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De la medicina al liderazgo en salud y bienestar



De la medicina al liderazgo en salud y bienestar

La historia de Gabriela Clavel muestra cómo el liderazgo auténtico se forja en la adversidad y proyecta una visión ética y resiliente del éxito.

Entrevistamos a Gabriela Clavel (Médico Cirujano, gen. ’12) quien desde temprana soñaba con estudiar medicina, a pesar de no tener antecedentes familiares en el área. Al mismo tiempo, su vida estaba profundamente ligada a la danza: comenzó ballet clásico a los tres años y alcanzó nivel profesional. Sin embargo, al cumplir 18, enfrentó una decisión crucial: continuar su carrera en el ballet o estudiar Medicina. Eligió esta última, dejando atrás años de formación artística.

Nuestra egresada reconoció que durante sus estudios de Médico Cirujano en la Universidad Anáhuac México no se sentía atraída por las clases teóricas, sino que fue hasta el internado y el servicio social cuando descubrió su verdadera vocación, ya que la experiencia de trabajar directamente en un hospital sin residentes, donde los internos asumían un papel operativo crucial, le permitió conectar con la dimensión humana y organizativa de la atención médica.

No obstante, su camino profesional se vio profundamente alterado por una tragedia personal. Un mes después de su boda, su esposo falleció, experiencia que la llevó a replantearse su futuro profesional y emocional. En lugar de seguir la ruta tradicional hacia una especialidad médica, encontró interés en el ámbito empresarial, motivada en parte por el legado de sus padres, ya que su madre fue empresaria y su padre funcionario público y directivo en varias compañías del sector salud.

En ese momento, Gabriela decidió ingresar a la Maestría en Dirección de Instituciones de Salud de la Universidad Anáhuac, justo cuando el programa comenzaba, en lugar de presentar el examen nacional para la residencia médica. Esta decisión fue criticada por algunos colegas, quienes la percibieron como un fracaso. Sin embargo, ella tenía plena conciencia de que no contaba con la estabilidad física ni emocional para enfrentar un proceso tan exigente, y optó por reconstruir su vida desde otra perspectiva.

Mientras cursaba la maestría descubrió el turismo médico, industria emergente en México, enfocada en atraer pacientes extranjeros, especialmente de Estados Unidos y Canadá, que buscan atención médica de calidad en destinos nacionales. Observó cómo en lugares como Puerto Vallarta, donde su padre tenía propiedades, los jubilados extranjeros comenzaban a requerir servicios médicos, lo que demandaba una transformación en la atención de salud local. A pesar de la incredulidad de algunos compañeros y profesores, Gabriela persistió en desarrollar esta idea en todos sus proyectos académicos y gracias al apoyo de sus docentes, logró convertirla en un modelo de negocio.

Al concluir la maestría, fundó su propia empresa y comenzó a buscar alianzas con hospitales de prestigio. No obstante, enfrentó múltiples rechazos en sus primeras gestiones. Ante este panorama, recurrió a su red de contactos en Estados Unidos y, gracias al boca a boca empezó a recibir a sus primeros pacientes internacionales.

Inicialmente, estaba enfocada en procedimientos quirúrgicos en Vallarta y la Ciudad de México, pero su empresa fue ampliándose hacia consultas clínicas, tratamientos recurrentes e incluso hospitalización en casa, aprovechando los departamentos de su padre y adaptándolos como espacios médicos con atención especializada.

Posteriormente, añadió una tercera línea de negocio: el wellness corporativo. Esta innovación surgió como respuesta a la NOM-035, que exige a las empresas cuidar la salud física y mental de sus colaboradores. Diseñó programas personalizados que incluyen análisis clínicos, pausas activas, charlas sobre salud mental y servicios de nutrición personalizados. Actualmente, su empresa celebra ocho años de operación, y muchas de las personas que alguna vez dudaron de su elección profesional, hoy colaboran con ella.

Gabriela menciona que uno de sus mayores retos personales fue afrontar el duelo por la pérdida de su esposo, pues pasó de estar bajo el cuidado de su familia y de su pareja, a enfrentarse sola a la vida. También ha vivido otros momentos difíciles: su madre fue diagnosticada con Parkinson, lo que transformó su visión sobre el cuidado de personas con enfermedades neurodegenerativas; además, durante su embarazo, su bebé estuvo en terapia intensiva y requirió dos cirugías. A pesar del dolor, estas experiencias fortalecieron su resiliencia y reafirmaron su creencia de que siempre es posible volver a comenzar.

Al recordar su estadía en la Universidad Anáhuac México, reconoce que recibió una formación que va más allá del conocimiento técnico, pues también recibió una formación en liderazgo que lleva tatuada. Esta experiencia le permitió construir una red de apoyo entre egresados con quienes colabora estrechamente en la actualidad. De hecho, la mayoría de los integrantes de su equipo son también egresados Anáhuac, lo que facilita una sinergia profesional basada en valores compartidos.

Para ella, el liderazgo implica tener la capacidad de transformar la realidad e influir en los demás con una visión ética. Destacó que durante su gestión como directora de una clínica del ISSSTE, con más de 200 personas a su cargo, aprendió que liderar implica conocer a fondo a cada miembro del equipo, escuchar activamente y generar un entorno empático y colaborativo. Esta experiencia reforzó su convicción de que el liderazgo auténtico no se impone, se construye con base en la confianza.

Su figura de inspiración más importante es su padre, quien a los 11 años viajó solo desde Oaxaca a la Ciudad de México en busca de oportunidades. A pesar de quedar huérfano desde los 9 años y no contar con recursos, logró convertirse en apoderado legal del IMSS y hoy, a sus casi 70 años, está por concluir un posdoctorado. Para Gabriela, él representa la voluntad inquebrantable de superarse. Asimismo, admira profundamente a mujeres jóvenes que lideran proyectos financieros y sociales, especialmente aquellas que generan impacto desde una postura ética y comprometida.

Finalmente, aseguró que tiene plena confianza en el poder transformador de los jóvenes, ya que considera que estos cuentan con acceso a la tecnología y a información sin precedentes, lo que les brinda una oportunidad única para incidir en el cambio social. Desde su experiencia como madre, se muestra esperanzada en el mundo que su hijo y su generación podrán construir.

Se despidió compartiéndoles el siguiente consejo: “Estar bien informado da poder para tomar decisiones y evitar errores”. 

Esto debido a que, en su caso, le costó mucho preguntar por miedo o por la rigidez del entorno médico, donde las preguntas "mal hechas" podían recibir respuestas agresivas. Por ello, actualmente inculca en sus alumnos el valor de cuestionarlo todo.


Más información:
Mtra. Giselle Escalante Castillo
giselle.escalante@anahuac.mx
Dirección de Egresados