El último de los grandes violinistas de una cultura musical regional, J. Natividad Leandro Chávez, en sus últimos años de vida recordó un repertorio que ya nadie tocaba en la Tierra Caliente de Guerrero. Y cuando comenzaba a recuperarse ese tesoro musical, “su velita se le apagó”. He aquí parte de su historia.
Obertura
Corrió tras la muchacha. El pesado aire caliente de mayo parecía oponerse a su propósito, pues sentía cómo golpeaba contra su flaco pecho descubierto porque llevaba, como siempre, desabotonada la camisa. Poco a poco la distancia que lo separaba de esa magnética cabellera de azabache se iba acortando, incluso las carcajadas de ella casi resonaban en su rostro rubicundo tostado por el sol. El aroma de su cuerpo, del agua del río Balsas, le entraba por las fosas nasales, lo incitaba a estirar el brazo, a detener la briosa carrera lúdica, a sentir el palpitar de su sangre en un abrazo, ya casi… El viejo J. Natividad despertó acezante, sudoroso. Solo, en un cuarto que no era el de su pueblo, el suyo. Sin la risa de la joven Petra, cuando aún eran novios, antes de que se la robara. El dolor de su ausencia se le clavó en el inclemente dolor del cuerpo enfermo, desahuciado. Llamó a su hija. “Llévame a morir a la casa; me está esperando tu mamá”. Al día siguiente, de milagro, su hija logró conseguir dos lugares en un vuelo de Los Ángeles a la Ciudad de México. A los tres días, el 6 de enero de 2018, se quedó dormido, en paz, en Ajuchitlán del Progreso, pueblo de la Tierra Caliente de Guerrero, donde había nacido el 8 de septiembre de 1930.
Primer movimiento
En una tarde calurosa de febrero de 2007, como son casi todas las tardes en Ajuchitlán, aunque para los calentanos en esa época del año no hace calor, J. Natividad Leandro Chávez, El Palillo, el violinista y director del Conjunto Regional Ajuchitlán, integrado por dos guitarras sextas, tamborita y violín, ensaya con otro músico notable, el guitarrista Bardomiano Salgado, director del Conjunto Alfonso Salgado, más conocido en Guerrero que el grupo del anciano violinista. Ambos músicos pasan horas recordando viejos sones y gustos, géneros representativos de la región. Están en el patio de la casa de la familia Cambrón Figueroa, que apoya y promueve a El Palillo y a la música regional. Ofrecen a muy pocos oídos un concierto excepcional, de una calidad deslumbrante. Al concluir el ensayo, pues esa noche tocarán juntos en el homenaje que esa familia organizó a varios músicos locales, entre los que se cuentan ellos y el entonces muy reconocido Ángel Tavira, don Bardomiano exclama admirado y sin ambages a los afortunados espectadores: “Un gran maestro, el último de los grandes violinistas calentanos es él, El Palillo”.
Entre los músicos que han formado parte del Conjunto Regional Ajuchitlán están Nicolás Santos, J. Guadalupe Flores, Hugo Reynoso, Nemorio Teodores.
Segundo movimiento
En enero de 2008, en el Centro Nacional de las Artes de la Ciudad de México, se efectuó el Primer Homenaje “Juan Reynoso” a Músicos de Tierra Caliente, una excelente oportunidad para que la música de esta región cultural pudiera salir del aislamiento en que natural y geográficamente ha estado recluida, a pesar de su extraordinaria complejidad y riqueza estética. Precisamente el homenaje tomó el nombre de quien fuera un intérprete prodigioso y uno de sus principales divulgadores, cuyo virtuosismo en el violín le ganó el sobrenombre de El Paganini de Tierra Caliente y lo hizo merecedor en 1997 del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Artes y Tradiciones Populares. A un año de la muerte de don Juan, acaecida en 2007, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes realizó ese primer homenaje a su memoria y en reconocimiento a varios músicos calentanos; El Palillo era uno de estos.
