¿Estamos preparados para la transformación de la sociedad por la inteligencia artificial?

Liderazgo Anáhuac en Humanismo
El Dr. Juan Manuel Palomares destaca los retos planteados por el Papa Francisco en su carta Antiqua et Nova, considerando sus implicaciones éticas, sociales y espirituales.
La Inteligencia Artificial (IA) es uno de los avances tecnológicos más trascendentes de nuestra era. Su desarrollo plantea interrogantes fundamentales sobre la naturaleza humana, la toma de decisiones y su impacto en la sociedad. En su reciente carta “Antiqua et Nova”, el Papa Francisco reflexiona sobre la relación entre la IA y la inteligencia humana, destacando los desafíos éticos que surgen con su uso.
Uno de los aspectos más destacados de la carta papal es la reafirmación de la dignidad intrínseca de la persona humana, creada a imagen de Dios. La IA, como producto del ingenio humano, no debe reducir el valor de la persona a su capacidad productiva ni desplazar su protagonismo en la sociedad. En el ámbito de los derechos humanos, esta preocupación se vincula con el debate sobre los neuroderechos y la protección de la autonomía y privacidad frente al uso indiscriminado de tecnologías que afectan la mente y el comportamiento.
Desde el punto de vista bioético, este avance tecnológico plantea cuestionamientos sobre la justicia y el acceso equitativo a sus beneficios. En el sector sanitario, por ejemplo, su aplicación en diagnósticos y decisiones clínicas puede mejorar la atención, pero también existe el riesgo de que excluya a sectores vulnerables o se utilice con fines puramente económicos que prioricen la eficiencia sobre la atención personalizada.
Otro aspecto fundamental de la reflexión papal es la responsabilidad ética en el diseño y la aplicación de la IA. A diferencia del ser humano, que posee libre albedrío y conciencia moral, esta tecnología opera bajo patrones predefinidos y aprendizaje automatizado, lo que puede generar decisiones sesgadas o incontrolables. Desde la bioética, se subraya la importancia de establecer límites claros en el uso de esta tecnología en ámbitos como la medicina, el derecho y la seguridad.
Desde la perspectiva de los derechos humanos, la IA también plantea desafíos en la dinámica de las relaciones humanas. Si su diseño se enfoca exclusivamente en la utilidad, podría debilitar la interacción interpersonal, especialmente en sectores como la educación y la salud. Aunque la tecnología facilita la comunicación y la inclusión, también puede fomentar el aislamiento si reemplaza el contacto humano genuino. En este contexto, el principio de responsabilidad moral debe ser un eje rector en la regulación de la IA, asegurando su alineación con el bien común y el respeto a la persona.
En el ámbito educativo, la IA ofrece la oportunidad de personalizar el aprendizaje, pero también plantea el riesgo de deshumanizar el proceso educativo si los estudiantes dependen excesivamente de algoritmos en lugar de la interacción con docentes y compañeros. Desde una óptica ética, es esencial preservar el carácter formativo y crítico de la educación, evitando que la tecnología condicione el pensamiento humano.
Sin duda la carta “Antiqua et Nova” del Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre la Inteligencia Artificial desde una visión integral, considerando sus implicaciones éticas, sociales y espirituales. La bioética y los derechos humanos proporcionan marcos primordiales para garantizar que esta tecnología contribuya al desarrollo humano sin comprometer la dignidad y la libertad de las personas. A medida que esta tecnología avanza, es crucial que su regulación y aplicación estén guiadas por principios éticos claros que pongan en el centro a la persona y su bien integral.
Más información:
Dr. Juan Manuel Palomares Cantero
juan.palomares@anahuac.mx
Coordinador de Ética
Dirección Académica de Formación Integral (DAFI)