendiciones todos los días.
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La doctora María Elizabeth de los Ríos Uriarte es maestra en Bioética y doctora en Filosofía, Técnico en Urgencias Médicas (TUM) por Iberomed A.C. y scholar research de la Cátedra UNESCO en Bioética y Derechos Humanos. Es además Miembro de la American Society for Bioethics and Humanities, del Colegio de Profesionistas posgraduados en Bioética de México, de la Academia Nacional Mexicana de Bioética y Miembro de Número de la Academia Mexicana para el Diálogo Ciencia-Fe.
Ha impartido clases en niveles de licenciatura y posgrado en diversas universidades y ha participado en distintos congresos nacionales e internacionales de Filosofía y Bioética. Actualmente es profesora y titular de la Cátedra de Bioética Clínica de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México.
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Dra. María Elizabeth de los Rios Uriarte
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