Pasar al contenido principal

Neil Harbisson y el ciborgismo

Neil Harbisson y el ciborgismo

2 de septiembre de 2024

Autor: Juan Manuel Palomares Cantero

English version

 

Introducción

En la actualidad, los avances tecnológicos ocurren a un ritmo vertiginoso, y Neil Harbisson1 se ha convertido en un ícono del encuentro entre lo humano y lo tecnológico. Nacido con acromatopsia, una condición que le imposibilita percibir colores, Harbisson no solo superó esta limitación, sino que transformó su discapacidad en una nueva forma de experimentar y crear arte. Esto fue posible gracias a la implantación de una antena en su cráneo, lo que lo convirtió en el primer ciborg legalmente reconocido en el mundo. Este dispositivo no solo le permite "escuchar" los colores a través de vibraciones, sino que también redefine su identidad, invitando a reflexionar sobre qué significa ser humano en una era dominada por la tecnología2.

El ciborgismo3, concepto que describe la integración de la tecnología en el cuerpo humano para ampliar sus capacidades, ha sido durante mucho tiempo un tema recurrente en la ciencia ficción. Sin embargo, figuras como Harbisson han hecho de esta idea una realidad palpable. Este movimiento, que entrelaza lo biológico y lo tecnológico, no solo expande las capacidades humanas, sino que también desafía nuestras concepciones tradicionales de identidad, ética y percepción4. A medida que la tecnología sigue avanzando, el ciborgismo plantea interrogantes fundamentales sobre el futuro de la humanidad y las posibles repercusiones sociales, legales y culturales que conlleva.

Además, el caso de Harbisson subraya la creciente fusión entre el arte y la tecnología. Su capacidad para transformar la experiencia sensorial en una obra de arte abre nuevas fronteras en el campo artístico, donde la tecnología no es solo una herramienta, sino una extensión del propio ser. Este enfoque no solo redefine la creación artística, sino que también desafía las nociones tradicionales del arte, ampliando los límites de lo que se considera posible en el ámbito de la expresión humana. Así, Harbisson no solo modifica su percepción del mundo, sino que también invita a una reevaluación de cómo la humanidad podría coexistir con la tecnología en un futuro cercano.

 

Vida y obra de Neil Harbisson

Neil Harbisson, nacido en 1982 en Londres, ha vivido desde su infancia en un mundo donde los colores eran inaccesibles para él debido a su acromatopsia. A pesar de esta limitación, Harbisson desarrolló un profundo interés por las artes visuales, buscando incansablemente maneras de trascender las barreras que su condición le imponía. Su pasión por el arte y la tecnología lo llevaron a desarrollar soluciones innovadoras que le permitieran experimentar el color, lo que culminó en la creación de la antena ciborg, un dispositivo que cambiaría su vida y su percepción del mundo para siempre.

Esta antena, integrada directamente en su cráneo, convierte las frecuencias de luz en vibraciones que Harbisson percibe como sonidos, lo que le permite "escuchar" los colores, incluidos aquellos que están más allá del espectro visible para los humanos, como el infrarrojo y el ultravioleta5. Este avance tecnológico no solo expandió sus capacidades sensoriales, sino que también redefinió su concepto de identidad, fusionando lo biológico con lo tecnológico de una manera que desafía las nociones tradicionales de lo que significa ser humano. Para Harbisson, la antena es más que una herramienta; es una extensión de su ser, una parte integral de su experiencia cotidiana y de su percepción del mundo.

Además de su transformación personal, Harbisson ha canalizado su experiencia única hacia el activismo y el arte. En 2010, junto a Moon Ribas, cofundó la Fundación Cyborg6, una organización dedicada a la defensa de los derechos de los ciborgs y a la promoción del uso de la tecnología para expandir las capacidades humanas. Esta fundación no solo apoya a quienes desean convertirse en ciborgs, sino que también impulsa la investigación y el desarrollo de nuevas formas de percepción sensorial. Como artista, Harbisson ha utilizado su capacidad para "oír" colores como una fuente de inspiración para crear obras que exploran la sinestesia7, desafiando las percepciones tradicionales y ofreciendo nuevas perspectivas sobre el arte y la realidad. Su trabajo abre un diálogo entre tecnología y creatividad, mostrando cómo la ciborgización puede transformar no solo al individuo, sino también la forma en que todos experimentamos el mundo.

 

Implicaciones del ciborgismo

El caso de Neil Harbisson no es solo un ejemplo fascinante de superación personal y artística, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre las implicaciones éticas y filosóficas del ciborgismo. A medida que la tecnología permite ampliar las capacidades humanas, surge la cuestión de dónde trazar la línea entre la mejora terapéutica y la modificación corporal que podría alterar la naturaleza misma de la humanidad8. Harbisson, con su antena que le permite escuchar los colores, nos invita a reconsiderar nuestras concepciones de identidad y persona. Su existencia como ciborg cuestiona la idea de que la identidad está intrínsecamente ligada a un cuerpo biológico fijo, abriendo la puerta a la noción de que la identidad puede construirse y redefinirse a través de la tecnología.

