En el mundo, las universidades cumplen la noble labor de acompañar la formación de las personas en sus diversas facetas: personal, profesional, cultural, ética, moral, científica y técnica. Cada institución imprime su sello característico que inspira y motiva a sus egresados.
La Universidad Anáhuac México no es la excepción; de hecho, ha marcado una gran diferencia y es ejemplo en este tema. Se caracteriza por formar líderes de acción positiva que promueven el auténtico desarrollo del ser humano y de la sociedad. En este proceso se inspira en los valores perennes del humanismo cristiano que impronta en todo su quehacer.
Uno de los productos que mejor expresa lo anterior es una revista científica especializada que, adaptándose a las nuevas condiciones de la era digital ha evolucionado de su tradicional formato impreso a un nuevo formato electrónico con el cual incrementará su visibilidad e impacto en la sociedad al volverse más accesible para la comunidad científica de quien forma parte.
La revista Medicina y Ética
El primer número de la revista Medicina y Ética fue publicado en abril/mayo de 1990. La revista publica artículos originales de investigación en el campo de la Bioética e incluye, por convenio y con permiso, artículos publicados en la revista Medicina e Morale.
La revista impresa se publicó en español hasta el número cuatro del 2016. A partir del número uno del 2017 es gratuita electrónica, en idiomas inglés y español a la que se puede suscribir aquí. La frecuencia de publicación de la revista es trimestral; su contenido es exclusivo de artículos de investigación en materia de bioética y de biojurídica, ya que no publica artículos de difusión, ensayos u otro tipo de documentos. No contiene ninguna clase de anuncios. Medicina y Ética aparece en los índices The Philosopher´s index, Latindex y Redalyc, además, fue incluida en el Top 100 Bioethics Journals in the World de la Bioethics Research Library de la Georgetown University (Washington DC, USA).
Además de otros temas, todas las líneas de investigación del Instituto de Humanismo en Ciencias de la Salud de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México, están representadas en los 27 años de publicación de la Revista. Algunos de los artículos originales que se han publicado -siempre de una gran calidad- son fruto de tesis de maestría o de doctorado.
Una ocasión tan especial como este cambio de la revista hacia el formato digital nos invita a reflexionar sobre algunas cosas sobre las publicaciones científicas que la mayoría de las personas da por sentadas, y que sería prudente que conociéramos un poco más a fondo, para poder apreciar lo que es y significa ser una revista especializada, internacional, arbitrada e indizada como lo es Medicina y Ética.
La ciencia como actividad social
La ciencia es una actividad social. Tal vez sea la actividad social por antonomasia, ya que el investigador basa su trabajo en las ideas, enfoques y datos producidos por otros investigadores a quienes, a su vez, dedica el producto de su trabajo. El investigador genera conocimiento que espera sea útil a los demás.
En Google, el famoso motor de búsqueda de Internet, durante muchos años apareció la cita: “A hombros de gigantes”, misma que adquirió fama mundial gracias a una carta que, en 1676 Isaac Newton (1643-1727) escribió a su colega Robert Hook (1635-1703) en la que reconocía con humildad que: “si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”, refiriéndose con esto a que su conocimiento estuvo soportado en las ideas de sus predecesores, entre los que destacan Nicolás Copérnico (1473-1543), Galileo Galilei (1564-1642), Johannes Kepler (1571-1630), René Descartes (1596-1650) y Christian Huygens (1629-1695), autores básicos para la redacción de sus célebres Philosophiae Naturalis Principia Mathematica (1687), conocidos popularmente como los “Principios” de Newton.
La revista científica: herramienta para la difusión del conocimiento
Vale la pena comentar que Robert Hook, el destinatario de la citada carta, fue uno de los promotores para la constitución de la Royal Society of London for Improving Natural Knowledge, o simplemente la Royal Society, primera sociedad científica de la historia, a quien se debe la existencia de la primera publicación científica en forma de serie periódica o revista: Philosophical Transactions of the Royal Society, cuyo número uno se publicó el lunes seis de marzo de 1665 y que sigue publicándose a la fecha.
