En la última década y sobre todo en estos últimos años, las reflexiones y nuevas posturas en torno a los conceptos, interpretaciones e información referentes a la llamada “conquista de México” han cambiado radicalmente, desmitificando muchos aspectos que se tenían por verdades referentes a tan destacado tema, y que, gracias a las aportaciones de diversos investigadores con sus publicaciones científicas y conferencias en congresos, se han logrado fracturar de forma contundente muchos de los presupuestos que se tenían sobre este tema.
Recientemente, los investigadores comenzamos a reevaluar y resignificar los hechos ocurridos de la conquista y particularmente para el tema que nos interesa, reinterpretar la caída de México Tenochtitlan con otros términos mucho más razonados, sustentados y objetivamente reevaluados. En primera instancia ya no podemos hablar de la conquista española de México, ya que en realidad los más importantes actores de este proceso histórico fueron realmente los diversos grupos indígenas, quienes participaron en una suerte de marco rebelión, en contra del Impero Mexica, a la cual se sumaron un reducido número de hispanos que llegaron a las costas. Hablamos de un uno por ciento de efectivos hispanos que participaron en la guerra contra Tenochtitlan. Por lo tanto, se ha propuesto en algunas publicaciones recientes que, más que una invasión o conquista, puede ser considerado como una intervención armada indígena con el apoyo reducido de efectivos españoles.
Al respecto debemos señalar también que, hoy en día, ya tampoco podemos seguir argumentando que fue la tecnología militar española la que determinó la caída de Tenochtitlan, derivada de su superioridad tecnológica. En contraste hoy debemos hablar de un hibridismo tecnológico en cuanto a las panoplias usadas por los ejércitos enfrentados. Es decir, tanto las tropas indo-hispanas como las defensas mexicas utilizaron en la mayoría de los casos arsenal indígena, igualmente con un muy reducido número de arsenal hispano. Resulta natural pensar que un armamento de metal como, por ejemplo, una espada, podría resultar tecnológicamente hablando superior a un macuahuitl mexica, aspecto que hoy sabemos gracias a los estudios de arqueología experimental. Sin embargo, por más avanzada que estuviera la tecnología militar hispana, la operatividad de la misma se cancela automáticamente al considerar el reducido número empleado, en comparación con los miles de artefactos realmente empleados por las tropas indígenas de ambos bandos.
Sumado a ello, debemos reinterpretar que cuando la ciudad de Tenochtitlan y Tlatelolco fue atacada por las tropas indo-hispanas, muchos de los efectivos mexicas se encontraban debilitados por las consecuencias de las enfermedades que ya comenzaban a infectarlos, sumado a la falta de suministros de agua y alimentos, lo que impidió en cierta forma una operatividad mucho más efectiva de los combatientes durante la defensa de Tenochtitlan. Otro factor importante es el número de efectivos, ya que originalmente, cuando la Triple Alianza o Excan Tlatoloyan, durante la etapa imperial mexica, conformada por Tenochtitlan, Tlacopan y Texcoco, podían llegar a reunir cerca de 60.000 efectivos en sus diversas campañas, pero en esta ocasión, hablando de los traidores a México Tenochtitlan, Tlacopan y sobre todo Texcoco, ya estaban igualmente del lado de las tropas hispano -indígenas, lo que representó para la misma Tenochtitlan una pérdida de efectivos prestos para el combate, sustancial durante la defensa. Por el contrario, existe un número indeterminado de efectivos indígenas que fueron apoyados por Cortés y no viceversa como se ha establecido, para llevar a cabo la intervención armada a Tenochtitlan.
En conclusión, tanto indígenas mesoamericanos de las diversas filiaciones étnicas como los cerca de novecientos españoles, tenían al final de las campañas cortesianas un mismo fin, acabar con el Imperio mexica. Realmente, desde que Cortés llega a las costas, no venía con dicha intención ya que, poco a poco, conforme fue madurando la expedición y conociendo de manos de Marina la situación geopolítica imperante, es que la alianza hispano-indígena fue cobrando cada vez mayor solidez reconociendo mutuamente que tenían un enemigo en común, transformándose poco a poco en uno de los principales objetivos de su mutua campaña, la caída de Tenochtitlan.
Al respecto es necesario apuntar que los diversos grupos indígenas no estaban al servicio de Cortés como siempre se ha apuntado, sino por el contrario vieron a Cortés como su aliado para enfrentar al Imperio mexica, de ahí que en una suerte de trabajo en equipo, los indígenas proveyeran a Cortés y su reducido número de hispanos toda la infraestructura para sobrevivir al escenario hostil mesoamericano, lo que incluía información estratégica de tipo geopolítico, sanitario, en materia de avituallamiento, equipamiento militar y unidades de apoyo en todo sentido, incluyendo evidentemente a los combatientes, todo con el fin de generar una campaña eficiente hacia el objetivo antes comentado.
Sin este apoyo Cortés y su gente no hubieran llegado con vida incluso al asedio mismo de Tenochtitlan, no olvidemos que fueron los grupos indígenas quienes salvaron a Cortés y los hispanos de su huida en la llamada Noche Triste.
Es destacable decir que la visión de los “vencidos” no es necesariamente la visión de todos los indígenas, ya que contamos también con la visión de los indígenas conquistadores, quienes participaron abiertamente en el asalto a Tenochtitlan formando parte de las tropas hispanas, siendo así los verdaderos protagonistas de la caída de Tenochtitlan.
Consideramos que estamos en el momento justo para que todos los mexicanos reinterpretemos y demos un nuevo significado a la mal llamada Historia de la conquista de México. Nosotros no somos solo el producto de una mezcla española y mexica, sino en realidad de una dinámica cultural y genética mucho más extensa que involucra muchas otras filiaciones étnicas, lingüísticas y de índole social. La mejor forma de hacerlo es primero documentarse con la información adecuada, desarrollada en los últimos años, y generar una reflexión en la cual los verdaderos protagonistas de esta historia se encuentran también en los diversos grupos indígenas, mujeres, niños y otros grupos sociales que hasta ahora habían sido invisibles en dichas historias y quienes tuvieron una importante participación en un proceso histórico que no tiene parangón en la historia de la humanidad.
Ni la Malinche ni los tlaxcaltecas fueron traidores; ni Cortés ni los hispanos acabaron solos con todo un imperio; ni la tecnología bélica fue el factor determinante de la destrucción de Tenochtitlan; ni la llamada conquista de México fue el final del mundo mesoamericano. En realidad, esta historia es más compleja que eso y aún sigue en proceso de reescribirse, pues estamos en el momento adecuado para generar dicha reflexión.
Dr. Marco Antonio Cervera Obregón, profesor investigador de la Universidad Anáhuac México, Facultad de Humanidades, Filosofía y Letras. Coordinador del área temática institucional de investigación en Humanidades. Experto en historia militar.
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