El arte de vivir de la investigación en FIL Guadalajara
Cuatro investigadores de distintas áreas compartieron, en FIL Guadalajara, con estudiantes de secundaria y preparatoria los desafíos y triunfos de dedicar sus vidas a preguntarse cosas.
Viajar y conocer personas de distintas latitudes y pensamientos que te complementen es una de las cosas que no siempre se piensan en el oficio de un investigador. El lugar común suele ser imaginárselo atado a un escritorio, leyendo sin parar.
Y sí, también algo hay de eso. Pero hay un poco de todo en el oficio de investigar. Para compartirlo, se celebró el Octavo Coloquio de Fomento a la Investigación. ¿Dónde estás, Sofía? Leer, pensar y hacer para ser.
En esta charla, organizada por la Universidad Anáhuac México, cuatro investigadores de distintas áreas compartieron con estudiantes de secundaria y preparatoria los desafíos y triunfos de dedicar sus vidas a preguntarse cosas.
Jose Pozón López, director de investigación de la Universidad Anáhuac y moderador de la charla, cree que ser investigador es muy parecido a ser director de cine, escritor o periodista. “Todos estos oficios deben entender la realidad que están planteando, y esto se basa en hacer preguntas”, señaló.
Para Itzelín del Rocío Mata Navarro, investigadora del ITESO, todo comienza con la curiosidad. “Todo viene de una pregunta principal que uno se hace, que nos ronda a veces como juego. En mi caso, le preguntaba a mi mamá: ‘¿Qué crees que vaya pensando ese señor que va por ahí?’ o ‘¿Por qué esa persona opina de esta forma y se pelea con la otra?’”, relató en la charla. “Por eso estudié la maestría en Filosofía y Ciencias Sociales. Me gusta saber por qué la piensa lo que piensa. Y ahora me pagan por saberlo”.
Ella ahora se dedica a estudios de género, migración, violencia y cuerpo en el ITESO, enfocado en las mujeres centroamericanas que recorren el país rumbo a Estados Unidos.
Cristian Villanueva Santillán, que ha dedicado su vida a los estudios sobre ética de los negocios, secunda la idea de Itzelín. “Los niños siempre queremos saber por qué. Por alguna circunstancia, lo perdemos. Pero hay preguntas que seguimos siglos y siglos sin contestar. Y el aventurarse en este trabajo es un intento de resolverlas”.
Cuenta que por eso decidió dedicarse a la academia y enfocar sus energías en ser el primero en su familia con título de doctor: “Hacer un doctorado es responder preguntas de forma estructurada para dar soluciones efectivas”, señaló.
Dedicarse a la investigación da un propósito real a la utilidad del conocimiento. Lucía Martín López, doctora en Arquitectura, dijo al respecto: “Es decir, proponer que no haya desigualdad de género o discriminación producida por el espacio; adultos mayores que puedan desplazarse, o personas con discapacidad, cómo hacer que las casas funcionen mejor con pocos recursos”.
Enrique Siqueiros Fernández, académico y filósofo de la Universidad Panamericana, también se entusiasma por la parte social de la investigación.
“La capacidad de describir la realidad es emocionante, pero también está la inquietud de transformarla. Viene de la indignación de ver el mundo y sentir que puede ser posible cambiarlo”, señaló.
Los cuatro académicos recomiendan la carrera de investigador, pero, al menos para Lucía Martín, puede que solo se parta de adoptar la costumbre de seguir cuestionando las cosas, aunque no sea una carrera formal.
“Si tienen la curiosidad y no tienen el interés de ser investigadores formales por el Sistema Nacional de Investigadores, se vale. El título no es necesario. Pueden instaurar un departamento de investigación en su empresa, por ejemplo. La curiosidad, al final de cuentas, es compartir y ser mejores personas”, opinó.
“Investigar también te da una mayoría de edad como ciudadano. Te lleva a tomar mejores decisiones, observar finamente los detalles y seguir señalando los problemas cuando los demás se dan por vencidos”, agregó Enrique Siqueiros.
*Con información de Adriana López Acosta.
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