El subdirector de la Facultad de Arquitectura, el Arq. Jorge Vázquez del Mercado, comparte con nuestra Comunidad Anáhuac su visión de lo que llama “reclusión obligada” ante el tema de la pandemia que enfrentamos en México y en el mundo.
A más de un mes del inicio, esta reclusión obligada parece presentar otro tipo de velocidad en nuestra forma de vida que advierte alguna diferencia entre “a distancia” y “en línea”. Si ponderamos que velocidad es igual a distancia entre tiempo (en línea), quizás v=d/t(el) resulte un disparate, pero uno que podría servir para demostrar que estamos viviendo a otra velocidad; ni más rápida ni más lenta, simplemente otra que se confirma en la distribución de nuestro tiempo.
Paradójicamente, esto no excluye a quienes no pueden recluirse y trabajar a distancia. El tráfico (o la saturación) vehicular prácticamente ha desaparecido y por consiguiente los tiempos de desplazamiento se han reducido. Con un argumento similar dimos un mensaje de bienvenida virtual a alumnos de Posgrado; pertenecen a una generación diferente, no mejor ni peor, sino una que tuvo limitaciones que originaron oportunidades únicas y que solamente podrían darse en esta circunstancia de aislamiento.
El pasado 16 de abril se anunciaba que el distanciamiento social se prolongaría hasta el 31 de mayo, aunque la incertidumbre provocada por el diluvio de datos, ciertos y falsos, ha derivado en un gran escepticismo sobre “el fin de la epidemia”. No sabemos si las condiciones del distanciamiento social cambiarán inmediatamente, a partir de una fecha, debido a la posibilidad de reincidencia en tanto no haya vacuna o tratamiento para contrarrestar la virulenta enfermedad; podrían ser muchos meses más de transición a la ex-normalidad.
En este panorama de abril en reclusión, y con el mismo formato del texto que antecede a este, están presentes dos temas que particularmente atrapan la atención para la Arquitectura.
El Arte y la Cultura – (deliberadamente a propósito de la desaparición del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), pero sin un pronunciamiento específico) –.
Músicos hiperactivos en las redes sociales, pintores con magníficas exposiciones virtuales, muy diversas y nuevas formas de expresión, concursos de creatividad o emprendimientos con alto impacto social, Literatura, Teatro o Cine están omnipresentes en estos días, con un brillo especial que subraya la vocación esperanzadora del arte, en muchos casos revitalizada a partir de cierta energía emanada de la solidaridad.
La reclusión fortalece día con día al arte y a la cultura en su cualidad de “eterna”, de “siempre”, (adverbio que la Real Academia Española define como “en todo o en cualquier tiempo”) y por lo tanto es inmune a la velocidad o a los efímeros efectos de la revolución digital, aquellos que pasan rápidamente y se desechan como cualquier pasatiempo. En otra dimensión de la cultura, el estatus de la pandemia del COVID-19, por ejemplo, se aborda en primera instancia desde el territorio de la Ciencia, ¿cómo desestimarla?, es un despropósito. En su texto “Parábola del Pan” publicado el pasado 24 de abril en Reforma y en Etcétera, Juan Villoro no deja margen para dudar sobre la primerísima relevancia y lo imprescindible de la cultura en la vida de todas las personas. “¿Tiene sentido salir del encierro en países sin teatros, galerías, librerías o salas de conciertos?”.
La Vivienda – a propósito de la autoconstrucción –.
El anuncio (presuntamente apurado por la pandemia) del pasado 23 de abril en relación a nuevos créditos directos a los trabajadores para la autoconstrucción de vivienda, y las diversas reacciones y pronunciamientos gremiales al polémico asunto de los días siguientes, checan con la urgente y postergada necesidad de revisar el estatus de la vivienda en nuestro País.
