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Las predicciones más importantes para 2019


Como cada año, los economistas de IHS Markit, hacen sus previsiones respecto a la evolución de las principales variables económicas. En general, la economía mundial inició 2018 de forma vigorosa y no sólo fue perdiendo impulso a lo largo del año, sino que también el ritmo fue desincronizado. De forma notable, el Reino Unido, Japón y China fueron desacelerándose, en tanto Estados Unidos ganaba vigor por el estímulo fiscal instrumentado por la administración de Trump. Estas tendencias divergentes persistirán en 2019, este último país manteniendo un crecimiento por arriba de la trayectoria de economías clave. Así el ritmo global de avance será menor este año y seguirá desacelerándose en los venideros. Los riesgos más sobresalientes serán: la volatilidad financiera y la incertidumbre política. A continuación, se analizarán las proyecciones más relevantes:
 

  1. La economía de Estados Unidos seguirá creciendo, pero a menor ritmo, aunque por arriba de las principales economías del orbe. En 2019, el impacto del estímulo fiscal aún se sentirá, pero seguirá perdiendo impulso; así se estima un aumento del Producto Interno Bruto (PIB) del 2.6%. Además, se dejarán sentir algunos eventos que irán limitando el crecimiento como el debilitamiento del sector inmobiliario, un dólar más fuerte, mayores tasas de interés, menores precios del petróleo y aranceles más altos. Para 2020, la tendencia de crecimiento se acercará más a la normalidad, 2.0%.
     
  2. La expansión en Europa, seguirá debilitándose. Desde que alcanzó su pico en 2017, el ritmo de expansión a la zona euro ha venido desacelerándose. De esta manera de 2.5% de crecimiento real anual, se estima bajará, hasta 1.5% en este año y 1.2% en 2020. Las condiciones crediticias menos acomodaticias son parte de la explicación, ya que el Banco Central Europeo ha disminuido la compra de bonos. Asimismo, el sector manufacturero, y en particular el exportador, han resentido el aumento del proteccionismo comercial y los riesgos políticos han tenido impacto en el clima de negocios.
     
  3. La recuperación de Japón permanecerá débil. El país nipón también alcanzó su pico de crecimiento en 2018 (1.7%) y promediará un crecimiento real anual de 0.7 entre 2018 y 2020. Después de perder el ritmo el año pasado, por la desaceleración de la economía china debido al conflicto comercial con Estados Unidos, en este año las construcciones derivadas de la preparación para los Juegos Olímpicos en 2020, animarán el crecimiento, pero al final dicho impulso perderá vigor debido al alza impositiva en octubre de este año.
     
  4. China continuará desacelerándose. Desde principios de hace dos años, el ritmo de avance en esta economía ha perdido vigor y seguirá haciéndolo en el futuro próximo; así de casi 7.0% de aumento del PIB en 2017 pasará al 6.0% en 2020. La causa de ello obedece, principalmente, por la intención del gobierno de reducir los altos niveles de deuda. Las tensiones comerciales se agregaron al impacto negativo en 2018, por lo que se comienzan a tomar medidas a fin de sostener el crecimiento y estabilizar los mercados financieros.
     
  5. Las economías emergentes con crecimientos dispares. En 2017, el crecimiento llegó a un máximo (4.9%) desde 2103 y desde entonces ha venido desacelerándose, se estima este año alcanzará 4.6%. Empero este nivel, no revela las grandes diferencias existentes entre países; así mientras Brasil, Rusia e India experimentaron un ligero repunte respecto a 2108, otros como Argentina, Sudáfrica y Turquía estuvieron bajo fuerte presión financiera y experimentaron recesiones o estancamiento.


En resumen, el entorno internacional seguirá siendo incierto y volátil. Los errores de política económica (especialmente los concernientes a la comercial) permanecen como un gran riesgo para el crecimiento en 2019. Los déficits billonarios estadounidenses, dejan poco margen para el estímulo fiscal y aún más los bajos niveles de los réditos, limitan la capacidad de los bancos centrales (especialmente en los casos de la eurozona y Japón, donde el nivel es cero o inferior) a bajar tasas, lo que podría ser el presagio para recesiones en 2020 o posterior.

En este sentido, la economía mexicana no sólo resentirá este complejo escenario externo, sino que también internamente hay factores que limitarán el crecimiento y aumentarán la inflación, siendo la volatilidad cambiaria el principal riesgo para ésta. En principio, siempre un cambio de administración y nuevas reglas causan incertidumbre y disminuciones en la inversión y ello acarrea cierta pérdida de dinamismo y salidas de "capitales golondrinos", adicional que las calificadoras sigan bajando las calificaciones tanto de Pemex como de la deuda nacional y esto, presione a los fondos globales a salirse del país. Por su parte, se espera una menor recaudación no sólo por despidos y recortes de plazas a nivel gubernamental, pero también por menores salarios y tal vez la eficacia recaudatoria se vea mermada ante menor supervisión. Las grandes obras de infraestructura, tardan en rendir frutos y detonar el crecimiento nacional, por lo que no será el caso en el corto plazo. A su vez menores ingresos petroleros incidirán también en el ingreso público. Así se estima un aumento en el PIB menor a 2% y un incremento en la tasa de inflación por arriba del límite superior determinado por el Banco de México.