Por. Mtra. Irma Patricia Salazar Torres.
Coordinadora Académica De Educación Continua Y Extensión Universitaria, Plantel México
Los seres humanos tenemos además de nosotros mismos, un gran recurso, la mayoría de las veces seguro, que es la familia, de diferentes tipos, carácterísticas, número de integrantes, pero la tenemos, y este binomio actua de forma muy particular y se nutre mutuamente en diferentes escenarios, uno de ellos y muy importante es la integración, formación, educación, que suma al crecimieto y desarrollo integral de cada uno, por eso a la familia se le considera la primera y mejor escuela, ya que brinda un aprendizaje para la vida, para salir a la sociedad y tener las capacidades y estrategias para poder integrarse y convivir, de la mejor manera posible para darse y recibir lo que cada uno puede aportar, dentro de las capacidades que se han podido adquirir en la familia.
Uno de los documentos del Concilio Vaticano II en los 60s nos dice «Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole, y por tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber de la educación familiar es de tanta transcendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es, pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos. La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan» Decl. sobre la educación cristiana de la juventud Gravissimum educationis, 3.
La Iglesia y el Estado reconocen esta misión primaria, formativa, de la familia, ya que su presencia e influencia, esta desde los que los primeros momentos de todo ser humano, aprendiendo lo que es el amor, pertenecer, formar parte de un grupo de seres humanos que lo alimentan y asisten en las necesidades básicas, de inicio, para formar la base de lo que después serán una serie de aprendizajes, limites, capacidades y competencias para su desarrollo interior y en el exterior.
En la Exhortación apostólica Familiaries Consortio, del hoy Santo, Juan Pablo II publicada en noviembre de 1981, N 37 en su apartado de educar en los valores esenciales de la vida humana nos dice, “La famila es la primera y fundamental escuela de socialidad; como comunidad de amor, encuentra en el don de sí misma la ley que la rige y hace crecer”, y considerando que no es una tarea fácil, hay que tener confianza y valentía para formar en estos valores, conviviendo con los recursos materiales, con la firme promoción y convicción de que “el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene” Conc Ecum. Vat II, Const. pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, 35. Si en la familia, como primera y mejor escuela se logra que sus miembros consideren a los demás por lo que son y no por lo que tienen, la convivencia humana sería en favor de la misma persona, el progreso y condiciones en general, serían igual para todos.
Familiaries Consortio en su N39 también nos menciona algo de relevante importancia para la formación en la familia “en virtud del ministerio de la educación, los padres, mediante el testimonio de su vida son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos”, pero no solo es del Evangelio, las palabras quedarían vacías y huecas si no van acompañadas del testimonio de vida que den los padres y formadores en la familia, como bien se ha dicho “las palabras convencen, pero el testimonio arrastra” y que mejor que vivirlo, verlo, imitarlo desde la propia familia, donde cada día se va afirmando y confirmando esa educación que promueve y enaltece al ser humano y que puede dar como resultado una mejor convivencia y sociedad, tanto en el interior como en el exterior de la familia.
La formación de las personas implica contar con otras instituciones donde se recibe formación escolarizada, en grupo, “El Estado y la Iglesia tienen la obligación de dar a las familias todas las ayudas posibles, a fin de que puedan ejercer adecuadamente sus funciones educativas. Por esto tanto la Iglesia como el Estado deben crear y promover las instituciones y actividades que las familias piden justamente, y la ayuda deberá ser proporcionada a las insuficiencias de las familias. Por tanto, todos aquellos que en la sociedad dirigen las escuelas, no deben olvidar nunca que los padres han sido constituidos por Dios mismo como los primeros y principales educadores de los hijos, y que su derecho es del todo inalienable.
Si bien en la familia aprendemos las primeras palabras, como por favor, gracias, para algunos “las palabras mágicas” y también es donde se fomentan valores, se viven virtudes, se establecen límites, y la misma dinámica familiar y el día a día nos va enseñando a saber esperar turno, a ser ordenado, ayudar, obedecer, etcétera, de los primeros y más importantes temas en la educación familiar es educar en la libertad y responsabilidad, aprender a querer y aprender a ser autónomo y responsable, este binomio debe ir mucho de la mano, sabemos que desde las primeras etapas de nuestra vida, tomamos decisiones, como cuando le dices a un niño pequeño, no toques ahí y decide hacerlo, empieza la formación en limites y responsabilidad, que necesitará refuerzos constantes, pero más adelante ayudará a que los hijos sean dueños de sí mismos y respondan a sus decisiones y consecuencias, en todos los sentidos, seguramente en algunas ocasiones, los padres querran evitar malos momentos, resultado de malas decisiones, pero es formativo el aprendizaje basado en la experiencia, será dificil verlos caer, pero siempre se puede animar a levantarse, a ver un nuevo inicio y aprender, a veces a pesar del dolor pero con la vivencia que resonará y quedará grabada en la memoria y el aprendizaje significativo.
Otro tema importante que se aprende en la familia es la educación para el amor, que mejor lugar que en la familia, con un amor desinteresado, viviendo y fomentando mejorar la capacidad de dar y recibir, se establece una relación interpersonal, en el cual se quiere y busca el bien y una actitud de servicio que puede manifestarse en detalles, de los cuales también se espera haya cierta correspondencia, buscando un amor verdadero, auténtico, ordenado, genuino, desinteresado, disponer de nuestras capacidades desarrolladas para dar y darnos.
Aprender a darnos es ser capaz de querer, dar con desprendimiento, con oportunidad, generosidad respeto, con amor. Enseñar a recibir se trata de hacer ver a cada hijo lo que ha recibido y de quien, padres familia, escuela, que puede mejorar y agradecer, así como que también puede regresar y ayudar a discernir si lo que recibo es para mi bienestar o mi bienser, la educación recibida en la familia, la mejor escuela, siempre buscará un proceso de mejora continua, un camino hacia la perfección, que busque siempre el bien y la verdad, creciendo en libertad y capacidad de amar, para descubrir, compremder, amar, usando los medios más adecuados para alcanzar sus fines, en la familia, la educación no es en grupo, es individual, única para cada uno de sus miembros con sus necesidades y capacidades de aprendizaje, que le van a permitir menos frustración y más realización.
Las personas también deben saber que la familia es ese puerto seguro, donde llegar después de una tempestad o un buen viaje, que dejarse guiar por el faro que ilimina este puerto será el camino mejor, seguro y cierto con lo que puedan contar, llegar, descansar, tomar nuevas fuerzas y volver a navegar, y en el futuro tal vez formar una familia donde compartir, todo lo aprendido, para que cada persona alcance sus fines con los medios más adecuados.