La incertidumbre no tiene precedentes...
Y la contracción del Producto Interno Bruto a nivel mundial se espera sea la peor desde la Gran Depresión de los años treinta (cercana a 4 %).
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En efecto, en unas cuantas semanas las perspectivas de la economía mundial cambiaron por el impacto del COVID-19, el futuro es aún muy incierto, porque se desconoce la real magnitud de la pandemia. La mayoría de los países del G-20 no escaparán de la recesión, y los países asiáticos más dinámicos, China e India, crecerán raquíticamente ligeramente por arriba del 1 %.
En relación con la economía estadounidense, esta experimentará una dramática caída de alrededor del 24 % durante el segundo trimestre por el confinamiento, para luego rebotar en los siguientes tres meses, partiendo de una base muy baja. Se estima una tasa de desempleo increíblemente alta de alrededor del 20 %, para luego rondar en 8 % hacia finales del año. La Reserva Federal seguirá con tasas de referencia muy bajas, al menos hasta finales de 2021, y la retracción económica para 2020 se espera sea de 4.6 % para esta nación.
En la eurozona y el Reino Unido, la situación es especialmente delicada por su nivel de endeudamiento público. Adicionalmente, la combinación de mayor gasto y menores ingresos fiscales, pueden poner a muchas naciones de la zona al borde de una crisis de deuda; ya que, la política de relajamiento del Banco Central Europeo reduce dicho riesgo, pero no lo elimina. El estrés bancario, comienza ya a sentirse. Y la recuperación tomará forma de “V” para algunas naciones y de “W” para las que presenten un fuerte re-contagio.
Desafortunadamente las perspectivas para el mundo en desarrollo no son mejores que la de los países avanzados. Las deprimidas cotizaciones de las mercaderías y el fortalecimiento del dólar están poniendo presión adicional a su precaria situación. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), significará una disminución de PIB real en este año de aproximadamente 5.3 %, con efectos muy negativos en el empleo. Lo que tendrá resultados desfavorables en pobreza y desigualdad y el logro de los compromisos de la Agenda 2030.
México, caerá también en una recesión “histórica”. Las proyecciones más pesimistas ubican ya una contracción de doble dígito, después de venir de un año sin experimentar crecimiento. La recuperación no se vislumbra antes del 2022 por factores cíclicos y estructurales que afectan a la economía y porque, a diferencia de otras naciones, no ha habido una decidida política fiscal contracíclica que apoye a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), generadoras importantes de empleo y que están en alto riesgo de experimentar quiebras. De hecho, la pérdida de puestos de trabajo en tan solo el mes de abril fue más de 550 mil, la cifra más alta que ha mostrado el indicador desde que se originó.
La pandemia significará un alto costo en vidas humanas, pero también económico y social. Algunos analistas usan la expresión, del comportamiento que observarán muchas variables, en forma de raíz cuadrada; es decir, por el hecho de que tomará muchos años en recuperar los niveles previos al COVID-19. Más que nunca la cooperación internacional se hace necesaria y urgente, y, desde luego, empezando por el logro de la tan ansiada vacuna. Los impactos y los cambios de esta inédita situación auguran, sin duda, una “nueva normalidad”.