Publicado en diciembre de 2020 por la editorial Gedisa México, el libro “Max Picard. La filosofía como renacer espiritual” trata de rescatar a este filósofo suizo totalmente olvidado por los cánones de la filosofía contemporánea. Creador de una obra filosófica y poética por excelencia, que puede ser incluida en el ámbito del personalismo filosófico o del humanismo contemporáneo, Max Picard (1888 – 1965) es uno de los más importantes pensadores en cuanto a la comprensión de la persona humana en su fundamentación antropológica y ética de la modernidad, y en cuanto a la revalorización del mundo entendido como una continuidad de Dios.
Médico de formación, en realidad Picard fue un poeta, un contemplativo, un espíritu inquieto y sensible. Su modo de ser y de pensar nos demuestra una vez más que para ser filósofo se necesita vocación. Considero que ante el desierto moral que se extiende cada vez más, y ante el paisaje estéril que la filosofía contemporánea propone, aferrada cada vez con mayor fuerza a los tecnicismos, al academicismo hueco donde prevalece la forma sin el fondo, filósofos como Max Picard nos enseñan el camino de regreso, invitándonos a hacer el esfuerzo de recuperar la esencia sagrada de la filosofía: ser una contemplación activa para recobrar el sentido último de la realidad mediante el amor, la fe y el silencio.
Para los que se quieren acercar a su obra, hay que decir que encontrarán un estilo de escritura aparentemente sencillo pero muy engañoso. Se trata de un estilo contemplativo, místico, en el cual se refleja la relación entre palabra y silencio. A través de estas dos categorías principales, Picard crea una escritura única, y mediante ella advertía la decadencia de un mundo que se olvida de lo sagrado.
Picard sabía que en el futuro el hombre va a vivir desde una fragmentación espiritual, desde una degradación moral, desde la indiferencia, desde la ruptura y la discontinuidad. Por eso trata de ayudarnos a recuperar aquello que representan las huellas de lo divino en lo humano. Y estas huellas son el silencio, el lenguaje y el rostro humano.
Los capítulos del libro se centran precisamente en presentar estos temas, sin descuidar la crítica que el filósofo hace a la degradación humana, cuando nos entregamos a las ideologías y a los eslóganes. Picard sabía que el progreso desmesurado será una utopía que nos llevará a una catástrofe humana. Fue un hombre muy atento a la realidad en la cual vivía, y se dio cuenta del peligro que representará para el futuro la intromisión de la tecnología en la vida del hombre, sabiendo que una sociedad tecnologizada será humanamente hablando muy pobre, en el sentido de que todo aquello que enriquece el ser del hombre -silencio, palabra, naturaleza- será completamente mutilado por la tecnología. Y esta advertencia parece que ya es realidad.
De allí en adelante, para Picard, el paisaje de la realidad se dibujaba triste. Veía un mundo en el cual huiremos de Dios. De aquí el titulo de otro libro de Picard llamado “La huida ante Dios”, que recuerda un poco de la inquietud de Nietzsche de ¿qué hacer en un mundo en el cual hemos matado a Dios? Pues huir todavía más de Dios.
Dios se vuelve una presencia incomoda para el hombre postmoderno, por eso se aleja cada vez más y huye. Dios es para Picard equivalente al silencio, a la palabra, al diálogo, a lo duradero, a lo eterno en el hombre. Lo que queda es un mundo fragmentado en el cual todo fluye con rapidez, un mundo en el cual la indiferencia se vuelve un modo se ser aprobado mutuamente. Este mundo de la huida es un mundo anti-dialógico, en el cual solo el flujo de la información instantánea importa, y que puede dar lugar, en cualquier instante, a una guerra, a una dictadura, a la falta de tolerancia, a la degradación moral y social.
A Picard lo entiendo como un filosofo de crisis que trata, con nostalgia a través de su escritura, recuperar lo sagrado, lo esencial en el hombre: su inocencia. Esto se refleja en toda su obra. Cuando uno tiene la experiencia de leer a Picard, entiende también cómo hemos pervertido el pensar filosófico mismo transformándolo en un lenguaje poco flexible, organizado metodológicamente y sin creatividad. Medico de profesión, y un filósofo de vocación, Max Picard viene y nos ofrece una lección profundamente dolorosa: recordándonos que, si despojamos el pensar filosófico de su alma contemplativa, prácticamente la filosofía se vuelve un mero instrumento de manipulación y control.
Dra. Catalina Elena Dobre, investigadora de la Universidad Anáhuac México y Le Cordon Bleu México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores en el área IV (Humanidades y Ciencias de la conducta).
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