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“Aquí no nos quieren y allá ya nos olvidaron”: migrantes latinos indocumentados en EE.UU.



“Aquí no nos quieren y allá ya nos olvidaron”: migrantes latinos indocumentados en EE.UU.

Muchas veces hemos escuchado que en Estados Unidos los migrantes indocumentados hacen los trabajos que los americanos no quieren hacer. Esto se vuelve una realidad para aquellos que han tenido que dejar sus países buscando un mejor futuro para ellos y sus familias, es decir, el tan codiciado “sueño americano”.

Un migrante indocumentado es aquel que no tiene estatus legal para estar en el país en el que se encuentra. Esta circunstancia afecta de manera muy profunda a las personas que viven de esta forma, ya que aun siendo un atributo invisible tiene un importante impacto en su vida diaria.

Los migrantes indocumentados se enfrentan todos los días a trabajos precarios en donde son continuamente discriminados. A esto se sumó la retórica del expresidente Donald Trump, la cual generó una mayor vulnerabilidad para los migrantes latinos que viven en Estados Unidos.

La filósofa Judith Butler ha dedicado gran parte de su investigación a conceptualizar la idea de vulnerabilidad, quien entiende este concepto como la presencia continua de inseguridad, explotación y exclusión. Para Butler, todas las vidas son vulnerables, aunque esta no se distribuye de manera igual, por lo que algunas vidas son más vulnerables que otras. Este es el caso de los migrantes indocumentados quienes todos los días se enfrentan a situaciones sumamente complicadas mientras tratan de buscar una mejor vida para ellos y sus familias en sus lugares de origen.

Estados Unidos es el hogar de aproximadamente 11 millones de migrantes indocumentados, de los cuales 78% son de origen latinoamericano. De acuerdo con el Pew Research Center, el sur de California es el hogar de más migrantes indocumentados que cualquier otra región del país y tan lleno de contrastes, pues en tan solo en 20 minutos puedes ir de Beverly Hills al Skid Row.

Los migrantes indocumentados forman un segmento sumamente importante de la población económicamente activa en Estados Unidos. Ellos realizan trabajos considerados invisibles, poco valorados y sucios todos los días. Debido a la retórica antiinmigrante, sus identidades se volvieron hipervisibles, poniéndolos en posiciones aún más difíciles. Lo anterior se traduce a una forma de esclavitud moderna, ya que se enfrentan a robo de salarios y bullying en sus lugares de trabajo mientras que no se sienten con el derecho a quejarse debido a la falta de estatus legal en el país.

De acuerdo con una investigación etnográfica de Segarra (Segarra & Prasad, 2020) llevada a cabo en California de septiembre de 2016 a mayo de 2017, se observó cómo el llevar a cabo trabajos considerados invisibles (por ejemplo, trabajadoras domésticas, cocineros, trabajadores en fábricas, etc.) al combinarse con una identidad hipervisible, es terreno fértil para dar las condiciones en las que puede surgir esclavitud moderna. Los trabajadores entrevistados manifestaron su miedo constante a ser deportados y compartieron cómo eran continuamente maltratados.

Por ejemplo, una mujer de 40 años que trabajaba como costurera aseguró: “Los empleadores abusan de nosotros, los migrantes indocumentados, porque saben que como no tenemos papeles, no podemos perder el trabajo. Es por eso que soportamos tantas humillaciones”. En este mismo sentido, otro migrante llamado Oscar aseveró: “Los migrantes indocumentados somos desechables, ya que, si uno no hace lo que necesitan, pueden traer a otro”.

Escuchar a los migrantes indocumentados y sus historias de vida es elemental para entender su realidad, ya que muchas veces sus historias superan cualquier cosa que nos pudiéramos imaginar. Lupita, una mujer de 65 años me contó la forma en la que su empleadora la había maltratado físicamente: “Una vez mi jefa me pidió que limpiara plata en su casa. No lo hice bien y ella se enojó mucho porque la rayé. No sabía cómo hacerlo bien. Ella fue por el trapo y me talló la mano mientras me decía ‘¡Mira! ¡Ahora puedes sentir cómo sintieron mis cubiertos!’, empecé a llorar, pero no quería que ella me viera porque me sentí muy mal”.

Es de vital importancia pensar en aquellas personas que hoy viven en situaciones precarias, tratando de tener una mejor vida, una que les ha sido negada en sus países. Debemos reflexionar sobre las obligaciones éticas que tenemos con esta población vulnerable y la forma en la que son tratados por la sociedad, una comunidad en la que cada vez hay más migrantes buscando ser incluidos. Sin duda, no podemos permitir que piensen que los hemos olvidado.

Referencias: 
• Butler, J. (2004). Precarious life: The powers of mourning and violence. Verso: New York
• Passel, J. Cohn, D. V. (2017). 20 metro areas are home to six-in-ten unauthorized immigrants in the U.S. Pew Research Center  http://www.pewresearch.org/fact-tank/2017/02/09/us-metro-areas-unauthorized-immigrants/. 
• Segarra, P. & Prasad, A. (2020). Colonization, migration, and right-wing extremism: The constitution of embodied life of a dispossessed undocumented immigrant woman. Organization 27:174–187.

*Fotografía: Cortesía Paulina Segarra


Más información:
Facultad de Economía y Negocios
Dra. Paulina Segarra Silva
paulina.segarra@anahuac.mx