Repensar el desafío curricular en la educación superior en tiempos de COVID-19
El Mtro. Juan Carlos Alvarado Pérez, académico e investigador de nuestra Universidad, nos comparte un interesante artículo sobre este tema.
El académico e investigador de nuestra Universidad Anáhuac México, Mtro. Juan Carlos Alvarado Pérez, nos comparte un interesante artículo sobre el repensar el desafío curricular en la educación superior en tiempos de COVID-19.
Repensar el desafío curricular en las instituciones de educación superior en tiempos de COVID-19
La situación de la época actual en México, históricamente castigada en el ámbito económico, social y ambiental por múltiples factores, un escenario de crisis global convulsionada (Damián, 2015), se ve doblemente amenazada por la llegada del COVID-19, un fenómeno que nadie se esperaba o que por lo menos no con la magnitud que se vive y que vislumbra un escenario complicado.
“La difusión del COVID-19, descubierto el 30 de diciembre de 2019, demostró que todo proceso global actual tiene gran aceleración” (Buzai, 2020), “con la identificación de los primeros casos en México, a partir del 20 de marzo el gobierno federal declaró la suspensión de actividades educativas presenciales en los sistemas público y privado” (Ornelas-Aguirre, 2020), de la mano con la estrategia central del país para enfrentar esta emergencia sanitaria invitando a la población en general al confinamiento en sus hogares y mantener una sana distancia al salir por lo estrictamente necesario. Este es seguramente uno de los más grandes desafíos que enfrenta la humanidad, además de poner seriamente en riesgo la salud, existen daños colaterales, en principio pone de manifiesto las múltiples condiciones desfavorables y de desigualdad que vive la población del país, la educación no es ajena a esta amenaza, se vio obligada prácticamente de la noche a la mañana en todos sus niveles a continuar y ejercer su actividad formadora con un desarrollo y vivencia curricular no presencial.
Las universidades de todo el mundo están mudando rápidamente a las clases en línea, ¿los estudiantes aprenderán tanto como lo hacen en las aulas físicas?, se ha convertido en una pregunta de investigación globalizada relevante (Abreu, 2020). En México, ¿cuáles son las amenazas? Vale la pena para beneficio de todos, indagar sobre este fenómeno y detectar los retos para poder planear estratégicamente las acciones a tomar. El verdadero desafío en esta nueva realidad, bajo estas nuevas condiciones es asegurar el aprendizaje significativo y la formación integral. En el presente ensayo se reflexiona sobre los principales retos curriculares que enfrenta la educación superior en México, a partir del entorno generado por la pandemia del COVID-19.
Desarrollo
La humanidad, ante la emergencia sanitaria del COVID-19 se encuentra inmersa en la alegoría que Platón menciona en el Mito de la Caverna (Platón, 1992), en el ámbito de las instituciones de educación superior, esta situación pone en evidencia condiciones desfavorables ya existentes que se acumulan a las generadas por la pandemia, (Acosta Ochoa, 2020) plantea tres tensiones: en primer lugar la tensión entre la desigualdad existente y el logro educativo, es decir, las aspiraciones del estudiante de obtener resultados satisfactorios en su evaluación y su preparación adecuada para el desenvolvimiento profesional; la segunda tensión existente entre la inmovilidad y la reactivación de la vida académica mediada por tecnologías digitales; por último la tensión entre las aspiraciones de lograr los objetivos de aprendizaje planteados, y la posibilidad de que eso no pueda ser posible dado el contexto en el que se han instrumentado las acciones de retorno a la vida escolar. En estas sombras o tinieblas tiene que hallarse el camino que lleve a la luz, a esa nueva realidad estable y favorable, más profunda y completa al conocimiento, en educación superior debe encontrarse esa luz generando un auténtico liderazgo curricular. Aquí se detecta el primer desafío: analizar permanentemente el contexto, ya que estará envuelto en drásticos cambios, el currículo debe también tener una rápida adaptación.