El ciborgismo no solo representa una ampliación de las capacidades humanas, sino que también puede considerarse una forma de innovación evolutiva. Neil Harbisson, con su condición de ciborg, puede verse como un "monstruo esperanzador", un término acuñado por el genetista Richard Goldschmidt9 para describir una mutación que, aunque inicialmente pueda parecer anómala, tiene el potencial de establecer un nuevo estándar evolutivo. Este concepto sugiere que la humanidad podría estar en medio de un proceso evolutivo que incluye la integración de tecnologías en nuestros cuerpos, lo que podría llevar a nuevas formas de vida y a modos inéditos de adaptación al entorno. La aceptación oficial de Harbisson como ciborg sugiere que el futuro podría estar marcado por nuevas formas de existencia, donde lo biológico y lo tecnológico se entrelazan de manera inseparable.

La dualidad entre lo virtual y lo aumentado en la experiencia de Harbisson también refleja un cambio fundamental en la forma en que los ciborgs pueden interactuar con el mundo. Su antena no solo le permite simular la percepción del color que poseen los seres humanos naturalmente, sino que también le otorga capacidades sensoriales que trascienden las limitaciones humanas convencionales. Esta dualidad plantea preguntas sobre la naturaleza de la realidad y cómo la ciborgización podría transformar nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos. A medida que la tecnología avanza, la línea entre lo real y lo virtual se vuelve cada vez más difusa, y los ciborgs como Harbisson se encuentran en el empalme de esta nueva realidad.

Además de las filosóficas, el ciborgismo también presenta desafíos legales y éticos significativos. La existencia de ciborgs como Harbisson nos obliga a reconsiderar las normas y derechos que regulan la vida humana. Si los ciborgs son reconocidos legalmente, surge la pregunta de si serán tratados como humanos mejorados o como una nueva clase de seres no humanos. Esta cuestión resalta la necesidad de desarrollar un marco legal y ético adecuado que aborde las particularidades del ciborgismo, garantizando que los derechos y libertades de los ciborgs sean protegidos, al tiempo que se regulan las posibles amenazas que estas tecnologías puedan representar para la sociedad.

 

Bioética y ciborgismo

El caso de Neil Harbisson y su condición de ciborg plantea una serie de cuestiones fundamentales desde la perspectiva de la bioética10, especialmente cuando se examina a la luz de los principios fundados en la dignidad de la persona, la búsqueda de la equidad, la justicia, la solidaridad, la subsidiariedad y el respeto a la vida física11.

Desde el principio de la dignidad de la persona, Harbisson nos invita a reflexionar sobre cómo la identidad humana puede ser redefinida a través de la integración tecnológica. Si bien su ciborgización ha permitido una expansión sensorial que trasciende las limitaciones biológicas, es esencial considerar si este tipo de modificaciones respetan la integridad de la persona en su totalidad. La dignidad humana no debe ser sacrificada en nombre de la mejora tecnológica, y es esencial que cualquier avance preserve y potencie el valor intrínseco del ser humano, sin reducirlo a un mero objeto de experimentación tecnológica.

El principio de equidad nos obliga a cuestionar si todos los individuos tienen acceso a estos avances tecnológicos de manera justa. La ciborgización, tal como la experimenta Harbisson, podría convertirse en un lujo accesible solo para unos pocos, lo que ampliaría aún más la brecha entre quienes tienen acceso a la tecnología y quienes no. Este desafío es particularmente relevante en un mundo donde las desigualdades ya son profundas. La equidad demanda que todos los avances en tecnología sean accesibles para la humanidad en su conjunto, no solo para una élite privilegiada.

En cuanto a la justicia, la legalización y regulación de los ciborgs plantean preguntas complejas sobre los derechos y responsabilidades de estos individuos12. Si Harbisson y otros como él son reconocidos legalmente como ciborgs, ¿cómo se asegura que sus derechos estén protegidos sin deshumanizar o crear una nueva categoría de seres que podría estar sujeta a discriminación? La justicia requiere un enfoque cuidadoso para desarrollar un marco legal que proteja los derechos de todos, incluyendo los ciborgs, sin comprometer los derechos de los demás.

El principio de solidaridad subraya la importancia de un enfoque colectivo en la ciborgización. La tecnología, al ser un producto del ingenio humano, debe servir al bien común y no solo a los intereses individuales. El caso de Harbisson sugiere un camino hacia la evolución humana que podría ser compartido, pero la solidaridad nos recuerda que este camino debe ser recorrido con la conciencia de las necesidades y realidades de otros, asegurando que el progreso tecnológico no deje a nadie atrás. El principio de subsidiariedad sugiere que cualquier intervención tecnológica debería ser utilizada para complementar y no reemplazar las capacidades humanas. En el caso de Harbisson, su antena no solo amplía sus capacidades sensoriales, sino que se convierte en una parte integral de su identidad. Sin embargo, es importante que tales intervenciones se realicen respetando la autonomía de la persona y asegurando que las decisiones sean tomadas con pleno conocimiento y consentimiento.