Tercer movimiento
A partir de 2008, El Palillo y su grupo fueron conocidos más allá de la Tierra Caliente. El Conaculta ese año los incluyó en el disco Sones compartidos con músicos tradicionales de la Huasteca y Sotavento, y en 2011 le otorgó a él una beca vitalicia por sus más de 70 años de tocar la música tradicional calentana. En 2012 acudieron invitados al “Son para Milo”, en la Ciudad de México, el encuentro de música tradicional mexicana más importante del país. En 2016 tocaron en la Fonoteca Nacional –donde su música quedó grabada, forma ya parte de esta institución y está disponible al público– y participaron en un programa de media hora de TV Azteca. En marzo de 2017, la UNAM Campus Morelia le hizo un homenaje por su trayectoria. También, por iniciativa del doctor Galileo Cambrón Figueroa, grabaron dos discos, los cuales aún están inéditos por falta de recursos.
Cuarto movimiento
En 2015 murió doña Petra, su esposa durante más de 50 años. La tristeza se adueñó de El Palillo. Pero le devolvió la memoria de un repertorio que hacía más de tres décadas no se tocaba en la Tierra Caliente: la música fúnebre, porque música religiosa tocó toda su vida “al Patrón”, sin cobrar un peso a los sacerdotes. Nunca fallaba en las fiestas patronales de los pueblos de la región. La “música de muertos”, como decía él, lo llevó invitado en 2016 al Festival Huellas, de corte barroco e internacional, en Pátzcuaro, Michoacán, donde cautivó a un público en el que había varios músicos europeos y estadounidenses, que lo aplaudieron de pie. Una música maravillosa y espléndidamente interpretada por un campesino que nunca aprendió a escribir ni a leer, que la hizo volver a sonar inspirado por la muerte. Conforme pasaban los días, recordaba más piezas que ningún otro músico ya tocaba; pasaba tardes ensayando con su grupo para indicarles cómo debían tocarlas. También, cosa rara en él, se armó de paciencia y le transmitió algunos de sus secretos a un joven de Ajuchitlán, humilde como él, Alejandro Sánchez, que, literalmente, tiene en sus manos ser el continuador de la tradición del Conjunto Regional Ajuchitlán, la cual supera el siglo. Había planes de grabarlo más con esa música, pero la muerte ya no quiso prestarle tiempo ni piezas fúnebres y se lo llevó a su lado. Con su partida, México pierde un patrimonio cultural intangible imposible ya de recuperar o salvaguardar. Descansa en paz, J. Natividad Leandro Chávez, Palillo. Deo gratias.
MÚSICA TRADICIONAL MEXICANA
Por Licenciado Gustavo Enrique Salas Hernández Coordinador de la Licenciatura en Música Contemporánea
La conformación geográfica de México nos permite crear una clasificación de la música tradicional de nuestro país. Sin embargo, la música mexicana se rige más por regiones y géneros, como es el caso de la música de Tierra Caliente. Dicha región está comprendida entre parte del Estado de México, Michoacán, Guerrero, Colima y Jalisco. En cada una de estas entidades hay variados conjuntos y géneros musicales, como en el caso de Michoacán, que posee el conjunto de arpa grande, cuya principal característica es el arpa diatónica que sirve como base armónica y a veces rítmica, al ser usada como instrumento de percusión. Además, este conjunto incluye guitarra, vihuela y violín, y los géneros más populares son la valona, el son y el jarabe. En el caso de la región de Guerrero, el conjunto se compone de guitarra, violines y tamborita, siendo esta última un pequeño tambor de doble membrana de cuero adherida por aros a un “vaso” de madera, que es percutido con baquetas en el aro y en la membrana de cuero, para generar dos sonidos diferentes, y entre los géneros más populares están el son, el gusto, malagueñas y minuetes. En ambos casos, ya sea en el conjunto de Michoacán o el de Guerrero, el arpa percutida y la tamborita producen patrones rítmicos elaborados, a forma de “zapateado”.
El son, que es uno de los géneros más extendidos por la República Mexicana, tiene una muy clara influencia de la música española, y en cada región ha adoptado diferentes formas y conjuntos, así como lírica. Su carácter generalmente es ternario, bailable, con letra o solo instrumental. Así tenemos estilos de sones como el veracruzano, calentano, huasteco, jalisciense, istmeño, entre otros. En el caso particular de los sones calentanos de Guerrero, el gusto es un son cantado y el son como tal, solo instrumental.*
* Michoacán, música y músicos. Gobierno del Estado de Michoacán/El Colegio de Michoacán. OCHOA SERRANO, A. (2007)