El desafío del liderazgo curricular debe tener como objetivos trascendentes, que el estudiante universitario adquiera un aprendizaje significativo alineado a su quehacer profesional, el desarrollo del pensamiento crítico y la conciencia de la importancia de la formación integral con independencia del ambiente de aprendizaje y la temporalidad a lo largo de la vida, el currículo debe ser lo suficientemente flexible para el análisis y vigencia de estas metas. La autogestión del liderazgo curricular debe permitir procesos claros y sistémicos en sus etapas de diseño, aplicación y evaluación, evitando la simulación para un auténtico conocimiento, control, corrección y alcanzar la calidad.
A través de la reflexión del quehacer de los diferentes actores, se analiza su inmersión, responsabilidad y el efecto de su acción curricular en el cumplimiento de la meta trascendente.
El alumno, siempre al centro formativo, actualmente pasa por un estado de desconcierto, se siente solo y a la deriva, la consecuencia inmediata es el abandono y la exclusión, la pérdida de la presencialidad real o virtual de cientos de jóvenes significa un retroceso aún mayor en la búsqueda de la equidad (Buendía Espinosa, 2020). Es imperativo hacer consciente al alumno que debe asumir un protagonismo más activo y aprender a gestionar su propio proceso formativo, el desafío es conocer el nuevo perfil del estudiante para una mayor personalización del proceso de aprendizaje, un diseño curricular más dinámico y atractivo que acorte las diferencias sociales, se enriquezca con la diversidad cultural y, revivir la experiencia extracurricular en su justa medida para fortalecer su formación integral.
El docente quien se asume como formador, reflexiona sobre su disciplina y su quehacer profesional para lograr los objetivos trascendentes, debe estar aún más presente en la práctica curricular, en este sentido como lo menciona (Chehaibar, 2020) con un currículo flexible como principio en el escenario de esta pandemia, el desafío a pesar de la distancia es tener una participación colegiada, el intercambio de prácticas exitosas, una actitud comprometida y activa, pues los docentes son los sujetos del desarrollo curricular, respetando la autonomía y capacidades de los estudiantes. El docente como experto curricular tiene el desafío de ser alumno y guía a la vez, debe ser el primero en adaptarse al nuevo contexto, indagar en el aprendizaje, realizar una metacognición, reaprender e implementar nuevos paradigmas curriculares.
Las instituciones deben facilitar el proceso de cambio, el proceso evolutivo hacia la mejora educativa y curricular, fortalecer la comunicación, ser pilares de seguridad, de contención, de acuerdo con (Barrón Tirado, 2020), es un momento que obliga a repensar el sentido de la misión de la institución y del currículo formal. Las instituciones responsables de la oferta académica, de la actualización de planes y programas de estudio, el desafío es establecer estrategias innovadoras para detectar necesidades educativas en la sociedad y en el ámbito empresarial para evitar contenidos disciplinarios alejados de la realidad y dar una nueva orientación a aquellas prácticas curriculares obsoletas, debe adelantarse, apoyarse de la investigación para realizar una interpolación a través del tiempo y formar para el futuro, a través de un currículo formal innovador y en su caso disruptivo.
Otro desafío del ejercicio curricular, en todas las manifestaciones de sus dimensiones: formal, vivido, oculto, transversal y extracurricular; para la educación superior en el entorno de la nueva realidad, es el de dirigir sus esfuerzos a la formación de tres tipos de habilidades principales para el éxito académico y profesional: habilidades tecnológicas, habilidades blandas y habilidades de autogestión. Además sensibilizar y concientizar en los aspectos de cuidados de la salud, evitando excesos, la importancia de la higiene, adquirir alfabetización físico deportiva y, el equilibrio mental y emocional; el disfrutar y desarrollar la conciencia artística, lo cual abonará a la imaginación e innovación; el medio ambiente, garantizando su sostenimiento presente y futuro; e inclusión, “un mundo más equitativo y respetuoso frente a las diferencias para beneficiar a todas las personas independientemente de sus características, sin estereotipos ni exclusiones” (Henao Gil, 2020), muchos estudiantes con discapacidad eliminarán sus barreras con un adecuado aprendizaje virtual, un aprendizaje más justo.
