Soy Malintzin de Pedro J. Fernández es una novela histórica que se adapta perfecto a los tiempos que corren sobre la reivindicación de los pueblos originarios. Su autor, que nos distinguió con su presencia en una sesión durante la clase de Escritura Creativa y Retórica Aplicada de la Licenciatura en Comunicación, nos brindó de primera mano qué le llevó a escribir sobre Malitzin, los retos que enfrentó y cómo ha sido recibida su obra.
En este espacio virtual aseguró que ser escritor conlleva muchas horas de trabajo arduo en investigación y escritura. “Buscar decir aquello que aún no se ha dicho, dándole fuerza a las palabras, creando la identidad del personaje sin caer en el cliché con una dimensión única” fueron algunas de las reflexiones que compartió el autor, quien llamó a los alumnos a tener miedo a escribir, a contar una historia.
“Debes tener en cuenta que todo relato lleva detrás un arduo trabajo de investigación. En la novela histórica hay que reconstruir la historia, dar voz a los personajes e identidad a tu obra. En mi caso, me gusta escribir en primera persona y mi mayor reto para esta novela fue encontrar la voz de Malintzin; me llevó meses lograr encontrarla”, reveló Pedro, quien además recordó que es importante ver a los personajes de manera distinta, separarlos, en este caso de su referente real, sin olvidar que estamos construyendo un relato ficcional a partir de hechos históricos.
Haciendo énfasis en lo que expresó para la revista SinEmbargo.Mx (2021), explicó que Malintzin era prácticamente una niña, tenía 14 o 15 años cuando fue regalada como esclava sexual a Hernán Cortés, y ella decidió que eso no iba a definir su destino, por lo que empezó a aprender el castellano y a ayudar en las sesiones de traducción entre Moctezuma, Jerónimo de Aguilar y Hernán Cortés.
“Yo creo que una novela como la mía rescata esa humanidad, rescata a esa niña que se convierte en esclava, primero del señor Tabasco, y luego de Hernán Cortés. El miedo que ha de haber sentido, las traducciones que seguramente funcionaban como un teléfono descompuesto, porque hay palabras que claramente no conocían los traductores, o frases y conceptos que tenían que pensar bien cómo le hacían para pasarlos de un lenguaje a otro”, añadió.
Así, durante la charla que tuvo con los estudiantes, al enfatizar la grandeza de las palabras, remarcó la importancia de utilizar un lenguaje simple y cotidiano para poder conectar con los lectores. “Si algo resalta bien en la novela es la importancia de las palabras, del lenguaje. Si Malintzin no se hubiera preocupado por buscar la manera de entenderse con los castellanos, de comunicarse, de querer entenderlos, seguramente la historia hubiera sido otra. Es así como Malintzin encuentra su propia identidad en las palabras”, aseveró.
La novela no presenta a aquella mujer cuya imagen de “traición” le viene en cuento, sino una mujer más humana. Pedro J. Fernández nos muestra a un personaje más humano, que puede cometer errores y que tiene emociones, es decir, no hay blanco y negro, sino un degradado de grises como la vida misma que oscila de extremo a extremo, a veces sobreviviendo y otras siendo víctima de las circunstancias, pero siempre con fuerza.
Es así como una aparente simple lectura cobra importancia al poder charlar, de primera mano, con el autor.
*Colaboración de la maestra María de la Paz Sánchez Núñez, profesora del curso Escritura Creativa y Retórica Aplicada en la Facultad de Comunicación.
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Dra. Helen Keller Kewes
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