Cómo ser transparentes en tus actividades y estilo de vida para que tus hijos también lo sean
La crianza es una de las tareas más loables que nos puede regalar la vida. Y al mismo tiempo, una de las más comprometedoras. Los padres, en general, deseamos lo mejor para nuestros hijos, darles lo que no tuvimos en nuestra infancia, procurarles que estén bien, contentos, sanos, protegidos, brindarles las herramientas para que alcancen sus sueños.
La Dra. Brenè Brown, en su libro Los regalos de la imperfección, comenta que el mejor regalo que podemos dar a nuestros seres amados es el sernos fieles a nosotros mismos. Cuando pensamos en qué les estamos regalando a nuestros hijos. ¿Es necesariamente esa mejor parte de nosotros mismos?
¿Estamos conscientes de qué es lo que verdaderamente queremos en nuestra vida? ¿Conocemos los anhelos más profundos de nuestro corazón? Si los conocemos, ¿qué tanto actuamos en consecuencia para obtenerlos?
La paternidad consciente nos llama a darnos cuenta desde dónde estamos relacionándonos con nuestros hijos y, en consecuencia, de qué forma les estamos enseñando el mundo.
Un padre consciente es el que responde ante las necesidades de sus hijos; es decir, el que ha dejado de reaccionar, logrando que los resultados en la educación de sus hijos sean más efectivos. Sabe desde dónde está reaccionando y es capaz de quitarse las caretas que puedan estar bloqueando su visión del problema que están reflejando sus hijos.
Un padre consciente se da cuenta de él mismo, de sus enojos, de sus frustraciones, de sus cansancios, pero también tiene latente sus anhelos, sus motivaciones, sus bienes más excelsos.
Para llegar a ser padres conscientes, es un largo trabajo de autodescubrimiento en la etapa de la paternidad. Es reconocer de dónde venimos, abrazar nuestra historia, empezar a escribir nuestro propio presente desde la pluma de la libertad con la tinta de la responsabilidad, es tomar las riendas de nuestro futuro.
La autenticidad es la práctica diaria de librarnos de lo que creemos que deberíamos ser y abrazar en cambio lo que realmente somos.
(Brené Brown, 2010, pp. 131)
Nuestros actos, nuestra forma de hablar, nuestros sentimientos, dejan una huella mucho más profunda en la psique de nuestros hijos que cualquier plática que podamos darles. Y esto es una llamada a vivir desde nuestra autenticidad.
En la medida en que nosotros, como padres, seamos conscientes de quiénes somos verdaderamente, de cuáles son los anhelos de nuestro corazón, de lo que somos capaces de hacer, de cuáles son nuestras debilidades y áreas a mejorar; podremos enseñar a nuestros hijos, desde nuestro testimonio de vida a hacer lo mismo.
Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra. San Francisco de Asís solía decir a sus hermanos franciscanos que salieran a evangelizar, y que - si fuera necesario - hablaran. Los franciscanos, con su estilo de vida, con su donación a los demás, demostraban y llevaban la Buena Noticia.
Nuestros actos, nuestra forma de hablar, nuestros sentimientos, dejan una huella mucho más profunda en la psique de nuestros hijos que cualquier plática que podamos darles. Y esto es una llamada a vivir desde nuestra autenticidad.
Esta se cultiva, según la Dra. Brown, desde el abrazar con coraje la imperfección de nuestra vida, dejándonos vivir la vulnerabilidad como la ventana de posibilidades. Además de que lograremos ser auténticos ejercitando la compasión con nosotros mismos, en un principio, y con los demás, en consecuencia. Finalmente, la Dra. Brown habla de que necesitamos nutrir la conexión y la pertenencia que solo es posible a partir del entendernos como personas suficientes ante la vida.
Este es un llamado a la paternidad consciente desde la autenticidad.
Como padres, abracemos nuestra imperfección, dejémonos ser vulnerables y desde aquí podremos enseñar más a nuestros hijos, desde nuestra forma de enfrentar la adversidad y tomar las grandes oportunidades que la vida presenta.
Seamos compasivos con nosotros mismos, conectemos con nosotros mismos y con el lugar que tenemos en el mundo, desde esta autenticidad podremos quitarnos las caretas de la personalidad falsa y, a partir de aquí, enseñarles a nuestros hijos a hacer lo mismo.
Los hijos de padres conscientes son como enanos en hombros de gigantes, como lo expresaba Isaac Newton. Esos “enanos”, son nuestros hijos en su infancia y juventud. Esos gigantes son los padres que se han decidido concienzudamente a elevar su nivel de consciencia y congruencia para vivir plenamente, y - a partir de ello - enseñarle a sus hijos el camino a seguir.
Fuentes de consulta
Brown, B. (2010). The Gifts of Imperfection. Hazelden Publishing Center City, Minnesota González, G. Flores, L.C. (2017) 21 días sin explotar. Disk.com