El Centro de Bioética Global Aplicada (CIBIGA) reflexionar sobre las consecuencias de los actos humanos sobre sus semejantes y sobre el medio ambiente, desde una perspectiva interdisciplinaria y aplicada.
La Bioética Global no es una disciplina nueva, sino que fue desarrollada en los años 70 por el oncólogo Van R. Potter, tomando las enseñanzas de su predecesor Fritz Jahr sobre la bioética y la necesidad de construir una moral que protegiera a todos los seres vivos.
Esta protección no solo se limita a la familia humana, sino que incluye la casa común, sustentando el llamado “imperativo bioético” en la interdependencia del ser humano con el medio ambiente en el que vive, del que se nutre y del cual su vida depende.
A partir de los desarrollos de Jarhr, Van R. Potter retoma la idea de emplear una metodología interdisciplinaria para la colaboración entre conocimientos: las humanidades, las ciencias biológicas y las ciencias sociales para asegurar el “puente hacia el futuro” de la familia humana ante los peligros que se perfilaban con los grandes avances de la biotecnología y el horror que perduraba en la conciencia de los científicos a raíz de las prácticas realizadas en los laboratorios de la Alemania nazi.
Mucho se ha desarrollado desde entonces sobre la protección de la dignidad humana en los laboratorios y la investigación, sin embargo, en el transcurso del siglo XXI se está poniendo de manifiesto que los avances científicos no están acabando con las lacras que flagelan a la familia humana: el hambre, la pobreza, la violencia y la progresiva destrucción del planeta, pues estos siguen siendo los males que azotan a la mayoría de la población mundial y, muy al contrario de lo que pudiera augurarse, van incrementando su brecha y su crueldad ante un medio ambiente agonizante.
Substraer a la Bioética Global de los laboratorios, de los grandes discursos y de los desarrollos teóricos para bajar sus principios e implementarlos en la realidad de la mayoría de la población mundial, en un trabajo conjunto con el resto de las disciplinas (derechos humanos, ciencia, tecnología, bioética, etc.) e instituciones, es el imperativo bioético que debemos asumir como académicos.
Este mandato también es la encomienda del Papa Francisco, por ejemplo, en su discurso para la Universidad Roma Tre: “Los grandes cambios exigen un replanteamiento de nuestros modelos económicos, culturales y sociales, para recuperar el valor central de la persona humana”. Asimismo, en el discurso dirigido a la delegación de la Villanova University en Filadelfia, Estados Unidos: “Un aspecto urgente de esta misión educativa es el desarrollo de una visión universal, “católica” de la unidad de la familia humana y de un compromiso en la solidaridad activa necesaria para combatir las grandes desigualdades e injusticias que caracterizan al mundo de hoy”.
Como resultado, reflexionar sobre las consecuencias de los actos humanos sobre sus semejantes y sobre el medio ambiente, desde una perspectiva interdisciplinaria y aplicada, teniendo como principales premisas el compromiso con la familia humana y sus problemas reales, son los principios que guían los trabajos del Centro Interdisciplinario de Bioética Global Aplicada (CIBIGA) y al que invitamos a todas y todos los interesados.
Más información:
Dra. Victoria Fernández Molina
Coordinadora del Centro Interdisciplinario de Bioética Global Aplicada (CIBIGA)
Facultad de Bioética
victoria.fernandezmo@anahuac.mx