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Enero - Junio 2020
Sandra del Carmen Reyes Nájera

En el imaginario popular del México actual todavía se entiende al mundo mediante un pensamiento mítico. Por este pensamiento, se hace referencia a esa fe muy centrada en elementos irracionales con atisbos míticos. Pero, ¿esto por qué es relevante? Porque se comienza a caer en un determinismo, que precede a un conformismo, dándole cabida a una cultura del poco esfuerzo, y finalmente, a cierto grado de mediocridad. La postura del presente ensayo es que, en efecto, existe un pensamiento de tipo mítico en los mexicanos. Considerando su importancia en la manera en la que afecta su constante uso, y exponiendo la validez del argumento con un análisis sobre la importancia de este entendimiento, el pasado histórico que la fomentó, la psicología del mexicano que la motiva, la actualidad de este razonamiento y su solución: el logos, o pensamiento racional y científico. Aunque, tal como lo expresa Vernant (1983), “al mito habrá que aceptarlo como una dimensión irrecusable de la experiencia humana”.

El Diccionario de las Ciencias de la Educación (1983) define al mito como la creencia común de una agrupación, sin justificación racional, que es incontestable, y sin aceptar cuestionamiento alguno, ya que, dudando de su veracidad pudiese perder validez. En la perspectiva de Pinillos (1985), mitificar algo equivale a idealizarlo, atribuir al objeto de la representación ciertos atributos de carácter absoluto. Debe considerarse su presencia en la cultura del pueblo mexicano, como una característica muy común: hacer a los demás ídolos. Se tiene la tendencia de poner a las personas en un pedestal y cuando se equivocan se caen de él. Los vuelven un tipo de héroes. Y se desvaloriza su ardua preparación, disciplina, esfuerzo y determinación por triunfar.

Monsanyi (1988) subraya que “Ningún pueblo podrá ser nunca verdaderamente creativo si se acompleja frente a sus orígenes y pretende desconocer su propia historia”. Aunque ahora lo importante no es echar culpas sino responsabilizarse cada uno de sus decisiones, es esencial aclarar que no es posible comprender la actual psicología y carácter del mexicano si se ignora la historia del país. La actitud actual de la nación comienza a formarse desde el periodo colonial: México contaba con una historia prehispánica llena de mitos, hasta que, tras la conquista, ocurrió un sincretismo en lugar de un sano desarrollo del logos. Es por esto que, sin duda, cualquier acercamiento con el país demostrará que aún hay antiguas costumbres y creencias ocultas bajo su aparente pensamiento occidental contemporáneo.

Aunque la etapa colonial ya quedó en el pasado, aún quedan restos de sus formas de pensar, entre ellas las formas de ver el mundo. Debe señalarse que muchas veces los mexicanos se adaptan a lo que los demás piensan y por eso terminan aceptando explicaciones irracionales. Rodríguez Estrada (2004) ha expresado que “Mientras los animales sólo tienen que adaptarse a la naturaleza, los hombres tenemos el reto de la doble adaptación: a la naturaleza, y también a la cultura”. Por ello, es más fácil caer en la aceptación de estos absurdos razonamientos.

A este respecto, desde el punto de vista de Ibarra (1995), los procesos de racionalización se han desarrollado con el paso del tiempo, y aunque se está lejos de realmente atribuirles a algunas personas un poder casi divino, aún hay restos de pensamientos míticos antiguos, adjudicándoles una imagen invulnerable, inalcanzable, infalible, etc., propios de una divinidad. Para entender mejor esto, Rodríguez Estrada (2004), descubre e interroga el sentido de algunos de los gestos y rasgos más característicos de la persona mexicana, explorando con un psicoanálisis sus mitos, creencias y traumas. Concluyendo que, en general, es inseguro, tiene baja autoestima, es pasivo, no se involucra a fondo, tiene subdesarrollo técnico y no tiene ideas propias. Y, de una manera similar, Octavio Paz

 

(1950) considera que el mexicano carece de individualidad, la clase es más fuerte que el individuo y la persona se disuelve en lo genérico.

En la actualidad, muchos mexicanos mitifican a las personas de manera muy rápida: a un deportista, a un artista, a quien sea el director técnico actual de la selección nacional de fútbol o al presidente de la república vigente en cualquier momento de la historia; como si ellos fueran dotados con poderes extraordinarios que nadie más tiene, sólo ellos pueden -o deben de- hacer grandes proezas. Por ejemplo, si un atleta alcanza un logro, un mexicano normalmente dice “es que él puede hacerlo, es que él ya es así, él ya nació campeón y no se puede equivocar”. No se ve el hecho de que pueden equivocarse y fallar; no son héroes míticos, nadie es perfecto. Lo ideal es usar el logos -un conocimiento racional- y valorar sus acciones y resultados desde una perspectiva analítica. Y claro, por qué no: hacer una crítica. Cambiar esto es una decisión, y se invita a adoptar un pensamiento más racional y lógico –no peleado con la creatividad ni personalidad de cada quién-.

