Quelites: tesoros ancestrales de la cocina mexicana

Con más de 300 especies en México, los quelites son hierbas comestibles de alto valor nutricional y cultural, considerados un patrimonio gastronómico nacional.
Los quelites —del náhuatl quilitl, que significa "hierba tierna, verde y comestible"— conforman un amplio grupo de plantas fundamentales en la alimentación mesoamericana desde la época precolombina. Contrario a la creencia común, no se trata de una sola especie vegetal, sino de una gran variedad de hierbas, tallos, hojas e incluso flores que se recolectan y consumen frescos o cocidos al inicio del ciclo agrícola, siendo complemento del maíz, los frijoles, los mollis o los caldos tradicionales.
Estas plantas, en muchos casos, crecen de manera espontánea en las milpas, sin necesidad de intervención humana. Algunas variedades, como las verdolagas, los quintoniles, los huauzontles y romeritos, aportan volumen a los guisos, mientras que otras variedades como el epazote, la hoja santa (también conocida como tlanepa o acuyo), el papaloquelite y la pipicha, se utilizan como condimentos naturales por su intenso aroma y sabor.
Aunque todavía se encuentran en mercados rurales, urbanos y supermercados del país, su consumo y diversidad han disminuido considerablemente. Esto se debe, en gran medida, al desconocimiento generalizado, al auge de dietas industrializadas y a la preferencia por hortalizas de origen europeo o asiático, como las lechugas, coles, espinacas y acelgas.
Sin embargo, en diversas comunidades campesinas, donde se mantienen vivas las cocinas tradicionales y se promueven movimientos por la soberanía alimentaria, los quelites viven un importante resurgimiento. Su valor no se limita al sabor y la variedad que aportan a la dieta mexicana, sino que incluyen beneficios nutricionales como hierro, calcio, vitamina C, fibra y antioxidantes.
Fray Bernardino de Sahagún, en el Libro XI de su Historia general de las cosas de la Nueva España, registró más de sesenta tipos de quelites junto con sus nombres y características, reflejando la estrecha relación entre los pueblos originarios y la tierra, así como su profundo conocimiento botánico.
Actualmente, la Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (CONABIO) ha catalogado más de 300 especies comestibles en el territorio nacional. Entre las que destacan los romeritos, los huauzontles, el epazote, las guías y las flores de calabaza, los quelites cenizos, las flores de frijol, las verdolagas, los chivitos, los malacates, el papaloquelite, los quintoniles, la chaya, la lengua de vaca, el chipilín, la pipicha, los alaches y la hoja santa.
Sin duda, frente a la homogeneización alimentaria contemporánea, este alimento representa una forma de resistencia cultural y nutricional. Consumirlo no solo es un acto de reconexión con nuestras raíces, sino también una decisión consciente de la salud, la memoria histórica y el vínculo con la tierra.
Más información:
Dr. Alberto Peralta de Legarreta
alberto.peralta@anahuac.mx
Facultad de Turismo y Gastronomía