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La luz de una nueva Navidad



La luz de una nueva Navidad

Presentamos un texto en el que se nos recuerda cómo de la Navidad nace la esperanza profunda al constatar la presencia continua de la Encarnación: Dios metido en nuestro contexto muy concreto y personal.

Navidad: época de cenas, de reuniones familiares y amigos; intercambio de regalos y viajes en familia. Más allá de las tradiciones, ¿qué pasa de importante en la Navidad? Desde kínder sabemos la historia de la primera Navidad: nace nuestro Salvador en una cueva en Belén. Esta Navidad 2024 se abre el Año Jubilar en Roma, un año especial de gracias para los católicos.

El Papa Francisco ha querido dedicarlo a la esperanza cristiana para descubrir y renovar la luz de nuestra fe en este Dios hecho hombre. Una fe con un poder transformador que vale la pena desempolvar durante este año especial de gracia. ¿Qué tipo de poder transformador tiene nuestra fe en Jesús?

Tuve la oportunidad hace unos días de acompañar como capellán a un grupo de voluntarios de México a Calcuta, en la India. Allí el testimonio de la Madre Teresa de Calcuta sigue muy vivo. Les invito a entender la Navidad desde la perspectiva de la vivencia profunda de la fe de esta mujer, esta gran santa del siglo pasado. Nos ayuda a entender primero la fuerza que tiene nuestra fe en Jesús: gracias a una relación profunda y personalísima con Jesús, la Madre Teresa pudo irradiar una paz, un amor y una sonrisa que cautivó al mundo entero. El recibir tantos premios y reconocimientos, incluyendo el Premio Nobel de la Paz, nunca afectó su humildad y espíritu de servicio: era muy consciente de que era Jesús quien actuaba en ella y con ella. Desde luego, ella puso toda su energía y mejor esfuerzo, pero con la convicción honda de la gracia divina presente en ella.

De allí se desprende otra lección de la Navidad: Jesús se encarnó hace 2,000 años en el seno de la Virgen María. Esa encarnación se vuelve una realidad universal: Dios se ha asociado con nosotros, los humanos, para siempre. Él quiere y pide encarnarse en cada creyente para seguir transmitiendo el amor y la luz divina en este 2025. La Madre Teresa fue una encarnación clara de Jesús, en cuanto prestó su vida y su ser para servir a los más pobres. Una cantidad enorme de pobres no cristianos entendieron el cristianismo viendo al amor y cuidado tan caritativo de esta pequeña monja. En un mundo lleno de conflictos, en un México con tantos temas de inseguridad y uso de drogas, ¿no será que Jesús se quiere encarnar en ti y en mí esta Navidad para seguir difundiendo la luz de Dios?

De esta manera llegamos del Niño Jesús del año 0, a través de los santos como la Madre Teresa, a nuestra realidad del 2024. ¿Qué sentido tiene festejar la Navidad? Porque nace la esperanza profunda al constatar la presencia continua de la Encarnación: Dios metido en nuestro contexto muy concreto y personal. Jesús nos pide encarnarlo esta Navidad, dar nuestro sí a Él como la Virgen María y como tantos santos, para que sea Él, con su vida, su amor y su visión, quien viva, piense y obre en nosotros.

Que esta Navidad 2024 y este Año Santo Jubilar sea un momento especial para abrir nuestro espíritu a Dios, a su voluntad y plan en nuestras vidas, para poder encarnarlo y transmitir la luz de su amor, en un mundo cada vez más envuelto en la neblina del egoísmo y división.

Como dice el villancico El Tamborilero, quizás no tenemos grandes logros para ofrecer al Niño Jesús este año. Igual que la Madre Teresa, quien era muy consciente de lo ínfimo que resolvía de la pobreza mundial, pero ofrezcamos a Jesús lo poco que tenemos: tocar el tambor, ofrecer una sonrisa y dar una palabra de amor. La cueva de Belén nos recuerda que Dios no busca lo grande y llamativo: solo busca la paja de nuestro amor y esfuerzos. Que Él nos transforme con su poder divino en algo de belleza eterna. ¡Feliz Navidad!


Más información:
P. Peter James Mullan
peter.mullan@anahuac.mx
Dirección de Pastoral universitaria