¿Qué esperar en 2019?
La perspectiva económica global para 2019 ha cambiado: con una previsión de aún menor crecimiento al esperado y los riesgos han aumentado. Los mercados se encuentran volátiles; el conflicto comercial entre Estados Unidos y China puede derivar en una verdadera guerra; la incertidumbre sobre el futuro del T-MEC, es aún mayor con la victoria de los demócratas en la Cámara de Representantes; los riesgos de recesión en Estados Unidos, aunque bajos, han seguido aumentando. Este escenario de tanta incertidumbre, hace complicado el hacer previsiones.
Sin embargo, es posible vislumbrar algunos eventos que acabarán de definir la situación económica mundial en el próximo año:
- El ritmo de crecimiento mundial será menor. La desaceleración en Europa, China y Japón acabarán por desalentar el avance de Estados Unidos, que no podrá sostener su expansión fiscal permanentemente y sobre todo con una cámara baja que no goza la mayoría republicana. Ahora esa economía se encuentra en plena expansión y una tasa de desempleo mínima (la más baja desde 1969). Por lo que los ritmos de crecimiento serán divergentes en las economías avanzadas. Los indicadores de confianza, en general, ya empiezan a mostrar moderación por las tensiones comerciales en estos países, mientras en las naciones emergentes enfrentan condiciones financieras más difíciles y salidas de capital. Así se espera que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) Mundial sea de 3.7% en 2019, frente a 3.9% originalmente proyectado. El ímpetu, será menos equilibrado por: políticas económicas insostenibles en el largo plazo; riesgos que se han ido materializando (v.gr. sobrecalentamiento de la economía estadounidense y guerras comerciales); y, mayor probabilidad de shocks (de cadena de suministro mundiales).
- Condiciones financieras menos holgadas. El Banco Central Europeo empezará con alzas de réditos en el verano de 2019, mientras que se espera que la Reserva Federal siga con incrementos adicionales en las tasas de interés este año (el 19 de diciembre) y el que entra –al menos tres adicionales-. Así su tasa de referencia podría llegar a estar en 3.25% en 2019.
- Mayor volatilidad en los mercados. El inusual entorno de baja volatilidad ha cedido paso a un escenario de mayores riesgos globales.
- Menores precios del petróleo. Desde octubre los principales crudos marcadores habían bajado un 30% por la prevista ralentización de la economía mundial. Empero finalmente los acuerdos logrados entre la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia (más sus aliados) de disminuir la producción del hidrocarburo a 1.2 millones de barriles diarios a partir del 1 de enero, confirman una convergencia de un equilibrio de largo plazo de alrededor de 60 dólares por barril.
- Los riesgos políticos aumentan. El resurgimiento del populismo desde Brasil a Italia; el endurecimiento del proteccionismo comercial liderado por Estados Unidos: la crisis política que enfrenta Macron en Francia y la perspectiva de un empeoramiento de la situación; los eminentes riesgos financieros en Italia y el tortuoso divorcio del Reino Unido con la Unión Europea que incluso ponen en duda la permanencia de Theresa May en el poder y de la intensificación de las recriminaciones de los ingleses por peores condiciones económicas por venir. Algunas estimaciones plantean que el Brexit costará al Reino Unido entre 1.2% y 3.8% del PIB en relación con el ritmo que sostenía la economía en 2016 antes del referéndum. Lo anterior, solamente si el gobierno de Londres llega a un acuerdo de asociación “cercano” o “menos lejano” con Bruselas.
¿Es posible esperar el año que entra, entonces, un nuevo rumbo de la economía mundial? Definitivamente.