No debe olvidarse el desafío de la internacionalización del currículo, “en las instituciones de educación superior mexicanas, la internacionalización del currículo no solo es la estrategia más descuidada, sino que es prácticamente ausente” (Gacel Ávila, 2020). La internacionalización se limita a la movilidad de estudiantes y de docentes, la cual se vio reducida prácticamente a cero y será muy limitada por lo menos en los ciclos inmediatos, esto “llevará a las instituciones de educación superior a diseñar, implementar y robustecer estrategias que promuevan en los estudiantes el logro de las competencias globales a través del currículo y sin moverse de sus hogares” (Toro González, 2020), es decir, llevar la internacionalización a casa. Este panorama también da la ventaja al currículo de acelerar su transformación para que se puedan incluir elementos de internacionalización, los estudiantes pueden tener vivencias multiculturales y enriquecerse de las experiencias de los mejores docentes, aunque se encuentren físicamente en lugares alejados.
Conclusiones
Es inevitable estar inmersos en esta nueva realidad, es momento de aprender, de adaptarse, de valorar y aprovechar esta oportunidad para dar un nuevo sentido y pragmatismo al ejercicio curricular. “Es deseable que la pandemia del COVID-19 sea recordada también por impactos positivos en la educación superior mexicana, al ser el periodo cuando las tecnologías digitales irrumpieron de manera definitiva en los procesos de enseñanza-aprendizaje más allá de los medios tradicionales” (Malo Álvarez et al., 2020). Ser conscientes de las fortalezas educativas que se han mantenido históricamente y de aquellos aciertos innovadores, disruptivos, de metodologías activas, del uso tecnológico que no llegaron a masificarse por la inercia de una educación tradicional, es momento de dar oportunidad al currículo en sus diferentes manifestaciones de estar más presente que nunca.
Para poder sortear con éxito los desafíos curriculares que se presentan en este nuevo entorno es necesario invertir aún más tiempo en la planeación y preparación de las unidades didácticas, que la sistematización y la innovación convivan armónicamente y se desarrollen en una espiral sin fin hacia la mejora continua, es momento que las metodologías activas se vuelvan cotidianas, es momento del aprendizaje invertido, del aprendizaje intensivo, del aprendizaje híbrido.
La formación integral debe ser protagonista en el currículo para alumnos, docentes, directivos y personal administrativo. Entender esta nueva realidad curricular también es parte de un aprendizaje significativo, para poder adaptar, migrar e innovar el diseño y el desarrollo curricular, e inclusive, reaprender, reconceptualizar y sistematizar la evolución del currículo universitario.
Como último desafío está el generar un efecto multiplicador de las prácticas curriculares exitosas, desde su diseño, su puesta en marcha y su evaluación. Hoy más que nunca se encuentra vigente la frase de Frida Díaz Barriga: “La calidad educativa se encuentra estrechamente ligada a la transformación de los paradigmas educativos y a la innovación del currículo y la enseñanza” (Díaz Barriga, 2010).
El profesor Juan Carlos Alvarado es Ingeniero en Computación por la Facultad de Ingeniería de la UNAM, tiene una Especialidad en Docencia con Base en Competencias y la Maestría en Educación por la Universidad Anáhuac México, cursó los estudios del Doctorado en Liderazgo y Dirección de Instituciones de Educación Superior en la Universidad Anáhuac, actualmente desarrollando su tesis en el área de formación integral.
Referencias:
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Escuela de Ciencias del Deporte
Dr. Juan Carlos Alvarado
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