La doctora Elena Postigo abordó el tema como una corriente cultural y científica con un deber moral de “mejorar” a los seres humanos mediante la tecnología.
La Facultad de Bioética llevó a cabo la Cátedra Prima “Transhumanismo y desafíos emergentes para la bioética del siglo XXI” a cargo de la doctora Elena Postigo, licenciada en Filosofía y doctora en Bioética la por la Universidad Sacro Cuore de Milán.
La ex vicerrectora de investigación de la Universidad Ceu San Pablo en Madrid de 2009 a 2011 y profesora adjunta de antropología y bioética en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid, donde además dirige el Instituto de Bioética, y cuya área de investigación se centra en la bioética de las cuestiones emergentes que plantea la biotecnología del siglo XXI, aborda el transhumanismo como una corriente cultural y científica con un deber moral de “mejorar” a los seres humanos mediante la tecnología, innovando en formas de alterar la naturaleza humana estableciendo una constante búsqueda del estado de bienestar para optimizar el funcionamiento del ser humano tanto como especie y como comunidad.
Asimismo, explicó cómo en la base del movimiento transhumanista está el cambio del modelo evolucionista a una redirección selectiva mediante la ciencia y la tecnología que establece la corriente del “humanismo mejorado”, que argumenta tres pilares para el mejoramiento del ser humano: la súper inteligencia, el súper bienestar y la súper longevidad.
Un punto central de su exposición fue la distinción entre el transhumanismo y el poshumanismo. El primero, explicó la doctora Postigo, tiene su origen en el humano tendente a ser un poshumano mediante la tecnología y la ciencia, pero de manera accidental en su búsqueda del “humano mejorado”. Mientras que un poshumano parte de un algo o alguien que excede excepcionalmente al humano.
En su análisis desde la antropología filosófica, aclaró que el transhumanismo niega la condición de límite en el ser humano, así como su condición corporal,
vulnerabilidad y mortalidad. Por otra parte, se entiende a la persona y dignidad como cualidades materiales y cambiantes, entendiendo al ser humano a partir del funcionalismo y reduccionismo desde sus propias funciones superiores, definiendo a la naturaleza humana como un fenómeno de autoconstrucción y autopercepción sentida y deseada.
Para cerrar la presente ponencia, la doctora Elena Postigo hizo constante énfasis en la necesidad de recuperar la dimensión metafísica de los conceptos de persona, dignidad y naturaleza humana. Destacando la necesidad de cambiar la percepción de la vida como un objeto manipulable, destacándolo como un don, algo solo posible desde el estudio de la bioética abierta a la trascendencia.
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