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Late el corazón Anáhuac al recordar a las víctimas de los sismos



Late el corazón Anáhuac al recordar a las víctimas de los sismos

Nuestra Universidad Anáhuac México realizó ceremonias cívico-luctuosas en el Campus Norte y Campus Sur para recordar a las víctimas de los sismos de las últimas semanas, y a una semana del que afectó a la Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Puebla, Oaxaca y Guerrero, entre otros.


Ambas ceremonias estuvieron encabezadas por nuestro Rector, Dr. Cipriano Sánchez García, L.C., alumnos, directivos, y en particular, por la Lic. Adriana Hernández Lacroix, coordinadora de Compromiso Social, y el Arq. Antonio García Cancino, director de Compromiso Social, quienes compartieron emotivos discursos en el Campus Sur y Campus Norte, respectivamente, y que a continuación compartimos.

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Buenos días a todos, gracias por acompañarnos hoy en este acto conmemorativo.
“Hay cosas que sentimos en la piel, otras que vemos con los ojos, otras que nomás nos laten en el corazón…” Perdón si empiezo citando esta enorme frase de “La silla del águila”, pero creo que Carlos Fuentes, escritor y diplomático mexicano, fue mucho más elocuente que yo para describir lo que hemos experimentado en los últimos días.

El martes 19 de septiembre no fue solamente el remembrar una tragedia ocurrida en el ‘85, no fue un simulacro como todos pensábamos, sino que fue nuestra propia oportunidad de revivirla. La generación no era la misma, las circunstancias no eran las mismas, las zonas afectadas, el tipo de sismo, las medidas preventivas, nuestro México y su gente, definitivamente no era la misma. Pero sí se asomaba en cada escombro y en cada recoveco el mismo olor a tristeza, desesperación y luto personal y nacional.

Nada ni nadie nos preparó para semejante sismo ni para sentir tanto miedo, nada ni nadie nos advirtió que la tierra se reacomodaría y, junto con ella, todo lo que conocíamos: nuestros ideales, nuestros valores y nuestra identidad como seres humanos.

El martes 19 de septiembre no solamente nos trajo incertidumbre, caos y un sentimiento de vulnerabilidad que tal vez nunca habíamos experimentado, o quizá sí, pero por comodidad o miedo preferimos olvidarlo.

Pero tampoco nadie nos dijo que creceríamos ante la adversidad. Que, con lágrimas en los ojos, dolor en el pecho y el mundo en los hombros, tú, quien me estás escuchando y sabes que hablo de ti, correrías a darle casa al vecino, te pararías en la calle a recoger trozos de concreto, inventarías cómo transportar víveres, organizarías una brigada improvisada con tus amigos comprando todo lo que te pareciera indispensable en la ferretería, que volverías tu celular y tu WhatsApp centro de logística y de avisos oportunos.

Nadie vio venir el que se te ocurriera preparar sándwiches o tortas, o el ir a repartir agua a cada rescatista, que serías la primera o el primero en llegar al Centro de Acopio de Campus Sur a cerrar filas, sin importar qué tanto te asolearas, lo mucho que te dolieran los pies o el alma. Nadie se imaginó que, en cada persona, ama de casa, padre de familia, amiga, hermano o joven universitario, de pronto nacería un mexicano dolido por su patria y con ganas inmensas de echarla a andar de nuevo, de levantar cada escombro, usar cada polín o rezar cada rosario, para que cada uno de los afectados fuera reconfortado.

Por eso, puedo afirmar con seguridad que esas cosas que sentimos en la piel a partir de tal catástrofe, no tienen nombre, solo pueden ser medidas en forma de manos entrelazadas, abrazos y puños cerrados.

No obstante, lo que sí fue visible para todos, fueron las ganas que se desbordaban en cada rincón de nuestra ciudad y estados afectados, las caravanas de voluntarios vaciando los supermercados para cooperar con víveres, las cajas llenas de comida y ropa para quienes perdieron su patrimonio, pero recuperaron su fe en los demás; extraños convirtiéndose en equipo, civiles volviéndose héroes nacionales, niños cantando nuestro Himno al unísono. A cada lado que voltearas no se veía más que compasión, entrega, solidaridad y amor.

Ante esta catástrofe, México fue visible para cada rincón del mundo y, en especial, para cada uno de sus mexicanos. Algo se despertó en cada uno de nosotros que nos hizo darnos cuenta que la grandeza de nuestro país está en su gente, que lo vive y lo hace renacer de las tristezas más profundas y de los retos más difíciles. Cuando creíamos que lo habíamos perdido todo, nos dimos cuenta que nos ganamos a nosotros, como amigos, como hermanos.

Quiero que pienses un segundo en la fortaleza que hay dentro ti, esa misma que te ha orillado a moverte y a responder ante las pérdidas, a buscar la victoria ante las derrotas, a seguir creyendo a pesar de los demás y de uno mismo, a nunca bajar los brazos porque con la vista en el Cielo y con Dios, no tenemos mejor aliado.

Así, eso que nada más nos late en el corazón va encontrando camino, va saliendo a la luz y va dando cuenta del enorme Líder de Acción Positiva que eres, si así lo quieres.

Por eso, la Universidad Anáhuac México está sumamente orgullosa y, a nombre de ella, te doy las GRACIAS.

