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¡Feliz cumpleaños, Dr. Agazzi!: Reflexiones sobre la Ciencia



¡Feliz cumpleaños, Dr. Agazzi!

En este artículo rendimos homenaje a Evandro Agazzi, filósofo de la ciencia, exponiendo algunas de sus ideas respecto a la neutralidad de la ciencia. 

El 23 de octubre de 2024, el Dr. Evandro Agazzi celebró su 90 aniversario. Por ello, desde este espacio le extendemos nuestro afecto y felicitación a quien ha llevado a cabo una intensa actividad filosófica a lo largo de su vida, produciendo una obra relevante y digna de estudiar.  

La mejor manera de rendir homenaje a un filósofo de la índole del Dr. Agazzi, es participar de su pensamiento, por lo que con este propósito expondré brevemente un tema que presenta en su libro El bien, el mal y la ciencia.

En esta obra cuenta que la ciencia era, hasta los años 50 del siglo XX, considerada un estudio objetivo e imparcial de la verdad, pero debido a malas prácticas al condicionamiento de las investigaciones que sobre ella ejerce el poder y a las consecuencias indeseables que podía generar su utilización, surgió una crítica que puso en tela de juicio esa forma de entenderla y cuestionó no solo sus posibles usos y consecuencias, sino también la imparcialidad de su estructura noética. Esta crítica negó que la ciencia fuese neutral y alegó que su objetividad solamente era ficticia.

Si bien, es cierto que la ciencia no es neutral en cuanto a su uso y sus consecuencias, ¿esto es suficiente para negar que sea un saber autónomo? Para responder a esta cuestión, debemos centrarnos en su estructura noética y no en su praxis, pues es obvio que, si bien la segunda puede influir en el conocer, es distinta del mismo. Debido a ello, el Dr. Agazzi nos advierte que resolver la cuestión de si la ciencia puede ser neutral es importante porque ella tiene como fin inmediato la consecución de un saber cuya característica principal es la pretensión de objetividad.

¿Es, pues, la ciencia neutral? El filósofo italiano analiza varios sentidos de neutralidad para ver cómo se relacionan con la ciencia, atendiendo a que esta puede ser considerada o bien como actividad o bien como saber.

Neutralidad como desinterés: Considerada como actividad, la ciencia no es neutral respecto de intereses, pues se hace por motivaciones. Si la vemos como saber, no es neutral respecto del interés de conocer, pero sí lo es en cuanto a otros intereses, porque su valor cognitivo es independiente del hecho que se corresponda o no a los intereses de quien la crea. Bajo esta perspectiva, la ciencia no es neutral como actividad, pero puede y debe serlo como saber.

Neutralidad como independencia de prejuicios: Al analizarla como actividad, la ciencia no es neutral en este sentido, ya que los científicos poseen ciertos puntos de vista generales sobre lo real, el sentido del obrar humano o el valor y la finalidad de comportamientos, elementos que no dejan de influir en el modo de hacer ciencia y en la elección de hacia dónde se dirige la investigación. Al considerarla como saber, puede no ser neutral, debido a que los prejuicios pueden intervenir sobre la estructuración de la objetividad, pero, aunque existe el riesgo de que los prejuicios comprometan la objetividad científica, no es necesario que así suceda, por lo que la ciencia como saber puede y debe ser neutral respecto a los prejuicios, tomando consciencia de ellos y su parcialidad. 

Neutralidad como el no estar al servicio de intereses: Considerándola como actividad, es difícil que la ciencia sea neutral, pues puede ser instrumentalizada, ya que el investigador, al hacer su labor, puede servir a intereses suyos o de quien le paga. Además, la ciencia asume una dimensión y relevancia colectivas que hacen que los intereses políticos, económicos o ideológicos entren en juego. Desde el ámbito del saber, la ciencia puede no ser neutral, pero entonces su objetividad estará en juego, así como el carácter ético que adquiere por la honestidad intelectual de quienes la construyen. Aunque diversos intereses pueden infiltrarse en la ciencia a nivel cognitivo, es deber del científico aislarlos y rechazarlos.

Neutralidad como libertad de condicionamientos: Considerada como actividad, la ciencia no es neutral en este sentido, ya que sufre de ciertos condicionamientos (en cierta medida aceptables), debido a incentivos o financiamientos dados a ciertos tipos de investigación o debido a obstáculos interpuestos al desarrollo de algunas ramas disciplinares. Sin embargo, aunque los condicionamientos pueden predeterminar la extensión y el grado de profundización de los ámbitos de la ciencia como saber, debe reivindicarse la autonomía de la misma exigiendo una esfera de investigación pura justificada por la sola aspiración a conocimientos intelectualmente interesantes y estimulantes, aunque no muestren servir a fines que tienden a condicionar la ciencia.

Neutralidad como indiferencia respecto a fines: Como actividad, la ciencia no puede ni debe ser neutral, ni podría ser propuesta la neutralidad como un ideal, puesto que la ciencia debe moverse dentro de un horizonte de significado y resolver su ubicación respecto a un horizonte de totalidad. Como saber, puesto que debe tener como fin alcanzar la verdad, tampoco es neutral y ha de buscar este fin.

Esta es una vista rápida y de conjunto de los distintos sentidos en que la neutralidad, respecto a la ciencia puede ser entendida. Ahora, si bien la ciencia no puede ser neutral como actividad y como saber, esta puede estar influida por diversos factores extrínsecos que pongan en riesgo su neutralidad. Respecto a su estructura noética, puede guardar cierta objetividad o capacidad para afirmar, desde cierto punto de vista, la verdad de lo que investiga. Esto es suficiente para considerar a la ciencia, en tanto saber, como autónoma, pues tiene el poder de dar justificaciones fundamentadas de sus afirmaciones.


Más información:
Mtro. Miguel Ángel González Iturbe 
miguel.gonzalezi@anahuac.mx 
Dirección Académica de Formación Integral (DAFI)