El regionalismo formal para el desarrollo en Mesoamérica (se pueden argumentar otros regionalismos informales) empieza a consolidarse en el 2001 a partir del Plan Puebla Panamá (PPP). El libro “Regional Integration, Development and Governance in Mesoamérica” (Palgrave Macmillan, 2020) presenta un análisis del PPP y de otros programas de cooperación Mesoamericanos utilizando los marcos del “nuevo regionalismo” y de gobernanza multinivel.
La cooperación regional es una herramienta que se utiliza para abordar problemas u oportunidades que transcienden las fronteras políticas de naciones soberanas. Durante las últimas cinco décadas surgieron regionalismos, abarcando los ámbitos de comercio, cooperación económica y política, al igual que regionalismos enfocados hacia seguridad colectiva, cuidados del medio ambiente y fomento al desarrollo. A partir de los años noventa, la gran disparidad en temas y superposición de varios esquemas regionales en un mismo territorio se llegaron a conocer como “nuevo regionalismo” en las Relaciones Internacionales. Con el nuevo regionalismo surgieron herramientas teóricas con el mismo nombre para analizar proyectos regionales de integración o cooperación, ya que no todos buscan lograr una integración económica y política como tiene la Unión Europea, en vez, pueden ser tan profundos o superficiales en su alcance, función y diseño. Utilizando la teoría del nuevo regionalismo y un marco de análisis de gobernanza multinivel, se puede observar la efectividad de un proyecto regional en cuanto a su coordinación e implementación de políticas a nivel vertical (de las instituciones regionales hasta el gobierno local) y horizontal (coordinación con actores no gubernamentales en todos los niveles de gobierno).
Por medio de un análisis de datos recabados a partir de instituciones regionales, gubernamentales, encuestas y entrevistas, se logra ver cómo las políticas del Plan Puebla Panamá y subsecuente Proyecto Mesoamérica (PM) no transcienden en resultados tangibles. El reporte final del PPP, presentado en Tuxtla Gutiérrez (2008), describió los avances logrados durante su vigencia. La mayoría de los avances reportados representaban los logros en materia de infraestructura y conectividad, pero no se presentó un cálculo del impacto de los proyectos en la reducción de la pobreza. Esto es porque desde un inicio no se fijaron objetivos cuantificables, ni cómo se medirían. Entrevistas con actores regionales (gubernamentales y no-gubernamentales), nacionales, estatales y en diferentes sectores, muestran la falta de coordinación entre ellos para lograr un fin común, la cooperación para el desarrollo regional.
Para no caer en los errores del pasado con el PPP y aprender de algunos mecanismos del PM, el texto resalta cuatro puntos para considerar cómo se podría mejorar el resultado de estos programas, u otros similares. Primero, una amplia coordinación de los mecanismos regionales para evitar duplicar esfuerzos y eficientizar recursos. Segundo, asegurar mecanismos de cooperación y coordinación entre gobiernos centrales, gobiernos sub-estatales, gobiernos locales, sociedad civil y empresarios para una gobernanza efectiva. Tercero, tener objetivos concretos, para poder medir el avance y analizar efectividad o si se requieren medidas correctivas. Finalmente, cuarta, y la más importante, implementar mecanismos de rendición de cuentas transparentes, para asegurar el mejor uso de los fondos y poder medir el impacto.
Dra. Alina Gamboa Combs, investigadora asociada de la Universidad Anáhuac México, Facultad de Estudios Globales. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT.
Referencia del libro: Gamboa, Alina (2020) Regional Integration, Development and Governance in Mesoamérica, Palgrave Macmillan, New York.
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https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-030-25350-9#authorsandaffiliationsbook
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