Finalmente, el respeto a la vida física es un principio central en cualquier discusión bioética. La ciborgización no debe comprometer la integridad física de la persona ni su salud en un sentido amplio. Es imperativo que cualquier modificación corporal, como la antena de Harbisson, sea evaluada cuidadosamente para garantizar que no se produzcan daños irreversibles o se altere la esencia de lo que significa ser humano.

 

Conclusión

El caso de Neil Harbisson subraya cómo la ciborgización puede redefinir la identidad humana al fusionar lo biológico y lo tecnológico. Este fenómeno plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la persona y la integridad humana. Aunque la tecnología ofrece nuevas capacidades sensoriales y expansiones de la experiencia humana, es esencial que tales avances respeten y preserven la dignidad intrínseca de la persona, asegurando que la identidad no se vea comprometida por la experimentación tecnológica.

La ciborgización, tal como la experimenta Harbisson, resalta una potencial brecha en el acceso a los avances tecnológicos. Existe el riesgo de que estas innovaciones se conviertan en un lujo accesible solo para una élite, exacerbando las desigualdades ya presentes en la sociedad. Por lo tanto, es necesario un marco ético que promueva la equidad en el acceso a estas tecnologías, garantizando que sus beneficios estén disponibles para todos, y no solo para unos pocos privilegiados.

A medida que la ciborgización se convierte en una realidad tangible, como en el caso de Harbisson, surge la necesidad de desarrollar un marco legal y bioético que regule adecuadamente estas nuevas formas de existencia. Este marco debe proteger los derechos de los ciborgs sin deshumanizarlos o crear nuevas formas de discriminación, al mismo tiempo que se garantiza que las intervenciones tecnológicas respeten la autonomía, la salud y la integridad física de los individuos. La justicia y la solidaridad deben ser los principios rectores en la formulación de estas políticas.

 

Juan Manuel Palomares Cantero es abogado, maestro y doctor en Bioética por la Universidad Anáhuac, México. Fue director de Capital Humano, director y coordinador general en la Facultad de Bioética. Actualmente se desempeña como investigador en la Dirección Académica de Formación Integral de la misma Universidad. Es miembro de la Academia Nacional Mexicana de Bioética y de la Federación Latinoamericana y del Caribe de Instituciones de Bioética. Este artículo fue asistido en su redacción por el uso de ChatGPT, una herramienta de inteligencia artificial desarrollada por OpenAI.

 


Las opiniones compartidas en este blog son de total responsabilidad de sus respectivos autores y no representan necesariamente una opinión unánime de los seminarios, ni tampoco reflejan una posición oficial por parte del CADEBI. Valoramos y alentamos cualquier comentario, respuesta o crítica constructiva que deseen compartir.


 

1 El Futuro es apasionante de Vodafone. (2016, enero 4). Neil Harbisson: músico, artista y primer cíborg reconocido legalmente por un gobierno. YouTube.

2  Harbisson, N. (2018). Hearing colors: My life experience as a cyborg. In Being Human: Transhumanism and the Digital Transformation of Healthcare (pp. 209-220). World Scientific. https://doi.org/10.1142/9789813273009_0015

3  Portero, A., & Linares, A. (2013). El arte contemporáneo como proceso de ciborgización: Estética y reflexiones en torno al arte interactivo. Revista Teknokultura, 10(2), 375-397. 

4  Ramineni, S. (2023). Ethics and future implications of cyborgs. Cosmos and History: The Journal of Natural and Social Philosophy, 19(1), 481-486.

5  Fuller, S. (2021). Cyborg persons: Humanity played in a different key. Postdigital Science and Education, 3(3), 668-677. https://doi.org/10.1007/s42438-020-00214-4

6  Cyborg Foundation. (n.d.). Cyborg Foundation. Retrieved August 30, 2024, from www.cyborgfoundation.com/

7  La sinestesia es una condición neurológica en la que la estimulación de un sentido provoca una experiencia involuntaria y automática en otro sentido. Real Academia Española. (2023). Sinestesia. En Diccionario de la lengua española (23.ª ed., Actualización 2023).  

8  Gärtner, K. (2021). Cyborgs and their limits. En M. Michałowska (Ed.), Crossing the border of humanity: Cyborgs in ethics, law, and art (pp. 21-25). Medical University of Łódź.

9  Idem, Fuller, S. (2021).

10  Biscaia Fernández, J. M. (2021). Neuromejora: de la vanguardia científica y tecnológica a las dificultades y límites planteados por la filosofía de la mente y la bioética. Revista Iberoamericana de Bioética, 16, 41-57. https://doi.org/10.14422/rib.i16.y2021.003

11  Universidad Santo Tomás. (2023, diciembre 15). XX Congreso Internacional de Humanidades: Ciborg la condición humana en un mundo transhumanista. 

12  Camacho García, M. D., & López Agudelo, J. P. (2023). El Cíborg como una nueva categoría de Análisis Jurídico: Una mirada desde la Responsabilidad Civil y Penal. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 7(1), 11480-11501. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i2.5720

 


Más información:
Centro Anáhuac de Desarrollo Estratégico en Bioética (CADEBI)
Dr. David Cerdio Domínguez
david.cerdio@anahuac.mx