
26 de febrero de 2025
Autor: Juan Manuel Palomares Cantero
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Indiferencia social y una tragedia anunciada
¿En qué momento nos volvimos indiferentes? ¿Cómo es posible que un bebé sea abandonado en la calle sin que antes hayamos prevenido esta tragedia? Hace unos días, el caso de una pareja joven vinculada a proceso por dejar a su hijo recién nacido en Tultitlán sacudió las redes sociales y generó una ola de indignación. Este lamentable suceso no es un hecho aislado, sino la consecuencia de una crisis profunda con raíces en una educación sexual deficiente, políticas públicas reduccionistas y una sociedad que ha normalizado la irresponsabilidad.
Durante años, la estrategia gubernamental ha insistido en una visión parcial de la salud sexual, centrada únicamente en anticonceptivos y prevención de enfermedades de transmisión sexual, dejando de lado la formación en afectividad, compromiso y responsabilidad. Hoy enfrentamos las consecuencias de un modelo que privilegia la "libertad" sin responsabilidad, dejando a los jóvenes sin herramientas para tomar decisiones maduras. El abandono infantil se presenta como una tragedia ética que trasciende el ámbito legal y social, demostrando que no solo se trata de padres negligentes, sino de un sistema que ha fallado en educar, acompañar y prevenir.
El abandono infantil: un problema ético profundo
El abandono infantil no es solo un drama individual, sino el reflejo de una crisis ética en la que la sexualidad se ha convertido en un ejercicio de libertad sin responsabilidad. Se ha instalado la idea de que la concepción es opcional y que, si ocurre, existen métodos para “corregir” el error. Pero cuando el aborto no es viable por razones legales, económicas o morales, algunos recurren a la solución más extrema: deshacerse del problema.
El caso de Tultitlán evidencia esta mentalidad. La pareja nunca quiso ser madre y padre; su intención era terminar con el embarazo. Ante la imposibilidad de hacerlo, optaron por el abandono. No es solo un acto de negligencia individual, sino el resultado de una cultura que ha normalizado la vida humana como desechable cuando no encaja en los planes personales. Mientras sigamos promoviendo una cultura en la que la vida es opcional y el compromiso es un obstáculo, el abandono infantil seguirá siendo una tragedia recurrente.
Deficiencias en la política de salud sexual en México
La política de salud sexual en México ha priorizado una estrategia centrada en la prevención biológica y el acceso a anticonceptivos sin fortalecer la formación en valores, afectividad y responsabilidad. Esta visión ha generado una falsa sensación de control, incentivando una mayor actividad sexual sin conciencia de sus consecuencias y, paradójicamente, aumentando la probabilidad de embarazos no planeados.
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023 reporta una reducción del 30% en la fecundidad adolescente en los últimos cinco años, pero esto no implica que el problema esté resuelto. De hecho, muchas adolescentes no usan anticonceptivos no por falta de acceso, sino por otras razones: el 30.5% no planeaba tener relaciones, el 22.2% desconocía los métodos y el 21.6% deseaba embarazarse. Esto demuestra que la educación sexual actual no ha fomentado la toma de decisiones responsables, sino que ha generado la idea de que la sexualidad puede ejercerse sin consecuencias reales.
El caso de Tultitlán es un reflejo de esta deficiencia. No es solo el resultado de una pareja irresponsable, sino de un sistema educativo que ha privilegiado la prevención técnica sin fortalecer la responsabilidad y el compromiso. Cuando la anticoncepción falla y el aborto no es viable, la "solución rápida" se convierte en el abandono infantil. Es necesario replantear la educación sexual para que promueva la madurez y el compromiso, en lugar de reforzar una cultura de evasión de consecuencias. La familia debe recuperar su papel central en la formación afectiva y ética de los jóvenes, y los programas educativos deben enfocarse en valores y relaciones humanas, más allá de la instrucción técnica sobre anticoncepción.
