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Enero - Junio 2019
Víctor Daniel Martínez Ferrara

Considerar que es correcto y admisible juzgar e interpretar la realidad a partir de lo subjetivo supone un gran problema para la humanidad, pues se trata de rechazar los valores absolutos para determinar el significado y valor de las cosas a partir de las incitaciones emocionales y no de la ponderación sensata de los datos de la realidad (Bolado, 2017). El relativismo es una corriente filosófica que propone pensar de esa manera, tomando al sujeto como el fundamento de la verdad, y rechazando la existencia de verdades y valores absolutos (Ayala, 2008). Dicha corriente está tomando mucha fuerza en los últimos tiempos y la peligrosidad de todo esto reside en que si se convierte en una ideología predominante, será correcto afirmar que la verdad es igual a una afirmación aceptada por el sujeto.

Si el relativismo llegase a predominar, la humanidad llegaría a un punto en el que ni siquiera tendría sentido la búsqueda de la verdad objetiva o científica, ya que, trasladándola a un plano casi inexistente, no se trataría de conocer la realidad, sino la versión de la misma que más concuerde con la ideología de cada uno (Llorente, 2017). Por ello el objetivo de este escrito, es analizar algunas de las posibles causas que están llevando a la humanidad a la aceptación del relativismo.

Ahora bien, es importante cuestionar si esta “pérdida gradual del sentido de las cosas” está siendo generada por erosión de la razón humana o simplemente por la falta de convencionalismo, entendiendo convencionalismo como la aceptación por acuerdo de enunciados y afirmaciones como verdadera, (Gaeta y Lucero, 2000) en una comunidad.

Iniciaremos analizando a las sociedades del mundo actual, en oposición a todas las que la han precedido, para intentar encontrar factores que puedan propiciar el relativismo, empezando por el evidente hecho que se está viviendo una evolución del ser humano hacia un nuevo tipo de individuo, al que se le podría catalogar como hiperindividuo o individuo contactado. Esto es resultado de la constante conexión que se tiene con el internet, invención cuya importancia en la vida de los jóvenes reside en la satisfacción de dos necesidades grandemente importantes para el ser humano: la sociabilidad y las ganas de conocer, provocando, de esta manera, que existan gran variedad de pensamientos flotando entre las mentes de los habitantes (Ayala, 2008).

Los humanos de esta era son distintos porque nacen en un (por llamarlo de algún modo) ecosistema informacional, que en otras palabras, se puede entender como el abismal entramado de información al que tenemos acceso gracias al internet y las diversas tecnologías de la información desarrolladas en las últimas décadas, emergiendo así una comunidad interconectada, un “nosotros” más grande, porque la información fluye constantemente en el mundo actual, y es contrastada rápidamente, esto inevitablemente reconfigura el sistema de valores del ser humano (Reig, 2015).

En cambio, la manera en la que nuestros antepasados se comunicaban y adquirían la información era muy diferente. En la antigüedad solo existía el lenguaje oral y el lenguaje corporal, por lo que la única manera de comunicar era la coincidencia de las personas en el mismo lugar y el mismo momento; esto daba pie al surgimiento de convenciones, ya que se estaba expuesto a la misma limitada información, y hasta cierto punto se dependía de la comunidad en la que el individuo se encontraba para tener una perspectiva de la realidad. Posteriormente fue introducida la escritura que por supuesto ampliaba la capacidad de comunicación, por que rompía con las barreas del tiempo y del espacio (Majó, 2012). Sin embargo, en las últimas décadas, está emergiendo una situación de gran riqueza comunicacional, gracias al internet y las TICs que consecuentemente trajeron una diversidad de

información y complejidad nunca antes vista. Además, y paradójicamente, la ilusión de que se está viviendo la construcción de la autonomía social e individual, que aísla, en realidad se trata de un aumento sustancial en la sociabilidad, pero con personas y comunidades más afines (Castels, 2013), con las que se puede tener contacto gracias a dicha tecnología.

Esto también nos lleva a estar expuestos a mucha información contradictoria, generando “disonancias cognitivas”, término acuñado por el psicólogo social estadounidense Festinger (Reig, 2015) que se refiere a la tensión que se produce cuando existen contradicciones entre ideas importantes que construyen las creencias. Cuando estas disonancias aparecen recurrentemente, generan gran malestar en el individuo, de forma que se tiende a la generación de actitudes y comportamientos que lo resuelvan, por ejemplo el relativismo, ya que en un mundo en el que uno de los valores más importantes son la sociabilidad (Reig, 2015) y la libertad de expresión, y se vuelve necesario tomar como natural que los demás piensen diferente, para evitar disonancias cognitivas en cada interacción que se tenga con los demás, ya sea de manera presencial o digital. Incluso el relativismo, resuelve muchos conflictos entre las personas, ya que para mantener la armonía es preciso respetar la libertad de las creencias (Ayala, 2008).

