Gabriel García Márquez murió un jueves santo de 2014, tal y como muere uno de sus más entrañables personajes, Úrsula Iguarán, la madre de todos los Aurelianos y Arcadios Buendía en su obra maestra Cien años de soledad. El día que Gabo murió el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México se pudo cubrir de mariposas amarillas, o bien, haber llovido durante cuatro años, once meses y dos días, simplemente porque cualquier cosa podía suceder en el mundo de realismo mágico que el escritor colombiano creó a lo largo de su vida literaria.
La imaginación de García Márquez comienza a desgranarse desde muy niño, cuando acompañaba a su abuelo al frigorífico de la United Fruit Company y se maravillaba con la invención indescriptible del hielo. Aracataca, el pueblo de la costa atlántica donde vivía, era tal vez muy parecido a Macondo, el territorio imaginario que recrearía en varios cuentos y novelas como en Los funerales de la mamá grande o La hojarasca y posteriormente el escenario de Cien años de soledad.
Muchos años después, frente a una grabadora que imprimiría las conversaciones que sostuvo con su amigo Plinio Apuleyo Mendoza y que a la postre quedarían inmortalizadas en el libro El olor de la guayaba, Gabo confesaría que nunca hubiera pensado en convertirse en escritor de no haber sido por William Faulkner y sobre todo, después de leer La metamorfosis de Kafka en las frías noches de internado en los páramos de Bogotá, cursando el bachillerato; el insecto en el que amanece convertido Gregorio Samsa es, en propias palabras del escritor colombiano, la prueba irrevocable de que se podía escribir así y el detonante de su propio estilo de lo que a la postre Alejo Carpentier llamaría “realismo mágico”.
La imaginación de García Márquez comienza a desgranarse desde muy niño, cuando acompañaba a su abuelo al frigorífico de la United Fruit Company y se maravillaba con la invención indescriptible del hielo.
Durante su vida, Gabo escribió cuentos, novelas, crónicas y artículos periodísticos, discursos y una obra de teatro. En su narrativa se puede descubrir un antes y después del premio Nobel, que recibiría en 1982, sin embargo, su obra maestra es la ya citada Cien años de soledad, la cual ha sido comparada como el Quijote del siglo XX.
Si no has leído nada del gran Gabo, te recomendamos comenzar con textos que sean la puerta de entrada al mundo de García Márquez como los tres que se enlistan a continuación:
Doce cuentos peregrinos
(Cuento. 1992)
Llamados así por el propio escritor debido a que fueron escritos y trabajados en un periodo de 18 años y algunos sufrieron un largo peregrinar hasta encontrar sitio en este compendio. La particularidad entre los doce cuentos es que todos se sitúan en algún lugar de Europa y están habitados por personajes latinoamericanos. Después de la publicación de este libro, el cual fue un éxito más del colombiano, algunos de estos cuentos fueron llevados a la pantalla o como series de televisión. Ningún cuento tiene desperdicio, sin embargo, destacan El avión de la bella durmiente, El verano feliz de la señora Forbes y El rastro de tu sangre en la nieve.
Relato de un náufrago
(Reportaje novelado, 1970)
Tal como lo indica el título, la historia fue real y con un personaje con nombre y apellido: Luis Alejandro Velasco Sánchez, quien en 1954 era marinero del buque colombiano A.R.C. Caldas, el cual estaba recibiendo reparaciones en Mobile, Alabama. Al regreso a territorio colombiano, el marinero cae al mar desde cubierta y pasa diez días en altamar sin comer ni beber. Narrado en primera persona, el joven García Márquez reinterpreta la historia oficial contada por Velasco Sánchez y se publica en catorce entregas consecutivas en el periódico El Espectador en 1955. Al gobierno del entonces presidente Rojas Pinilla no le gustó; no por ejercicio de una buena crítica, sino por desenmascarar la verdad oficial: el marinero cayó al mar debido a que el contrabando que el buque llevaba como cargamento en la cubierta estaba mal estibado. Después de su publicación, el gobierno cerró el periódico y García Márquez tuvo que exiliarse en París una buena temporada. Este relato fue publicado en forma de libro en 1970. Imperdible para cualquier estudiante o aficionado al periodismo.
Crónica de una muerte anunciada
(Novela, 1981)
Inspirada en un suceso real ocurrido en 1951 y con un tono entre crónica periodística y novela policíaca, García Márquez explota un recurso literario con todo su sello: comenzar por el final; el lector se entera en las primeras líneas que van a matar a Santiago Nasar, y gracias a este inicio tan potente, el lector se queda hasta el final subyugado por los intríngulis de la novela, donde el realismo mágico se hace presente como en todas las novelas del colombiano. Si no has leído ninguna novela de García Márquez esta es la ruta prioritaria, seguramente te fascinará.