La educación sexual en el mundo: “modelos de éxito”
Mientras México mantiene una educación sexual reduccionista, otros países han desarrollado programas más integrales con mejores resultados en la reducción del embarazo adolescente y la formación en responsabilidad afectiva. En los Países Bajos, la tasa de embarazo adolescente es de solo 4 nacimientos por cada 1,000 adolescentes, en contraste con México, donde supera los 50 por cada 1,000. En Suecia y Noruega, la educación sexual enfatiza el respeto, la ética relacional y la toma de decisiones responsables, mientras que en Escocia la salud y el bienestar son pilares del aprendizaje, integrando la enseñanza del compromiso en el currículo escolar.
Estos modelos han demostrado que la simple distribución de anticonceptivos no es suficiente para abordar la problemática. Es fundamental reforzar la educación en valores y fortalecer el papel de la familia en la formación de los jóvenes, combinando la prevención con un marco ético que los prepare para una vida afectiva y sexual responsable.
Propuestas para una política de salud sexual integral y ética
Para transformar la política de salud sexual en México, es fundamental adoptar una visión integral que vincule la dignidad humana con la responsabilidad. No basta con proporcionar información o acceso a anticonceptivos; es necesario educar a los jóvenes en afectividad y autodeterminación. La familia debe recuperar su papel central en la formación de valores, mientras que las políticas públicas deben ir más allá de la prevención biológica, promoviendo la madurez emocional y el compromiso personal en las relaciones interpersonales.
El abandono infantil y el embarazo adolescente reflejan una crisis social que requiere medidas colectivas. Es urgente fortalecer la cultura de la solidaridad mediante redes de apoyo para mujeres embarazadas en situación vulnerable, la promoción de la adopción como alternativa viable y el fomento del voluntariado juvenil para reforzar el compromiso social. Asimismo, la educación sexual debe incorporar principios bioéticos que ayuden a comprender la sexualidad desde un marco de responsabilidad, dignidad y respeto por la vida.
Conclusiones
El abandono infantil es el resultado de una crisis ética y una educación sexual reduccionista que ha priorizado la prevención biológica sobre la formación en valores, afectividad y responsabilidad. La educación actual ha fomentado una falsa sensación de control que incentiva la actividad sexual sin conciencia de sus consecuencias, lo que ha llevado a un incremento en los embarazos no planeados y, en casos extremos, al abandono infantil.
Las políticas de salud sexual en México han fallado al enfocarse en la autonomía sin responsabilidad, dejando de lado la dimensión ética y relacional de la sexualidad. Es necesario un enfoque integral que involucre a las familias, las instituciones educativas y los medios de comunicación en la promoción de modelos formativos que refuercen el valor de la vida y el sentido de la libertad con responsabilidad.
Para transformar esta realidad, es urgente reformar los planes de estudio para incluir formación en afectividad y ética relacional, fortalecer el papel de la familia en la educación emocional y exigir mayor responsabilidad a los medios de comunicación en la forma en que representan la sexualidad. Es necesario que los mensajes mediáticos dejen de promover una cultura de hipersexualización, que trivializa las relaciones humanas y refuerza una visión de la sexualidad desvinculada del compromiso y la responsabilidad. Asimismo, se deben promover redes de apoyo para mujeres embarazadas en situación vulnerable, fomentar la adopción como alternativa viable y desarrollar programas de mentoría juvenil que orienten a los adolescentes en la toma de decisiones responsables sobre su vida afectiva y sexual. Solo mediante una educación verdaderamente integral se podrá construir una sociedad que valore la vida y promueva el compromiso en las relaciones humanas.
Juan Manuel Palomares Cantero es abogado, maestro y doctor en Bioética por la Universidad Anáhuac, México. Fue director de Capital Humano, director y coordinador general en la Facultad de Bioética. Actualmente se desempeña como investigador en la Dirección Académica de Formación Integral de la misma Universidad. Es miembro de la Academia Nacional Mexicana de Bioética y de la Federación Latinoamericana y del Caribe de Instituciones de Bioética. Este artículo fue asistido en su redacción por el uso de ChatGPT, una herramienta de inteligencia artificial desarrollada por OpenAI.
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Más información:
Centro Anáhuac de Desarrollo Estratégico en Bioética (CADEBI)
Dr. Alejandro Sánchez Guerrero
alejandro.sanchezg@anahuac.mx