Retomando la segunda causa posible del relativismo, es decir la erosión de la razón, se refiere a la posibilidad de que la capacidad del razonamiento de las personas que habitan el mundo actual este disminuyendo, ya que al tener mentalidades más débiles, serían susceptibles a aceptar la información sin filtrarla ni cuestionarla. Sin embargo se ha observado que los puntajes medios de los test de inteligencia han aumentado de manera notable con el correr del tiempo en todo el mundo, y a este fenómeno se le ha denominado efecto Flynn (Casé, 2018). Sin embargo, tener en cuenta el aumento de las facultades cognitivas no son suficiente para considerar que existe la mentalidad critica, por eso mismo, en Chile se hizo un estudio sobre la influencia de las noticas en el pensamiento crítico de los jóvenes, en donde se afirma que el universitario promedio tiene una mentalidad critica medianamente frágil, pero curiosamente eran capaces de llegar a resultados y conclusiones muy buenas cuando se juntaban en grupos. Finalmente en dicho estudio se concluyó que los estudiantes si re-evaluaban los enunciados dependiendo del contexto, donde se reflejaban capacidades críticas, con mucho potencial de ser desarrollada (Vernier, Cárcamo, Scheihing, 2018).

En dicho estudio se denotan mentalidades criticas debilitadas, pero como se analizó anteriormente, no fue por falta de capacidad, sino como efecto de la gran cantidad de información que impacta a los individuos día a día, de diferentes fuentes y diferentes naturalezas, llevando a estos nuevos hiperindividuos a saber en muchas ocasiones, más que sus propios docentes, pero perdiendo el interés por buscar verdades absolutas y concretas (Grosso 2011). Dicho esto, y tomando en cuenta que las causas del relativismo estás lejos de ser intrínsecas al sujeto, se podría concluir que dicha corriente tiene un surgimiento natural y casi necesario para poder vivir en esta época, y que antes se llegaban a conclusiones que apuntaban a verdades absolutas precisamente porque la poca información y los limitados recursos de comunicación generaban convenciones en la que la mayoría estaba de acuerdo, pues tenían muy poco acceso a otras formas de pensamiento y a información que difiriera con la mentalidad convenida.

Por lo tanto, descartando la erosión de la razón como origen del relativismo y percatándonos de que la amplificación y aumento de la información dificulta la manifestación de convencionalismos en torno a verdades absolutas, se podría considerar al relativismo como un efecto inevitable de las nuevas formas de comunicación y divulgación de la información, ya que ambas variables han modificado continuamente las mentalidades y creencias de las personas a lo largo de la historia.

Referencias bibliográficas
  1. Ayala-Fuentes, M. (2008). Relativismo y Dogmatismo. Causas y Consecuencias. Persona y Bioética,     vol.12, no.2,     118      –                       131.              Consultado en http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123-31222008000200004
  2. Bolado, A. (2017). Posverdad, o la mentira decorosa. Página Abierta, 248. Consultado en http://www.pensamientocritico.org/alfbol0217.pdf
  3. Castels, M. (2013). El impacto de la internet en la sociedad. En: CAMBIO. 19 ensayos fundamentales sobre cómo internet está cambiando nuestras vidas. Madrid: Ed. Turner BBVA. Consultado en https://www.bbvaopenmind.com/articulos/el-impacto-de-internet-en- la-sociedad-una-perspectiva-global/
  4. Gaeta, R. y Lucero, S. (). Convencionalismo, realismo y falsacionismo. En: P. García, S. H. Mena y Rodrígez, V. (Eds.). Epistemología e Historia de la Ciencia. Selección de Trabajos de las X Jornadas, Volumen 6 (2000), No 6. Consultado en https://rdu.unc.edu.ar/handle/11086/4472
  5. Grosso, J. (2011). El pensamiento crítico en los tiempos de Internet. Reflexión Académica, XXV.                                                     Consultado en https://fido.palermo.edu/servicios_dyc/publicacionesdc/vista/detalle_articulo.php?id_libro= 269&id_articulo=6392
  6. Llorente, A. Prologo. En A. Llorente y Cuenca. La era de la posverdad: realidad vs. Percepción. Consultado       en                                 https://www.revista-uno.com/wp- content/uploads/2017/03/UNO_27.pdf
  7. Majó, J. (2012). Evolución de las tecnologías de la comunicación. En: Moragas, M. La comunicación:   de   los   orígenes   al   internet.   Barcelona:   Gedisa.                                                                                  Consultado en http://www.fondationeuropa.com/wp-content/uploads/2015/05/LA- COMUNICACI%C3%93N-De-los-or%C3%ADgenes-a-Internet.pdf
  8. Reig, D. (2015). Jóvenes de un nuevo mundo: cambios cognitivos, sociales, en valores, de la Generación conectada. Revista de Estudios de Juventud, nº 108, 21 – 32. Consultado en http://www.injuve.es/sites/default/files/2017/46/publicaciones/revista108_2-jovenes-de-un- nuevo-mundo.pdf
  9. Rossi Casé, L., Doná, S. M., Garzaniti, R., Biganzoli, B. y Llanos Barja, C. (2018). La inteligencia a través de las generaciones: Millennials y centennials. Acta de Investigación Psicológica. Vol. 8 Número 2. DOI: https://doi.org/10.22201/fpsi.20074719e.2018.2.08
  10. Vernier, M., Cárcamo, L. y Scheihing, E. (2018). Pensamiento crítico de los jóvenes ciudadanos frente a las noticias en Chile. Comunicar, XXVI, 54, 101-110. Consultado en https://www.revistacomunicar.com