Este hecho marcó para siempre el destino de la humanidad, pues, a partir de entonces, el conocimiento científico fue comunicado de manera regular y sistemática, interconectando a los investigadores de todo el mundo y de todas las disciplinas del conocimiento, a través de las revistas científicas especializadas, que a la fecha suman más de cien mil títulos activos.
Si analizamos la historia de la humanidad podemos observar que, a partir del desarrollo de la imprenta de tipos móviles hacia 1440 por Johannes Gutenberg y en especial con la publicación de la primera revista científica en 1665, el crecimiento del conocimiento científico ha sido exponencial.
Es entonces que el nuevo conocimiento generado por la investigación, sus aplicaciones y desarrollos –estos últimos son modificaciones o innovaciones a conocimientos ya aplicados- se comparte y distribuye por todo el mundo, integrando a las comunidades científicas en extensas y complejas redes en las que se dan interacción y sinergia.
Si analizamos la historia de la humanidad podemos observar que, a partir del desarrollo de la imprenta de tipos móviles hacia 1440 por Johannes Gutenberg y en especial con la publicación de la primera revista científica en 1665, el crecimiento del conocimiento científico ha sido exponencial. Esto debido en gran medida a que el conocimiento estuvo disponible para un número creciente de personas, que, con sus cerebros y trabajo, generaron más conocimiento logrando establecer una espiral virtuosa cada vez más intensa y dinámica.
La revista digital al alcance de todos
Los nuevos conocimientos se acompañaron de nuevas tecnologías que, a la vez, han dotado de herramientas poderosas a la ciencia para multiplicar su poder.
Hasta hace poco tiempo no existían las computadoras personales, que se popularizaron a principios de la década 80 del pasado siglo XX, ni la conectividad que nos ofrece ahora Internet, cuyo World Wide Web (WWW) se desarrolló principalmente en la segunda mitad de la década 90 del citado siglo.
En menos de dos generaciones humanas el mundo ha cambiado radicalmente en muchos aspectos. Si nos centramos exclusivamente en el de la comunicación científica. Antes de la era digital el problema al que se enfrentaba un investigador era al de tener acceso a la información disponible sólo en libros y revistas de formato impreso. Hoy, con los formatos electrónicos y el Internet, las publicaciones digitales pueden estar al alcance de muchos lectores potenciales en cualquier lugar del mundo que tenga conexión a Internet. Lo anterior se ha potenciado más aún, gracias a la accesibilidad a la información que brindan las redes sociales.
La importancia de las revistas académicas arbitradas
En pocas actividades humanas la comunicación escrita es tan importante como en la ciencia; parte primordial de la infraestructura necesaria para la generación de tecnología y el progreso económico, educativo y cultural de la sociedad.
El gran físico y divulgador de la ciencia John Ziman (1925-2005), definió a la ciencia como “conocimiento público”, con lo que quiso decir que la ciencia no existe hasta en tanto no sea publicada. De nada sirve el conocimiento que se queda en el cerebro, la libreta o la computadora de un investigador. No publicar ese conocimiento es parecido a un embarazo que no llega a término.
De nada sirve el conocimiento que se queda en el cerebro, la libreta o la computadora de un investigador. No publicar ese conocimiento es parecido a un embarazo que no llega a término.
El parto del conocimiento es la “publicación válida”, entendida como aquella que cuenta con un mecanismo de control que se asegura de la calidad de los contenidos, antes de publicarlos, mediante un proceso de riguroso arbitraje por pares académicos.
Las revistas especializadas son los órganos de difusión del conocimiento que una comunidad científica utiliza para mantener unidos e informados a sus integrantes. Sus contenidos son elaborados y revisados en su calidad, por ellos mismos, a través de un proceso muy bien definido que ha sido depurado y afinado a lo largo de décadas, si no de siglos, de experiencias compartidas y consensadas.
La mayoría de las revistas:
- Cuentan con un Comité Editorial, constituido por expertos en el campo del conocimiento de la revista y que suelen pertenecer a instituciones académicas de prestigio de diversos países, lo que les da un carácter internacional ante la diversidad de enfoques y puntos de vista, los cuales determinan las políticas, alcances contenidos y vocación de la publicación, así como su frecuencia de publicación y los procedimientos administrativos a seguir.
