La Rosca de Reyes: Un círculo de tiempo y tradiciones
Presentamos un texto del Dr. Alberto Peralta en el que aborda la historia de este tradicional pan y el contexto cultural de esta costumbre que suele hacerse en familia o rodeado de seres amados.
Una de las características simbólicas más notables del pensamiento occidental es la forma geométrica con la que interpreta el espacio y el tiempo. Para nosotros en la Tierra el tiempo es una línea continua que tiene un principio y un fin, mientras que en la eternidad el tiempo se vuelve parte de la perfección circular o esférica. Medimos el tiempo finito en función del tiempo sagrado, que percibimos eterno, y por eso nos gustan particularmente los ciclos y las completitudes.
La tradicional Rosca de Reyes se relaciona con esta manera cíclica de ver el mundo y con la celebración de las completitudes temporales. Por principio, la rosca es un pan, objeto comestible que en Occidente consideramos el símbolo del alimento por excelencia. Obtener el pan con el sudor de la frente o recibir de Dios el pan de cada día, significa tener lo suficiente para vivir y, al transformar ese alimento en comida, compartiéndolo en una mesa, queda también cubierto el aspecto emocional que toda buena comida requiere.
Tradicionalmente, la Rosca de Reyes se prepara y comparte durante los primeros días del año, alrededor de la celebración de la epifanía o visita de los Reyes Magos al Niño Jesús. La rosca es un alimento recurrente cuyo significado y forma se relacionan simbólicamente con una completitud circular, por lo que debemos ver en ella la representación de un ciclo temporal que se cierra para que otro comience.
En los antiguos calendarios agrícolas la epifanía (επιφάνεια) era el momento en que el sol niño se manifestaba, brillante fenómeno astronómico que se observa 12 días (una completitud) después de su nacimiento (natividad) durante el solsticio de invierno. Y resulta curioso porque, aunque ya no recordemos estas cosas, a los mexicanos este delicioso pan no nos sabe si lo consumimos fuera del contexto adecuado.
La Rosca de Reyes tuvo sus orígenes en el mundo clásico grecolatino, aunque es posible que con los siglos se emparentara también con el diseño español de las coronas de adviento o la de un rey. En Roma se elaboraban a fin de año panes redondos y dulces que se obsequiaban a los pobres. Siglos más tarde comenzó la tradición de introducir un haba seca en la masa del pan para que quien la encontrara fuera proclamado simbólicamente rey de reyes o rey de la haba, y con el tiempo esta legumbre se transformó en las modernas figuras del Niño Dios que encontramos dentro de las roscas.
En la Edad Media, a este pan conmemorativo se le conoció como Roscón de Reyes, pero no era único en su tipo, pues una tradición mozárabe recogida por el poeta andalusí Ben Quzmán en el siglo XII indica que al sur de España se preparaba el hallullo, un pan que en vez de un haba resguardaba una moneda. Desde luego, aquellos roscones no se elaboraban con la tradicional masa de bizcocho mexicana, sino con masa de hojaldre y, siglos más tarde, fue en nuestro territorio donde comenzó su ornamentación con azúcar y frutas secas o cristalizadas. Una antigua tradición europea de hacer pagar el próximo roscón a quien hallara el haba o la moneda se transformó en México en la obligación de repartir tamales el Día de la Candelaria, que celebra el fin de la cuarentena de María y la presentación del Niño Jesús en el Templo.
A pesar de esta larga historia, la tradición de elaborar la Rosca de Reyes en los primeros días del año tiene relativamente poco tiempo en México, pues ni su receta ni su decorado actual aparecen en ninguno de los recetarios antiguos que hoy conocemos. Fue probablemente durante las migraciones españolas de finales del siglo XIX o durante la Guerra Civil, en el primer tercio del siglo XX, cuando la rosca prosperó para rápidamente volverse mexicana.
Lo que no debe olvidarse es que el gran valor de la Rosca de Reyes es que nació para ser compartida, algo que suele hacerse en familia o rodeado de seres amados, convirtiéndola a un tiempo en algo tan práctico como entrañable y amoroso. ¿Y de qué otra manera iba a ser, si hoy en día el pan circular que simboliza la completitud de un ciclo y cuya masa arropa a Dios está disponible hasta en el más indigno de los supermercados?
*Crédito: Imagen generada con la asistencia de ChatGPT
Más información:
Dr. Alberto Peralta de Legarreta
alberto.peralta@anahuac.mx
Facultad de Turismo y Gastronomía