Gracias por enseñarnos la capacidad que tiene tu corazón de engrandecerse ante las dificultades, la capacidad que tiene tu piel de endurecerse ante las tristezas, la capacidad que tienen tus manos de demostrar tu grandeza y la capacidad de volverte más humano, de hacer tú la diferencia.

En cada uno de nosotros hay una persona llena de talento, compasión y entrega; basta con asomarnos a las calles para notar que la Comunidad Anáhuac no se cruza de brazos, sino que, con ingenio, cariño y solidaridad, encuentra la manera de prestar sus manos.

Por eso quiero aprovechar este momento para reconocer el enorme apoyo de cada uno de ustedes como voluntarios, y para rendir todo nuestro respeto y cariño a las personas afectadas por los sismos, a aquellos que fallecieron, a quienes no perdieron la esperanza y ahora se encuentran con Dios, viéndonos desde arriba. Por favor, no los defraudemos, mostrémosles el gran legado que nos dejan.

Por último, te pido que a partir de esto construyas puentes y no barreras, que no dejes de apoyar, que te unas a nosotros en el centro de acopio o desde tu área o carrera, pues tu ayuda y tus manos son las que hacen falta y marcan la diferencia ahora que te has dado cuenta que, para reconstruir nuestro país, no hay obstáculos que nos detengan.

#FuerzaMéxico #SomosAnáhuac
Coordinación de Compromiso Social Campus Sur
Lic. Adriana Hernández Lacroix

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Ceremonia Cívico – Luctuosa

 

Todos los días al cierre del centro de acopio, termino el día agradeciendo a todos los voluntarios que nos vienen a apoyar. Cansados, desmañanados, medio comidos y exhaustos, muchos me miran con ojos de esperanza.


Los efectos de los fenómenos naturales de las últimas semanas nos han afectado a todos, directa o indirectamente. México se ha despertado a una era distinta. Hace 32 años nuestros padres vivieron algo que ninguna generación debería de vivir dos veces en una vida y, sin embargo, hoy nos encontramos aquí nuevamente reunidos para dar fuerza a quienes hoy nos lo piden a gritos y en silencio.


La Universidad Anáhuac México fue, es y seguirá siendo resguardo para todos los que así lo busquen. Voluntarios que necesiten de un espacio para acopiar, rescatistas que necesiten una banca para descansar y familiares que necesiten un abrazo para desahogar. En la última semana hemos visto entrar más ayuda de la que hubiéramos podido imaginar. Más de 200 toneladas han entrado y salido por las puertas de la Anáhuac, hombro a hombro en el trabajo de los más de 15,000 voluntarios que se mantienen firmes bajo el compromiso de ayudar. Y es que eso es ASUA. ASUA no es una playera que te quitas y te pones, ASUA lo llevas tatuado en el corazón. La playera está ahí, lista para usarse en el momento en que tengas que romperla para limpiar una herida, cubrir a quien tiene frío y ofrecerla a quien no la tiene.


Los esfuerzos no han terminado, y el recuperarnos no va a ser una cosa que termine de la noche a la mañana. Vamos para largo, y es importante que midamos nuestras fuerzas, porque aunque nos enfrentemos a las dificultades del hoy y mañana, sigo creyendo en un México. Un México que tiene profundamente inscrito el compromiso social. Es un México que se levantará y vivirá en orden a su esencia y verdades, y estas verdades son evidencia propia de la naturaleza de sus habitantes, los mexicanos y extranjeros por igual, donde todos nos disponemos a ayudar. Mujeres y hombres, niñas y niños, brazo con brazo atendiendo a las necesidades de nuestros hermanos cuando más nos necesitan. Creo en un México que se mantiene de pie ante las adversidades, porque ninguna temporada de huracanes nos empujará a dejar de querer hacer algo por quien se encuentra en mayor vulnerabilidad. Creo en un México que, pese a que en sus centros retiemble la tierra, ese México seguirá de pie.


Creo en nuestro México, un país lleno de diversidad, amor y compasión, listo y preparado para colaborar en todos sus frentes, desde las costas de Oaxaca y Chiapas, hasta las altas montañas del centro del Valle de México y Puebla. Que desde las ciudades fronterizas de Baja California, Chihuahua y Nuevo León se preparan para acopiar lo que nuestros hermanos en Yucatán y Quintana Roo pueden hacer uso en sus activaciones diversas en las comunidades más afectadas. Que en Veracruz no se desatiendan las llamadas de acción que se lanzan desde los altos de Jalisco y Nayarit.


Creo en nuestro México, que con sus médicos, bomberos, topos, policías y Ejército se trabaja día y noche para alentar la esperanza que a tantos nos hace falta hoy. Creo en nuestro México, que desde las trincheras de los centros de acopio convocan a las comunidades a donar, para que quienes hoy sufren no esperen hasta mañana para disponer de lo que requieren, y que paso a paso regresemos a la normalidad, una normalidad dictada por los jóvenes que en las últimas semanas han encabezado los esfuerzos que nuestro México pide minuto a minuto.


Creemos en México, indivisible ante la adversidad, generoso por naturaleza y único, protegido bajo el manto de la Morenita, por quien todos unidos cantamos, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones.
¡Fuerza México, Anáhuac por México!

 

Universidad Anáhuac México

Dirección de Compromiso Social
Arq. Antonio García Cancino