- Integran una cartera de árbitros expertos, adicionales a los miembros del Comité Editorial. Esta cartera debe reunir a expertos en las principales temáticas que se pretenda incluir en los contenidos de la revista, pues éstos actuarán como garantes de la calidad de tales contenidos. Los árbitros son quienes aseguran que lo que se publica es razonable y cumple con el rigor, la novedad y las convenciones propias del campo de conocimiento. Un error en el arbitraje podrá afectar de forma importante la confianza, el prestigio y la credibilidad de la revista ante la comunidad científica.
- Definen con la mayor precisión el propósito y enfoque de la publicación. De esta forma, se advierte a los colaboradores sobre los temas de interés, la perspectiva ideológica y el marco teórico conceptual que tiene la revista y al que deberán ajustarse los trabajos que se pretendan publicar.
- Presentan una guía detallada para los autores en la que se establecen criterios formales para los diversos tipos de colaboraciones que aceptará la revista. Aquí se definen tipos de documentos, extensión de los trabajos, aspectos de tipografía y estilo, normas para nomenclatura, aparato crítico (que se refiere así se denomina a los estilos de citar y referenciar), cantidad, tipo y estilo de las ilustraciones (cuadros y figuras), características del título y de los datos de identificación y adscripción de los autores y colaboradores, entre otros.
- Definen reglas éticas, limitaciones o restricciones, conflictos de interés, derechos y obligaciones, requisitos de autoría, permisos especiales, entre otros aspectos de carácter normativo y legal.
- Determinan los tiempos y procedimientos para la revisión y en su caso publicación en formatos electrónicos e impresos, si los hubiera.
Por otra parte, el procedimiento de arbitraje sigue una serie de pautas más o menos comunes en todas las áreas del conocimiento y que se esbozan a continuación:
- En primer lugar, integrantes del Comité Editorial se aseguran de que las colaboraciones que han sido enviadas a la revista correspondan a su propósito y enfoque, además de que cumplan al pie de la letra con los aspectos formales solicitados en la Guía para los autores. Este paso es crucial. En la mayoría de las revistas, del 100% de los rechazos que se puedan dar a las colaboraciones, aproximadamente el 80% de ellos se da en este paso por no haber cumplido con los requisitos técnicos y formales solicitados en la Guía. La lógica que se sigue es simple pero contundente: si un autor no tuvo el rigor de seguir las instrucciones relativamente sencillas que se le dieron en la Guía ¿Qué rigor podrá haber tenido el autor al realizar su investigación?
- Integrantes del Comité Editorial, además de valorar el cumplimiento de los aspectos formales, analizan el soporte documental de la colaboración en cuanto a la cantidad, tipo y calidad de las referencias utilizadas para apoyar las ideas y datos presentados, que constituyen la “materia prima” o “materiales de construcción” con los que se “edificará” el documento. Si se encuentran materiales de baja calidad, poco serios, publicados en fuentes que no ofrezcan garantías, que no sean vigentes o actuales, el trabajo podrá ser rechazado.
- Una vez cubiertos los pasos anteriores, puede procederse a determinar el valor científico del documento, así como su nivel de relevancia y de novedad para el campo del conocimiento. Esta tarea se encomienda a los árbitros, quienes actúan por lo general en conjuntos nones, por lo general tres o cinco, para evitar posibles empates.
El procedimiento que suele seguirse se denomina “doble ciego”, es decir, el autor del trabajo no sabe quién hace la evaluación de su trabajo y, por otra parte, el evaluador ignora de quien es el trabajo que le ha tocado evaluar. Lo que se busca con ello es garantizar la objetividad del proceso, de modo que los trabajos se valoren de forma exclusiva por sus méritos científicos y que no sean calificados de manera positiva o negativa por la fama o relaciones interpersonales que pueda tenerse con los autores o instituciones que presenten los trabajos. El resultado de esta evaluación puede ser: rechazo, aceptación definitiva o aceptación con modificaciones. - Para que un trabajo sea aceptado con modificaciones, el autor deberá incorporar en el documento los comentarios y recomendaciones de los árbitros expertos. En una nueva revisión, los árbitros verificarán que las modificaciones hayan sido hechas. De ser así, aceptarán definitivamente el trabajo, de no serlo, éste será rechazado.
