Día Mundial de la Filosofía
La Dra. Elizabeth de los Ríos nos comparte un interesante artículo sobre el Día Mundial de la Filosofía y la importancia de esta disciplina del saber.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) conmemora el tercer jueves de noviembre de cada año (desde 2005) el Día Mundial de la Filosofía, con el objetivo de celebrar la importancia de su reflexión y animar a las personas de todo el mundo a compartir su herencia filosófica entre sí.
Para la UNESCO, la filosofía proporciona las bases conceptuales de los principios y valores de los que depende la paz mundial: la democracia, los derechos humanos, la justicia y la igualdad.
En ese contexto, la Dra. María Elizabeth de los Ríos Uriarte, investigadora de nuestra Facultad de Bioética, nos comparte un artículo sobre el Día Mundial de la Filosofía.
El arte de hacer filosofía
Este 19 de noviembre de 2020 celebramos el Día Mundial de la Filosofía, pero muy pocos entienden realmente la importancia de esta disciplina del saber.
Para algunos es sólo cosa de “elegidos”, para otros es tan abstracta que les parece incomprensible, mientras unos más sólo opinan que los filósofos vivimos en las nubes desconectados de la realidad.
Lo cierto es que esto podría ser cierto si la Filosofía se desvincula de la realidad que la sostiene pues entonces se vuelve mera abstracción y formalismo estéril, pero, cuando se arraiga en ella y se enraiza en la historia de donde nace, adquiere un potente poder transformador porque cuestiona las estructuras y sus fines, y le otorga a la existencia un sentido último que deja aparecer otros modos y otras formas de ser y de estar en el mundo.
Por esto, la Filosofía es, ante todo, liberación. Liberación de nuevas formas inherentes a la misma realidad y su dinamismo. Es así como lejos de ser una acción reservada para unos cuantos, la disposición a filosofar se vuelve constitutivo de todo hombre y mujer que se enfrentan al mundo y desean mirar eso que ofrece como horizonte de esperanza y profecía de novedad.
La Filosofía es, entonces, inherente al ser humano de la misma forma que su respirar o su caminar, pero la suya, es una aptitud que incluye dos facultades: la racionalidad y la afectividad.
El mundo y la existencia se piensan y se sienten. No basta con pensarlos, las teorías no transforman, es preciso sentir la realidad y dejarse afectar por ella y, luego, sólo después de pensarla y sentirla podemos tomarla y transformarla en una acción solidaria y comprometida con eso que detectamos como frágil y vulnerable dentro de ella.
Por esto, no hay mejor manera de crear y formar un mundo nuevo que filosofando sobre él. Así, todo pensamiento es históricamente situado y por ello el primer lugar que nos convoca a pensar es aquel en que tenemos puestos nuestros pies, es decir, la historia y la realidad en la que estamos y sobre la que interactuamos, la nuestra y no otra, la propia y no la ajena.
La Filosofía se vuelve, así, una necesidad vital consistente en tener la conciencia de estar situados frente al mundo, pero también la sensibilidad suficiente para reconocer que ese mundo y esa realidad nos interpelan y nos invitan a profundizar sobre sus posibilidades.
Filosofar es, pues, aprender a ver la realidad desde sí misma y no desde lo que hemos hecho de ella, adentrarse en su misterio y penetrar sus potencialidades. El filósofo busca, pregunta, se inquieta, lamenta y sufre por esa realidad a veces doliente. Aprender a mirar, a veces, también puede ser un proceso doloroso, por eso hay que ejercitar la admiración y la capacidad para dejarse sorprender por aquello que no es aparente.
La Filosofía es tan necesaria como importante, sólo ella puede despertar la esperanza o la desesperación, la alegría o la tristeza, la soledad o la compañía; no hay condiciones para hacerla brotar, no hay reglas que deba cumplir, sólo el deseo interno de ver más allá de lo que vemos y de preguntar por aquello que aún no vemos.
Sólo así, la mirada contemplativa e inquieta del filósofo se vuelve bálsamo y fermento, y su ardua tarea de pensar el mundo deviene el hermoso arte de transformarlo.
La Dra. María Elizabeth de los Ríos Uriarte es Maestra en Bioética y Doctora en Filosofía, Técnico en Urgencias Médicas (TUM) por Iberomed A.C. y scholar research de la Cátedra UNESCO en Bioética y Derechos Humanos. Es además Miembro de la American Society for Bioethics and Humanities, del Colegio de Profesionistas posgraduados en Bioética de México, de la Academia Nacional Mexicana de Bioética y Miembro de número de la Academia Mexicana para el Diálogo Ciencia-Fe.
Ha impartido clases en niveles de licenciatura y posgrado en diversas universidades y ha participado en distintos congresos nacionales e internacionales de Filosofía y Bioética. Actualmente es profesora y titular de la Cátedra de Bioética Clínica de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México.
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Facultad de Bioética
Dra. María Elizabeth de los Ríos Uriarte
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