México cuenta con una gran variedad de buenos valores y tradiciones, pero no se tiene porqué adoptar costumbres dañinas. Se cuenta con la facultad de decidir voluntariamente los aspectos mexicanos que valen la pena rescatar. Mavila (1990) concluyó en una interesante investigación, que los latinoamericanos no pueden conservar y aprovechar sus recursos, y seguirán subdesarrollados, si no cambian sus principios y valores. Por otra parte, Covey (2005) afirma que es posible quebrar, aprender y olvidar hábitos. Pero ninguno es fácil ni rápido, supone un proceso y un compromiso tremendo. No podemos esperar aprobar la materia, rezando para tener buenas calificaciones y no estudiar. A todo esto, los mexicanos muchas veces quieren mentiras convenientes. Es impresionante la frecuencia con que, de acuerdo a Díaz-Guerrero (1967), los psicoterapeutas les dicen a sus pacientes "El problema fundamental es que usted no quiere enfrentarse a la realidad".

En conclusión, claramente los pensamientos y comportamientos humanos han cambiado a lo largo de la historia. Y, analizando un poco de: contexto histórico, estudios de la psicología del pueblo mexicano, y la relevancia y actualidad del pensamiento mítico en el México independiente; se puede afirmar que efectivamente este pensamiento existe y sigue vigente. Y tiene una solución, que es el uso y educación en el logos. Ibarra (1995) menciona que hay que advertir que en la cultura de los mexicanos aún prevalecen residuos de pensamiento mítico. Aunque se insiste, se tratan de “restos”, hay que recordar cómo esta forma de razonamiento construye e interpreta la realidad. Ahora, la solución es tener un pensamiento racional y científico –logos- y nada afirma que el mexicano sea incapaz de cambiar esto, todo es cuestión de tiempo y disciplina para enfrentar la realidad.

De esta manera, se invita a pensar críticamente y ver que lo importante es hacer el cambio uno mismo, en espera de que los problemas causados por el pensamiento mítico actual puedan resolverse. Aunque cabe aclarar que esto no será fácil. Octavio Paz escribió (1943) “Si las revoluciones no se hacen con palabras, las ideas no se hacen con decretos”. Tampoco se debe esperar a ningún héroe para solucionar las cosas. Ya no más espera pasiva a que ídolos, héroes, o quien sea, solucionen nuestros problemas; ni de echarles la culpa de ello. Es momento de disciplinarnos y trabajar en esas decisiones que tomamos diariamente al enfrentarnos a situaciones o problemas. Esperar a que una sola persona resuelva todo sería como tratar de detener que una gran inundación azote a un pueblo, trapeando. Para construir un mejor país hay que tomar la decisión de ser proactivos y actuar. No sentirse ajenos a los problemas propios. Esto debe ser, también, una decisión voluntaria.

Referencias bibliográficas
  1. Covey, S. R. (2005). «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva». 1a ed. Barcelona: Paidós Ibérica
  2. Díaz-Guerrero, R. (1967): «PSICOLOGÍA DEL MEXICANO. Descubrimiento de la etnopsicología». 6a ed. México: Trillas, 1994 (Tercera reimpresión. 1999). Pp. 15-71.
  3. Diccionario de las Ciencias de la Educación (1983): Diagonal/Santillana, Madrid. Eliade, M. (1968): Mito y realidad. Guadarrama, Madrid.
  4. Ibarra, L. (1995) «El pensamiento mítico y las formas de concebir el poder político». Departamento de Estudios Socio-Urbanos de la Universidad de Guadalajara. Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad. Vo. II. No. 4 Sept/Dic. de 1995
  5. Mavila Medina, O. (1990) «El Decálogo del Desarrollo». Lima, Perú. Monsanyi E. (1988). « Creatividad y Culturas Populares ». México: Posadas
  6. Paz, O. (1950): «El laberinto de la soledad». México: Fondo de Cultura Económica Pinillos, J. L. (1985): «Los mitos del siglo XX». Verdad y Vida, n.0 169-172. Pp. 281-292.
  7. Rodríguez Estrada, M. (2004): «La psicología del mexicano en el trabajo». 2da ed. México: McGraw Hill Interamericana
  8. Vernant, J. P. (1983): «Mvth and Thought among the Greeks ». Londres: Routledge and Kegan Paul.