En la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición publicada en 2016, los altos índices de obesidad y diabetes destacaron como el principal problema de salud entre los mexicanos. Según los datos, 73 % de los adultos padecen obesidad, mientras 3 de cada 10 menores y 4 de cada 10 adolescentes sufren de sobrepeso.
Estos datos colocan a México como el país con mayor obesidad infantil y segundo en adultos. En otras palabras, nos encontramos frente a una emergencia de salud sobre la cual se deben tomar medidas inmediatas.
Una de las causas de este problema es que, según números del Instituto Nacional de Salud Pública, en la dieta de niños y adolescentes predominan las bebidas azucaradas, como jugos y refrescos, y la comida chatarra. Esta ingesta excesiva de azúcar y grasas es responsable de enfermedades como diabetes, infartos, altos niveles de colesterol, insuficiencia renal, entre otros.
Al tratarse de un problema nacional, es fundamental que tanto el gobierno como la industria alimenticia y la sociedad civil se involucren en este tema. Uno de los temas que más se están discutiendo actualmente es el etiquetado frontal de los productos procesados.
El etiquetado vigente en México está basado en el sistema de guías diarias de alimentación (GDA), el cual indica la cantidad de energía total y por porción, y el porcentaje de grasas, grasas saturadas, sodio y azúcares que el producto representa en una dieta promedio de 2000 Kcal.
Sin embargo, el diseño y presentación de estos datos fueron creados por la propia industria de alimentos y no toman en cuenta las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Además, se ha comprobado que son de difícil comprensión pues se requieren conocimientos previos en matemáticas y nutrición.
Una de las principales quejas a este etiquetado es que no toma en cuenta a la población más vulnerable: adultos mayores, indígenas, mujeres y personas con alguna discapacidad, grupos donde se concentra la mayor cantidad de gente que no sabe leer ni escribir. Además de que no considera que el 66 % de los alumnos de educación superior tienen un nivel de matemáticas insuficiente, esto según los datos más recientes de la prueba Planea.
Para cambiar esto, la Alianza por la Salud Alimentaria y organizaciones de la sociedad civil, entre ellas El Poder del Consumidor, Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Coalición ContraPESO y The Hunger Project han propuesto un nuevo formato para el etiquetado de bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados.
La propuesta del nuevo etiquetado frontal incluye, además de la información nutrimental, una advertencia en los productos que excedan los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sodio añadido.
Se busca que el consumidor sea capaz de leer, interpretar y comprender la información para que pueda comparar productos y tomar mejores decisiones de compra. El objetivo final del nuevo etiquetado es que los consumidores entiendan el daño que ciertos alimentos producen y que comiencen a elegir opciones más sanas que promuevan una dieta balanceada y sirvan como medidad de prevención de la diabetes y la obesidad.
El nuevo etiquetado ya fue aprobado por la Cámara de Diputados, pero aún falta que sea votado por los Senadores y que la Secretaría de Salud publique la nueva Ley General de Salud para que este etiquetado sea una realidad. De ser así, México se uniría a países como Brasil, Uruguay, Perú y Chile donde este sistema ya se utiliza con resultados favorables.