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La inacabable pugna Estados Unidos-China


Con un alegato de Trump de que China es el enemigo a vencer por el enorme déficit comercial estadounidense con este país (419.2 mmdd, 48% del desequilibrio total comercial de EE.UU. en 2018), en mayo una vez más hubo una escalada de aranceles entre Estados Unidos y China. Así mientras el primero elevó en 10% en un equivalente de 200 mil millones de dólares en la importación de productos chinos, la nación asiática respondió en subir sus tarifas en 60 mmdd en bienes estadounidenses. Y existe la amenaza estadounidense de aplicar tarifas punitivas a China de alrededor de 300 mil millones de dólares, por año, en productos aún no gravados.

En este entorno, los efectos sobre precios, pero también sobre el comercio y el crecimiento global ya se han dejado sentir, porque se han debilitado. El temor siempre es que una escalada proteccionista, incremente la incertidumbre y que implique reducciones adicionales en inversión, productividad y crecimiento. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha estimado que los aranceles de Estados Unidos y China y los que se prevén, podrían restar entre 0.3% y 0.5% al crecimiento del Producto Interno Bruto mundial en 2020, adicional al clima de riesgo que esto conlleva y a la reacción consecuente en los mercados financieros.

Empero la pregunta, aún con estos efectos adversos para las economías antes aludidas y para los indicadores mundiales, es si realmente la guerra desatada entre las dos potencias es puramente comercial.

Si bien China ha mostrado una desaceleración en su economía, está seguirá creciendo al menos 5% en los próximos años y su avance innovador y tecnológico; esto es de copiadores a desarrolladores, ha empezado a preocupar a la nación más poderosa del mundo. Esto no solo por el tema de su superioridad en estos campos, si no a la postre por temas de seguridad, o sea por su predominio tecnológico- militar. Su ambición por controlar el mundo, no está en duda, a China le urge un dominio tecnológico a fin de aumentar la productividad, antes de envejecer. Además, su arsenal nuclear es muy poderoso, por lo que Estados Unidos intentará parar su avance a toda costa. Luego es de suponer que el conflicto arancelario pudiera ser sólo el inicio de la pugna entre las dos potencias. En este momento en particular, el Presidente Trump busca capitalizar esta querella en su carrera de reelección a la presidencia de Estados Unidos, aunque hay incluso voces pidiendo detenga su guerra contra este país.

En este ámbito, se prevé que en la próxima reunión del G20 en Osaka, Japón al final del mes, se evidencie esta división de países en dos bandos: los que están con EE.UU. y aquéllos que apoyan a China. Estados Unidos busca aislarla del mundo, ya habiendo hecho las paces con Japón y Europa y fortaleciendo la relación con Inglaterra. Y China, por su parte, ha manifestado su disposición de seguir invirtiendo en África, Asia y América Latina e incluso estar dispuesta a comprar parte de la deuda europea, a fin de conservar su posición de liderazgo a nivel global. China tiene claro su objetivo de ser la potencia en innovación y tecnología en un futuro cercano y toda su estrategia se encaminará a ello.

El mundo se mantiene expectante ante la próxima reunión de Trump y Xi Jinping en la cumbre del G20, que influirá, sin duda, en el escenario de riesgo mundial.