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Los retos de la salud mental en la pospandemia

Los retos de la salud mental en la pospandemia

La Dra. Erika Benítez comparte un artículo en el que aborda el tema de la salud mental y los desafíos que esta enfrenta más allá del tema del COVID-19.

La pandemia por COVID-19 ha traído consigo muchos más desafíos que la enfermedad en sí misma, pues no solo se ha asociado con un incremento significativo en los trastornos mentales, sino que ha puesto en manifiesto las fallas que se tienen en el sistema sanitario.

Particularmente, la salud mental ha sido descuidada, al grado en que no es descabellado considerar que las más de mil millones de personas que se calcula sufren en el mundo de trastornos mentales, neurológicos o psicosociales, han sido invisibles ante la sociedad.

La marginación, el estigma, la pobreza y las condiciones que otorgan vulnerabilidad social conducen a que las personas con disminución de salud mental presenten también enfermedades físicas concomitantes, discapacidad, desajuste académico, laboral y social, y una probabilidad de muerte prematura entre un 40 y un 60% mayor que la población general, no solo por el deterioro de la salud física, sino también por la conducta suicida estrechamente relacionada.

La insatisfacción profunda, las crisis de vida y la presencia de trastornos mentales en los diferentes grupos poblacionales plantean retos que no son exclusivos del sector sanitario, sino que se extienden a la vida social y comunitaria.

De cara a la pospandemia, los grandes cuestionamientos versan sobre ¿qué acciones se deben implementar para que la salud mental abandone el terreno de lo oculto e inapreciable?, ¿cómo lograr que se cumpla el tercer objetivo de desarrollo sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades?, o bien, ¿qué estrategias son las que se tienen que implementar para que el derecho a la protección de la salud mental, como enfatiza la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, sea una realidad y no solo una utopía?

Sin duda, dar respuesta a estas interrogantes requiere de una honda reflexión y de una transformación profunda. La inversión en salud, en particular en el área de salud mental, es necesaria para enfrentar los retos derivados de la emergencia sanitaria; destinar mayor presupuesto a la intervención especializada, pero sobre todo a la prevención y diagnóstico oportuno, constituirían un gran avance en el tema.

La implementación de campañas de sensibilización con el propósito de reducir el estigma social disminuiría la brecha existente entre las afecciones psicológicas y la atención oportuna de las mismas. La capacitación satisfactoria de los medios de comunicación en esta área permitiría incrementar la comprensión social de las crisis de vida y los trastornos mentales, y favorecería el entendimiento de que sin importar el padecimiento que se tenga, siempre existen posibilidades de bienestar.

El involucramiento de todos los miembros de la sociedad en la promoción de la salud mental es cardinal; reconocer que toda persona posee dignidad ontológica e inalienable orienta al respeto de los derechos humanos y permite una visión empática, así como de solidaridad, sociabilidad y subsidiariedad, que tan necesaria es y será para la humanidad.

La Dra. Erika Benítez Camacho, autora de este texto, es miembro activo de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, así como de la Academia Nacional Mexicana de Bioética. Cuenta con diversas publicaciones en artículos de investigación, revistas científicas y arbitradas, tanto nacionales como internacionales.

Suma más de 15 años de experiencia como psicoterapeuta en consulta privada, y es especialista en adolescentes y adultos. Actualmente es coordinadora del área clínica de la Facultad de Psicología de nuestra Universidad Anáhuac México y cuenta con más de 15 años de experiencia docente.

 


Más información:
Dra. Erika Benítez Camacho
Facultad de Bioética
ebenitez@anahuac.mx