Con el surgimiento de varios gobiernos populista en los últimos tiempos, se habló de la emergencia de los nacionalismos ¿pero la invasión de Rusia a Ucrania da el remate al fin de la globalización como la conocimos en los últimos treinta años?
Muchas voces de expertos se unen afirmativamente a esta aseveración. Como así lo afirma Larry Fink, presidente de BlackRock, “fue tan grande la agresión de Vladimir Putin, que marca un punto de inflexión en el orden geopolítico y macroeconómico mundial”.
Desde hace tres décadas, el gigante euroasiático fue bienvenido al sistema financiero global y a los mercados mundiales de capital. Modernizó su economía, favoreció la competitividad y se adhirió a la Organización Mundial del Comercio en agosto de 2012. Desde entonces los rusos, han firmado una gran cantidad de acuerdos comerciales, tales como APEC, Comunidad de Estados Independientes, Comunidad Andina, ASEAN, entre muchos otros, y ha desarrollado una política comercial agresiva para apoyar su crecimiento y desarrollo sostenible; lo cual creó un vínculo con Occidente que no solo permitió la expansión de la globalización, sino también trajo un dividendo de “paz global”.
Ahora, ya iniciada la guerra, un aluvión de sanciones se han dejado sentir en Rusia, gestándose así otro tipo de guerra, “la económica”, que ha significado: bloqueo de las reservas internacionales de divisas del banco central ruso; congelamiento de activos de Putin, políticos y oligarcas rusos; restricción de exportaciones de armas y tecnología; éxodo de empresas de Rusia (i.e. marcas icónicas americanas); prohibición de transacciones con empresas públicas de este país; y en general, sanciones al sector energético ruso, entre otras. Así se abre un incierto panorama sobre la seguridad en Europa, el nuevo orden internacional y desde luego de cómo la desvinculación rusa de la economía global está afectando a todo el mundo.
Y si bien la evaluación de la geolocalización de los procesos de ensamblado y fabricación en las cadenas de suministro de muchos países, ha sido tema socorrido durante el Covid-19, la guerra Rusia-Ucrania, acabó de ponerla de manifiesto. Cuál es el resultado, que muchas empresas vuelvan a su país de origen o cercanos, con estas operaciones. Incluso se encuentra en proceso de aprobación por parte del Congreso de Estados Unidos, 52 mil millones de dólares para impulsar la fabricación de chips y la innovación, como polo de atracción para el regreso de empresas clave a Norteamérica y a lugares cercanos ante el estrangulamiento o rotura de cadenas de suministro. Esto significa enormes oportunidades para empresas de países del Sudeste Asiático o Latinoamérica, como Brasil y México. Desde luego esto no será rápido, sí costoso e incluso inflacionario, pero todo apunta a la desglobalización.
En efecto se está creando una nueva realidad internacional, que dependerá de muchos factores, entre otros: de cómo y cuándo termine la operación militar; el tránsito político de Ucrania; y, de la dinámica de correlación de fuerzas políticas/económicas de quién con quién (v.gr. robustecimiento de la unificación de los 27 países miembros de la Unión Europea; fortalecimiento de la unidad antirrusa de Occidente y el estrechamiento de lazos rusos con sus aliados (China, India, Sudáfrica, Irán y Turquía). Rusia, por su parte tendrá una pausa prolongada y seguramente extendida en el diálogo al máximo nivel ya que no pudo alcanzar una forma diplomática exitosa; ojalá todavía haya un resquicio para ésta
y que logre terminar con el conflicto bélico.