Escribí el mes pasado: “…así como un reglamento de construcción se modifica después de un terremoto, por ejemplo, este pudiera ser un buen momento para repensar el modelo de vivienda en cuanto a nuevas posibilidades de formas de vida, más allá de fórmulas inmobiliarias conocidas como las de regresar a los centros metropolitanos u olvidarnos de las ciudades dormitorios”. Ahora es cuando.
“…La humanidad se encuentra sencillamente perdida cuando la vida pierde su resonancia en la profunda historicidad y espiritualidad de la existencia…”, afirma Juhani Pallasmaa en conversación con Peter McKeith. (Tomado del libro Los ojos de la Piel del mismo Pallasmaa).
En tal sentido, nuevamente la reclusión obligada del primer renglón de este texto presenta un largo camino de reflexión sobre el privilegio de quienes pueden trabajar a distancia; cómodamente los menos, incómoda o muy incómodamente los más, y de los que simplemente no pueden recluirse por razones económicas o de incredulidad que deriva en la irresponsable desobediencia. La reclusión expone a cielo abierto la aparatosa brecha social en donde el “domicilio” es protagonista junto con la salud y la educación, sin importar el orden necesariamente.
Todo lo anterior hizo eco en algunos colegas del grupo “ReconstruirMx” (de WhatsApp), un colectivo plural de arquitectos que se formó a partir del sismo de 2017 y que ahora, desde el oportuno pretexto de la autoconstrucción asistida, revive buscando organizar un Foro alrededor del ingente y reiteradamente urgente tema de la vivienda.
“…Se trata de una oportunidad para revisar, analizar y generar propuestas (léase repensar) el estatus de la vivienda en nuestro país, desde la tenencia de la tierra en los ámbitos rural y metropolitano, hasta diversos modelos y posibilidades para lo formal y lo informal, es decir, para los asentamientos regulares e irregulares (a partir de lo que enfrentaremos en la post-pandemia quizás…). El formato o protocolo a seguir deberá ser a nivel nacional, orientado a promover un diálogo altamente constructivo, incluyente e interdisciplinario, inclusive.” Primeras intenciones compartidas con el notable grupo que se está ampliando afortunadamente para tan ambicioso fin.
Augusto F. Álvarez
(Escribiendo estas líneas) me entero con mucha tristeza de la partida de Augusto. Le conocí hace algunos años, no tantos, unos 10 quizás, pero siempre mantuvimos una relación de entrañable complicidad. Ser su amigo era ser su cómplice en cierta manera. Recuerdo tantas veces que me invitaba a participar en bienales internacionales, a mandar trabajo. Me invitó a participar en algunos jurados y tuve la suerte de participar con él en otros para un premio y una bienal de arquitectura en el Colegio de Arquitectos.
Solo puedo decir que fue un inmenso placer, coincidíamos en mucho, una gran persona, un Señor. Su práctica profesional fue rotunda, su obra seria y muy correcta. Tuve la suerte de invitarle a dar una conferencia en la Facultad de Arquitectura de la Anáhuac, la primera del ciclo de conferencias de hace dos años y la primera a la que asistió mi hijo como estudiante de arquitectura, algo memorable y sumamente significativo.
Fue un gran impulsor a contra corriente de los concursos en México, y soy testigo al igual que todos los que le conocimos que su mayor interés desde la unidad del gremio fue la promoción y la difusión de la mejor arquitectura producida en nuestro país.
Con aprecio y mi mayor reconocimiento reciban sus familiares y amigos un abrazo fraternal. Descansa en paz mi muy estimado Augusto, ¡te extrañaremos! JVdM.
P.D. La cantidad y la velocidad de la información son ingentes. Gracias a quienes comparten la imprescindible oportunamente.
*Jorge Vázquez del Mercado (Arquitectura, gen. ‘87), es fundador y director en Vázquez del Mercado-Arquitectura, además de subdirector de la Facultad de Arquitectura.
Más información:
Escuela de Arquitectura
Dra. Carmelina Martínez de la Cruz
carmelina.martinez@anahuac.mx