De la lectura individual a la socialización de la lectura
Liderazgo Anáhuac en Humanismo
Presentamos un artículo de la Dra. Fabiola Torres Adame en el que analiza el carácter ambital y personalista de la literatura y del club de lectura.
La literatura, como custodia de la cultura, la condición y la experiencia humana, es una fuente potencial para la formación del hombre a través de su efecto estético. A la obra literaria, vista como un ámbito, subyacen ciertos rasgos personalistas, pues posibilita el diálogo y la relación interpersonal en la unidad escritor-texto-lector para el enriquecimiento de la identidad personal y colectiva.
Al respecto, este trabajo plantea que, al pasar de la lectura individual a la socialización de la lectura, se escala a un ámbito superior entreverado que potencia el efecto estético de la obra literaria y amplía el alcance de la relación escritor-texto-lector a las relaciones escritor-texto-lectores y lector-texto-lectores. Este nuevo ámbito es el club de lectura, un “campo de encuentro” al que subyacen los valores personalistas de la interpersonalidad, el diálogo y la donación, que hacen posible la conformación de una comunidad lectora de participación.
Al conocimiento de la experiencia humana se accede a partir de las propias experiencias y, de manera complementaria, a partir de las experiencias de cualquier otro hombre, ya sea de manera directa o indirecta.
En este sentido, la literatura, como salvaguarda de la condición y la experiencia humana, es un medio complementario e indirecto para el conocimiento de la experiencia humana en general. Los saberes, modelos y antimodelos de conducta que de ella emanan, le confieren un carácter formativo, ya que puede incidir en el proceso de humanización del hombre, cuando lo leído lo deforma o lo transforma, esto es, le afecta en lo personal, ya sea para bien (humanizándolo) o para mal (deshumanizándolo). Así pues, el poder transformador del efecto estético de la literatura es aquello que le sucede al lector en la estrecha relación con el texto una vez que lo ha interpretado, resignificado y reelaborado.
En este marco, la obra literaria es pensada “desde la persona” y “para la persona”, por lo que subyace el valor personalista de la centralidad de la persona, lo cual permite rescatar la “unidad” entre autor-texto-lector. Así, la literatura es comunicación interpersonal entre autor y lector a través del texto. Un encuentro que permite el diálogo configurador de la identidad personal y colectiva.
Y a fin de ampliar el efecto formativo de la obra literaria, este trabajo plantea que el club de lectura, como juego lúdico, es un ámbito o “un campo de encuentro” en el que la experiencia de la lectura pasa de la esfera individual y privada a la socialización, lo que potencia el efecto estético de la obra literaria gracias al encuentro, el intercambio y el diálogo.
En el club de lectura, la literatura cumple tanto su función individual como social, y a este subyacen los rasgos personalistas de la interpersonalidad, afectividad, donación y sentido de comunidad. En este “campo de encuentro” es posible pasar de la unidad personalista escritor-texto-lector que propone Helena Ospina (“ámbito de lectura individual”) a un “ámbito de socialización de la lectura” o comunidad lectora de participación, cuya base es el ámbito anterior, pero potenciado y extendido hacia la múltiple participación escritor-texto-lectores y lector-texto-lectores.
Ante la importancia de la lectura de obras literarias, esta es una invitación no solo para promover la lectura individual, sino para conformar comunidades lectoras que potencien el efecto estético de la obra literaria a través de la socialización de la lectura.
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Más información:
Dra. Fabiola Torres Adame
fabiola.torresa@anahuac.mx
Dirección Académica de Formación Integral