Cuando el manuscrito se acepta condicionalmente, a la hora de enviar la versión revisada los autores deberán acompañarla de una explicación pormenorizada de los cambios realizados para acatar las recomendaciones de los árbitros. Si no estuviesen de acuerdo con alguna de tales recomendaciones, entonces deberán explicar al detalle sus motivos y quedarán a expensas de la decisión inapelable de los árbitros de aceptar o no tal explicación.
Entonces, una revista arbitrada es aquella que cuenta con un estricto control de calidad de los contenidos que publica, a cargo de representantes de su comunidad científica: los miembros del Comité Editorial y los árbitros expertos, quienes se aseguran de que en ellos exista novedad, sustento, rigor, orden, método, lógica y coherencia, de modo que puedan ser utilizados con un alto nivel de confianza por los usuarios potenciales de tal conocimiento.
La importancia de ser una revista indizada
Para que el conocimiento publicado en una revista científica especializada y arbitrada llegue a ser útil tendrá que ser leído por los miembros de la comunidad científica a quienes está dirigido. Esto puede sonar como algo obvio, pero lograr llegar al lector meta no es algo sencillo, de hecho, esto puede ser un gran problema. En ciencia se utiliza el término “visibilidad” para referirse al grado de accesibilidad que puedan tener los contenidos de una revista.
Al igual que un producto en el mercado requiere contar con puntos de venta para poderse comercializar, una revista necesita tener escaparates adecuados –las bases de datos-dónde sus contenidos puedan ser identificados por sus lectores potenciales. Por consiguiente, una revista será más visible en la medida que más bases de datos la incluyan en sus servicios de búsqueda y referencia. Ahora bien, hay servicios de bases de datos cuya visibilidad es baja –regional o nacional- y en el extremo opuesto, otras con alcance global.
En consecuencia, la visibilidad de una revista aumentará en la medida que ésta sea cubierta por bases de datos de mayor calidad y alcance. Se dice entonces que una revista que está incluida en los índices de una base de datos es una revista “indizada” o “indexada”. Sin embargo, para ser considerada en los índices de un sistema de bases de datos de este tipo, las revistas tienen que demostrar que poseen un conjunto de atributos que las hacen destacarse en su campo. Algunos de ellos son:
- Que la publicación cuente con ISSN, es decir un número internacional como “serie periódica” (este es el nombre técnico de una revista).
- Que la revista sea puntual en su publicación.
- Que su Comité Editorial tenga miembros de distintas nacionalidades.
- Contar con una amplia cartera internacional de árbitros expertos en las diversas temáticas que aborde la revista.
- Que los colaboradores –quienes escriban en la revista- estén adscritos a instituciones de prestigio, tengan reconocimiento internacional y sean de diversas nacionalidades.
- Debe demostrar que la revista tiene un alto porcentaje de rechazo de colaboraciones. Esto significa que la revista recibe más colaboraciones para publicar que las que publica en realidad. De esta forma, demuestra que escoge de entre lo bueno, lo mejor.
- Contar con reconocimientos por su calidad como revista, o algunos de sus artículos por su influencia en el ámbito científico de su especialidad.
- Contar con un gran número de citas. Esto indica que la comunidad científica lee y utiliza la información publicada por la revista para soportar sus investigaciones.
Como hemos podido apreciar, la ciencia utiliza a las revistas como su principal medio de comunicación formal. Aunque en la era actual el uso de las redes sociales se involucra cada día más en la actividad científica, la comunicación por medio de las revistas científicas es seguro que prevalecerá, ya que es el medio fundamental de garantizar que lo expuesto en sus artículos ha sido sometido a un riguroso y estricto proceso de control de calidad que hace que el conocimiento publicado sea confiable. ¡Larga vida a Medicina y Ética!
(Gracias a Ricardo Salas, director de la Escuela de Diseño, maestra María del Carmen Razo, maestra Begoña Sainz, maestro Víctor Martínez y, en especial, a Andrea Ramos Zavala, alumna de la Escuela de Diseño y diseñadora de la revista, por su participación en la elaboración de esta importante publicación).